I
Ahí estabas entre el viento,
A quien tantos celos le provocaste,
E hiciste chillar por tu cálido aliento.
Tan hermosa para infectarme una hermosa emoción.
Estas entre tantas
Pero ninguna en el centro como tú,
La bella, de hojas moradas,
Una centella para la Tierra
Y una corriente para el río.
Me libraste de desdicha,
Mi casa floreció por tu florecer,
Pero, todavía guardo mi amargura,
Por dentro.
Te encontré cuando creía no merecerte,
Apareciste como un regalo a mi alma,
Y tu alma regaló la vitalidad a mi alrededor.
Entonces dalia mía,
¿Por qué bajaste a la Tierra?