La Dama de las Blancas Rosas.

《RECUERDOS》

Fué la última vez que miro a su marido, montado en su mejor caballo y con la sonrisa que siempre lo caracterizaba se despidió de ella. Lo abrazo tan fuerte como si se tratara de un adiós definitivo. De súbito sus  manos se enlazaron entre sí, un cruce de mirada melancólicas presagiaron lo que antes les llenaba de temor. Los dos lo sabían muy bien y no era necesario que esas palabras hicieran que el misterio de esas miradas desapareciera. Por que al hablar se haría más grande el dolor y el desconsuelo saldría de sus corazones como si se tratara de una caja de Pandora. Tenían que ser fuertes pues la niña los necesitaba unidos más que nunca.

Nereyda tenía cinco años cuando miro a su padre despedirse de su madre para nunca volver. Ella escondida en el desván de su pequeña casa construida de madera rústica los observaba por una pequeña rejilla que servía de ventilación. Cuatro hombres de a caballo iban con él custodiandolo; dos a su derecha y dos a su izquierda. Aquel hombre que una vez fue quien traería paz y prosperidad  a Mandasta era esta vez traicionado por la avaricia de quien en otros tiempos fuera su mejor confidente. 

Don Cornelio Paredes no había descansado hasta lograr incriminar a  Lorenzo Fuentes de la muerte del primo del alcalde. En esos días, en el cual murió Benito Torres, se hizo una fiesta para realizar la inauguración de Mandasta como el municipio más nuevo de la región. Todos los mosos y adultos mayores hicieron una gran algarabía como si se tratase de algún prodigio milagroso. Sin embargo algo funesto y aterrador se avecinaba esa tarde. Empezó repentinamente a caer unas tenues gotas de lluvias al caer la tarde. Todo el mundo dejó la carpa provisional y se fueron a distintas casas que estaban cerca del pequeño parque inaugurado también ese mismo año. "Han matado a Benito" " han matado a Benito" dos mujeres corriendo fueron a avisar a los que allí perplejos escuchaban la mala noticia.

Lorenzo Fuentes volteo a ver el desván de su casa y sabiendo que su pequeña traviesas se escondía allí, alzó la mano derecha y las neneo saludando y a la ves despidiéndose  " volveré hija mía, te lo prometo " la niña bajo rápidamente de su escondite para despedirse de su amado padre, pero cuando llegó ya no estaba, solo encontró a su madre llorando y de su padre solo quedarían los recuerdo de lo amoroso que fue con ella y su madre. De aquel último adiós solo quedaron las pisadas que dejaron los caballos.




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