No puedo creer que Gatsby muriera por culpa de la falsa e insensata de Daisy, ella no lo merecía como tampoco Tom merecía a alguien tan fugaz y con sueños como la oprimida Myrtle. Muchos la ven a ella como una sucia y vil amante, pero realmente, solo era una mujer enamorada que quería a Tom solo para ella.
¿Está mal sentir posesión por el amor? ¿Qué no es el amor posesión indirecta?
Yo pensaría que sí. Ya que cuando yo me entregué completamente, solo servía para complacerlo y no dejaba que nadie se me acercara o insinuara cosas extrañas en pleno baile de graduación; a todos los rechacé porque me creí propiedad de Armando, como también lo hice con él. Nos pertenecíamos, nos poseíamos. El amor sí es posesión indirecta.
¿Se relaciona con Gatsby? Por supuesto que sí, ni el mismo gran hombre soportaba ver a la mujer por la cual había construido un imperio en brazos de otro más que ni siquiera la merecía. Gatsby quería a Daisy solo para él porque él ya era de ella y solo de ella. También se pertenecían.
¿Por qué, Daisy? Tenías a un gran hombre, ese hombre se culparía de todos tus pecados sin siquiera mencionar tu nombre. ¿Haría Tom eso por ti? No, porque no te amaba como Gatsby. ¡Él murió por ti y ni la decencia de aparecerte por su funeral pudiste!
—Supongo que esa lagrimas que brotan de ti son porque por fin te inspiraste —comenta Jo, pasando la cajeta de pañuelos para secarme las pequeñas lágrimas de mis ojos.
—Es que es muy triste. Amamos, cuidamos, protegemos y nos volvemos mejores y mira lo que nos pasa…, nos meten un tiro cuando nos descuidamos —digo en un hilo de voz.
—Sí…, que triste. Bueno, ¿tienes inspiración o no?
Ruedo los ojos y termino de limpiar los residuos de lágrimas de mis ojos.
—Jo, la inspiración no es como si cargaras tu celular y ya está en unas horas. No funciona así.
Suelta un gran suspiro de frustración y mientras yo tomo el control para ver otra película, me lo quita y apaga el televisor. ¿Pero, qué le pasa? Es mi televisor y yo decido cuando termino o no de ver películas deprimentes, como mi vida.
—La televisión no sirve y no creas que no me di cuenta que lo único que escribiste en esa libretita tuya fue: Alma, no seré tu dama de honor. Es deprimente verte así, Camila, suficiente es tener que soportar esas fachas tuyas.
Abro mi boca en indignación.
—Estas fachas, me encantan porque son cómodas y para todos los lugares. No debo gastar en ropa de salir, ni de casa porque un buzo es hasta para una gala. Y segundo, eso no fue lo único que escribí —también escribí: Por favor…, hasta a mí me da vergüenza recordar que fue lo que escribí y es mejor que Jo no se entere porque se burlará de mí lo que me queda de vida.
Jo se desabotona dos botones de su camisa y se echa en mi sofá, sonríe cuando el timbre de notificaciones de su teléfono suena y me mira como depredadora.
—He conseguido que nos metan en la lista de DERECHA, las películas no están funcionando y sé qué hace mucho tiempo que no interaccionas con otros seres humanos.
Aprieto mis labios, eso no es verdad. No soy una sedentaria ni una ermitaña. Soy muy sociable y recibo visitas de vez en cuando. ¿Qué ella no cuenta como un ser humano?
—No quiero salir, Jo. Estoy muy cansada como para trasnocharme —me tiro de espaldas en el piso.
Jo asoma su cabeza y los rizos que caen sobre mi cara me hacen cosquillas. Y también me incomodan, pero sé que no los quitará.
—Ya he pagado un ojo de mi cara para entrar en la lista y conseguirnos mesa. Vas a ir y no hay excusas ni poder que me haga cambiar de opinión.
Suspiro, cansada. He crecido tanto en tan poco tiempo que una ida al club se hace agotador, aburrido y me resta horas de sueño. Cuando en otras épocas haría fila desde las seis de la noche solo para disfrutar desde las primeras rondas de música hasta las últimas.
Hasta que el cuerpo aguante; recuerdo que susurraban en mi oído mientras nos contoneábamos al ritmo de la música.
Sacudo mi cabeza de esos pecaminosos recuerdos.
Eso se ve tan lejano y ajeno que siento que era otra persona utilizando mi cuerpo. Ni siquiera me imagino dándome una ducha y maquillándome para salir, ni mucho menos metiendo mi cuerpo en un vestidito.
—No tengo ganas, Jo, no me insistas. Puedes invitar a tu novio, me dijiste que nunca salen porque sus horarios son apretados. Podría ser tu noche.
—¿Salir con Arnoldo? Él no es mi novio, solo fingimos a veces que somos novios. Además, hoy hace Stand Up y no me acompañaría a un club tan hetero como DERECHA.
Arrugo mi frente.
—¿Un club tan hetero?
—Es gay, Camila —aclara Jo, rodando sus ojos como si fuera lo más evidente; dejando mi mente en algo muy cercano a cuando una computadora actualiza su sistema.
Podría jurar que Arnoldo y Jo, bueno es que en año nuevo estuve con ellos en su fiesta de Jacuzzi y bueno, esos besos que se dieron cuando el reloj marcó la medianoche no eran exactamente de amigos. Sé que los gays pueden serlo sin ser afeminados, pero…, yo juraba que…
Mi detector es obsoleto. Punto.