Sed de sangre

Erick asiente pero no empieza a hablar, no se si quiere evitar que me enteré de algo o no busque venganza. Lo miré con desesperación, lo que quiero ahora es saber acerca de ese sujeto y su familia.

—Ezra Unterwood es el rey más joven que ha tenido Elraklion desde toda su historia, con apenas 18 años llegó al trono sin entender muy bien cómo gobernar tal imperio, al inicio todos teníamos la esperanza de que desistiera de seguir conquistando territorios pero no fue así ni siquiera pasó un mes antes de que él mandará tropas a pequeños poblados rebeldes y en muy pocos días los tenían sometidos, eso nos bastó para descubrir lo sanguinario que es —comenzó a contar con una extraña voz hueca— Su padre nunca había logrado someter a esos pueblos pero él en unos 8 días consiguió hacerlo casi sin problemas y sin soldados de su ejército muertos. Sí eso te deja duda solo falto esperar los siguientes meses, en los cuales todo traidor de su reino que llegará a sus manos era torturado cruelmente hasta dejarlo casi muerto para al final solo tirarlo a algún río.

No emití ningún sonido, solo me quedé en silencio tratando de comprender quién era ese sujeto.

—Eso quiere decir que es mucho más peligroso de lo que piensas, Marenna —me advierte— Es más violento, más agresivo, más sanguinario sobre todo así que no es recomendable acercarse a él.

Fingí ponerle atención y también fingí asentir como si de verdad entendiera el supuesto peligro del que habla, en mi mente solo está la palabra muerte, quiero la muerte de toda la familia Unterwood no me importa cuanto tiempo me lleve yo los matare. 

—Creo que deberías comer, así que pediré nos lleven algo de comer a la terraza para que podamos seguir hablando —dijo con la voz ronca, autoritaria, la voz de un rey.

Sin muchas ganas de pelear asentí, no porque tengo hambre sino porque necesito que siga hablando acerca de Ezra; miro a Erick que se levanta y aunque me tiende una mano la ignore y me levante sin mirarlo, comencé a caminar hacia la puerta.

Escucho sus pasos detrás de mí y rápidamente se adelantó para abrirme la puerta, ambos salimos caminamos uno al lado del otro sin decir una sola palabra, nos acercamos a una puerta de cristal decorada con un rosal de metal. Sonreí, sin darme cuenta, al pensar en todas las veces que jugué aquí.

Antes de llegar a la puerta dos guardias abrieron para dejarnos pasar sin problemas, al pasar a su lado nos hicieron o mejor dicho le hicieron una reverencia a Erick. Afuera tal como lo recordaba está una bonita mesa redonda bastante grande con doce sillas alrededor además de una bonita sombrilla abierta por completo para cubrir a los comensales del sol. Al lado de la mesa, a una distancia considerable, se encuentran varios carros de ruedas que son donde la mayoría de las veces llevan la comida.

Camino y miro las sillas de inmediato veo cual es la de Erick: una gran silla dorada con adornos rojos y un respaldo más alto que las otras. Me acerco a la silla de la derecha con tranquilidad, Erick me abre la silla para que pueda sentarme, luego se sienta en la silla y le hace una seña a una joven, que no había visto, para que se acerque a la mesa. Siguiendo la orden y se acerca, Erick le dice que nos traiga de comer pero que sea rápido y nada que contenga nuez, ya que yo soy alérgica a la nuez.

La chica se va dejándonos solos, siento la mirada de Erick sobre mi y no puedo hacer nada más que jugar con mi pulsera; la pulsera que me dieron mis padres el día que nací con mi nombre grabado, "Marenna" reluce ante mis ojos.

—Es muy linda tu pulsera —comenta dejando oír cierta burla en su voz.

—Lo se, es hermosa, no la vi cuando desperté —dije sin llegar a mirarlo.

Nos volvemos a quedar en silencio un buen rato, no puedo creer que no podamos hablar como antes.

—Ven Max —dijo Erick haciendo que yo me sobresalte y gire mi cabeza hacia la puerta para ver a Maxwell parado mirando a su abuelo.

Al oír que le dijo que se acercará camina hasta la mesa para sentarse del lado izquierdo de su abuelo en completo silencio sin mirarme, sentí la mirada de ambos así que levanté la vista y veo a ambos sin decir nada.

La chica que hace un rato se fue regresa con una bandeja con una tetera y tres tazas además de un plato con galletas. Pone las tazas en la mesa y sirve té para los tres en silencio, cuando termina observa a Erick esperando una nueva orden pero él solo mueve su mano con un gesto soso y hasta aburrido; ella se aparta y va a la puerta para ir por la comida. Al verla irse suspire y mire mi taza de té con la ceja alzada intentando que el olor llegue a mi nariz.

—Es tu favorito —dijo Erick al verme, yo lo mire con cuidado— es de menta, aun recuerdo que te gustaba.

Asentí vacilante sin decir nada, tomé con cuidado la taza entre mis manos para darle un pequeño trago y descubrir que en efecto es té de menta aunque ya no disfruto del todo del sabor, tome una galleta para acompañar el sabor y no hacer una mueca. Los mire de reojo, toman sus tazas para beber té sin mirarme pero no pierden detalle de mis movimientos y reacciones, luego de varios tragos todos nos miramos, ahora si Erick me observa y no bajo la mirada.

—Gracias Max por traerla al castillo —comienza el rey con un suspiro sin alejar su mirada de mí—. no me di cuenta de que los 100 años habían pasado y no recordé que pronto ibas a despertar.

—¿No te diste cuenta de que iba a despertar? —pregunté con cierta molestia, habla como si no hubiera pensado en mí desde que me dormí.

Él se da cuenta de lo que dijo y hace un gesto con la cabeza para agregar— No me refería a eso, sí recordaba que sucedería pero no conté los años.

—Esta bien, entiendo —acepté.

—Abuelo —lo llama Maxwell con algo de timidez, si mi padre estuviera aquí le habría dicho que un futuro rey no debe ser tímido, que debe ser fuerte, autoritario pero también accesible al pueblo y a su gente—. de ida al castillo de Marenna vi algo raro por el bosque Pryot.