III
Me arrodillo ante ti cada noche,
Pero resulta que no te es suficiente,
Y luego me llamas, pero no entiendo lo que dices.
Entonces dalia mía, ¿cómo te comprenderé?
Luego enfermé por tu color,
Y en la noche siento mi corazón queriendo enloquecer
Bajo tu calor, tu asfixiante presencia;
Y mis ojos lloran en vela.
Entonces dalia mía, ¿qué es tu color?
Te gusta que el viento te siga,
Al igual que compartir tu tierra y tu sol,
Y las demás siguen tus ritmos y formas.
Entonces dalia mía, ¿qué más dominas?
Cuando te veo, veo que quieres sonreír,
Con esa la misma consciencia que
Le da forma a la materia, y la anima.
Ahora escucho el palpitar de cada célula,
Y el temblor de cada forma que apenas despiertan.