La Dama de los Templarios

Capítulo 3: La prueba

Raymond condujo a Lorraine por los pasillos de la casa de los templarios, hasta llegar a una sala amplia y luminosa, donde había una mesa larga y varias sillas. En el centro de la mesa, había un hombre sentado, con una túnica blanca y una cruz roja en el pecho, igual que Raymond. Era el maestre de la casa, el encargado de dirigir y administrar la sede de los templarios en París. Tenía el pelo cano y la barba larga, los ojos grises y la expresión seria. Era un hombre de edad avanzada, pero se le veía fuerte y digno.

Raymond se acercó al maestre, e hizo una reverencia.

-Maestre, os traigo a un joven que desea entrar en la orden - dijo Raymond.

- ¿Y quién es este joven? - preguntó el maestre, mirando a Marie con curiosidad.

- Se llama Alphonse Gérard- respondió Raymond - Es hijo de un conde normando, que le ha dado permiso para unirse a los templarios.

- ¿Tienes alguna prueba de lo que dices? - inquirió el maestre.

- Sí - dijo Raymond, entregándole el pasaporte falso de Lorraine - Aquí está su documento.

El maestre cogió el pasaporte, y lo examinó con atención. Lorraine contuvo el aliento, esperando que no descubriera el engaño.

- Parece en orden - dijo el maestre al fin - Pero eso no basta para entrar en la orden. Tienes que pasar una serie de pruebas, para demostrar tu fe, tu valor y tu obediencia.

- Estoy dispuesto a pasarlas - afirmó Lorraine.

- Muy bien - dijo el maestre - Entonces te someteré a la primera prueba: la prueba de la fe. Tienes que responder a unas preguntas sobre la doctrina cristiana, para demostrar que conoces y crees en los principios de nuestra religión.

Lorraine se puso nerviosa. No sabía mucho sobre la doctrina cristiana, pues nunca le había interesado. Solo había aprendido lo básico, lo que le habían enseñado en el convento. Esperaba que las preguntas no fueran muy difíciles.

- ¿Estás listo? - le preguntó el maestre.

- Sí - dijo Lorraine.

- Bien - dijo el maestre - Empecemos. ¿Qué es la Santísima Trinidad?

Lorraine recordó lo que le habían dicho las monjas: que la Santísima Trinidad era el misterio central de la fe cristiana, que afirmaba que Dios era uno solo, pero al mismo tiempo tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

- La Santísima Trinidad es… - empezó a decir Lorraine.

- No hace falta que me lo expliques - la interrumpió el maestre - Solo dime si crees en ella o no.

 - Sí, creo en ella - mintió Lorraine.

- Muy bien - dijo el maestre - Siguiente pregunta: ¿Qué es la Eucaristía?

Lorraine recordó lo que le habían dicho las monjas: que la Eucaristía era el sacramento más importante de la Iglesia católica, que consistía en recibir el cuerpo y la sangre de Cristo bajo las especies del pan y del vino, como memorial de su pasión y muerte.

- La Eucaristía es… - empezó a decir Lorraine.

- No hace falta que me lo expliques - la interrumpió el maestre otra vez - Solo dime si crees en ella o no.

- Sí, creo en ella - volvió a mentir Lorraine.

- Muy bien - dijo el maestre - Última pregunta: ¿Qué es la Inquisición?

Lorraine recordó lo que le habían dicho las monjas: que la Inquisición era el tribunal eclesiástico que perseguía y castigaba a los herejes, es decir, a los que se apartaban de la fe católica o seguían otras religiones. También recordó lo que le había dicho su padre: que la Inquisición era una amenaza para su vida y su libertad, si se atrevía a desobedecerle o a rebelarse contra él.

- La Inquisición es… - empezó a decir Lorraine.

-  No hace falta que me lo expliques - la interrumpió el maestre por tercera vez - Solo dime si la apruebas o no.

Lorraine dudó. Sabía que la Inquisición era una institución cruel e injusta, que causaba mucho sufrimiento y muerte a personas inocentes. Pero también sabía que los templarios eran fieles a la Iglesia, y que no podía contradecir al maestre.

- Sí, la apruebo - dijo Lorraine con voz temblorosa.

- Muy bien - dijo el maestre - Has pasado la prueba de la fe. Ahora te someteré a la segunda prueba: la prueba del valor. Tienes que enfrentarte a un duelo con uno de nuestros caballeros, para demostrar que sabes luchar y que no temes al peligro.

Lorraine se sintió aliviada. Esa prueba le parecía más fácil que la anterior. Sabía luchar, y no temía al peligro. Había aprendido a manejar la espada con su hermano mayor, que era un experto espadachín. Había practicado con él muchas veces, y le había ganado algunas.

- ¿Estás listo? - le preguntó el maestre.

- Sí - dijo Lorraine.

- Bien - dijo el maestre - Entonces elige a tu adversario. Puedes elegir a cualquiera de los caballeros que están aquí presentes.

Lorraine miró a su alrededor, y vio a varios templarios que observaban la escena con interés. Eran hombres de aspecto fiero y curtido, con cicatrices y armaduras. Todos le parecían formidables y peligrosos. Pero hubo uno que le llamó la atención más que los demás. Era Raymond, el templario que le había traído ante el maestre. El hombre más hermoso que había visto en su vida.

Marie sintió una extraña atracción hacia él. Quería enfrentarse a él, quería medir su fuerza con la suya, quería ver sus ojos azules de cerca, quería tocar su piel bajo la túnica blanca.

- Elijo a Raymond - dijo Lorraine señalándolo.

Raymond se sorprendió al oír su nombre. No esperaba que Lorraine lo eligiera a él. No sabía si sentirse halagado o molesto. Por un lado, le gustaba que Marie lo considerara digno de ser su adversario. Por otro lado, le molestaba que Marie lo desafiara así. ¿Quién se creía que era ese joven arrogante y atrevido?

- ¿Estás seguro? - le preguntó Raymond con una sonrisa burlona.

- Sí, estoy seguro - dijo Lorraine con una sonrisa desafiante.

- Muy bien - dijo el maestre - Entonces preparaos para el duelo. Os daré una espada a cada uno, y lucharéis hasta que uno de los dos se rinda o caiga al suelo. No os mataréis, ni os haréis daño grave. Solo es una prueba de valor, no una cuestión de vida o muerte.



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En el texto hay: templarios, edadmedia

Editado: 28.10.2023

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