¿Cómo se puede escribir?
Entre tanto mi ser se debilita, mi alma ansía derramar su llenura en el papel, pero no… ahora no puedo… No es que no quiera, claro está, el hecho es que saber acerca del todo me reduce a mi más pura esencia, no metafórica, literal: El conocimiento, del cual se apropia mi mente, deja vacío a mi cuerpo, poco a poco, sin espacio para lo más importante, mi vitalidad. Nunca debí haber abierto esa enciclopedia.
¿Cómo puedo escribir, sabiendo que la relevancia de lo que se explaye es relativamente igual a cualquier otra cosa de la cual tenga conocimiento? Vaga reducción: ¿Por dónde empiezo?
Quizá sea momento de hablar trivialidades, ¿quién dice que está mal? ¿es acaso la física teórica más importante que la previa deducción de cuánto tardará el tren? Es relativo. Relativo a la situación. Relativo al momento.
Uno diría entonces que la generalidad más… general, es la relatividad del contexto, pero no. Porque siendo el campo que abarca todo, se destruye a sí mismo, no hay dos relatividades, es una, aplicable a diferentes campos. Entonces, ¿cómo podría escribir de aquello lo cual solo existe por mera razón de no ser dos cosas iguales? Nada es igual a nada en este mundo, ¿estamos, pues, regidos por la relatividad? Y…si es el caso ¿Sería esa pregunta relativa?
Y así, se sucede el tiempo, acortándose poco a poco a lo más ínfimo del ser, de mi ser. Ya solo quedan retazos de lo que algún día fui, pues esa enciclopedia me ha vuelto culpable del delito más grande: el querer saber.
¿Cómo se puede escribir?
No se puede, al menos, no del mejor modo posible, reduciendo todo a lo más esencial, siempre faltará algo. Mala fortuna que ese algo, solo se halle en esa enciclopedia, puesto que al ser abierta, acorta la vida de su lector, y luego lo vuelve polvo.
Déjenme decirles que ese algo, es, y siempre ha sido…
Miguel buscó por todos lados, algún lugar dónde hallar rastros, pero no lo encontró. Indagó en el tema por más de tres meses. No resultó.
Miguel nunca respondió al interrogante “¿quién había escrito esa carta?” y aún más importante ¿Por qué había una enciclopedia en la almohadilla de Foster? Su gato.