La dama de plata

Catorce de febrero

Estimada dama;

Para la amada que por la cuidad blanca, deambula. 

Espero no causar gran estupor cuando al recibir la carta en ella mi nombre encuentre escrito, si es que aun soy digna de provocar algún sentimiento en usted, o como última estancia aun sea digna de llamarla amada, haciéndole memoria de que lo es. Así mismos sostengo el deseo de que continúe la lectura, estando mi persona dispuesta a darle respuesta por mi repentino abandono en mi juventud. Abandono que le provocaría por un largo tiempo el bañar las calles de llanto, según tengo entendido.

Mi dama de plata, mis sentimientos hacia usted no han cambiado, le suplico me excuse por comenzar en este instante, precisamente, evocando mis sentimientos e hiriendo los suyos, sin embargo es necesario, al estar ya tan cansada de vagar cabizbaja para que nuestras miradas no tenga por qué toparse. La vergüenza me carcome, al recordar mientras le escribo en lágrimas bañando las hojas y esparciendo la tinta en llanto, lo duro que sería la separación, inmensa si la comparo con la noche que nos conocimos por equivoco. Esa noche que son como todas, donde sin falta, usted daba desmesurados paseos no bien el cielo se tornaba a las tonalidades de acuerdo a sus embelesadas vestimentas plateadas, restando importancia a su entorno que estaba compuesto de caballeros galantes, llenos de palabras afables a su persona, dispuestos a apostar su suerte por una de sus sonrisas.

Esa noche usted me envolvió una de sus sonrisas para después obsequiármela. Mi persona desolada deambulaba por la calles en busca de puentes de piedra, de uno lo suficientemente alto para despedirme de mi acompañante la esperanza. Estaba dispuesta a todo por olvidar el rostro moreno y afable de un plebeyo, considerando que el futuro estaba torcido si el joven no me amaba, así su persona hizo acto de presencia en mi desolación, irrumpiendo mi soledad, y alumbrando la esperanza para que no la perdiera y la volviera a tomar en mis brazos. De acuerdo con mi memoria, querida, usted me llenó el rostro de besos, remplazando la nostalgia para poder relatarle como quería arrojar mi juventud.

Concluido mi relato usted se marchó y sin ser el interés de alguna de las dos, mi amor usted lo tomó. Le quise gritar mientras la observaba alejarse, la intenté seguir, y fue entonces, solo entonces que noté que mi amor no me pertenecía, que el sentimiento solo lo poseía un momento antes de estar cara a cara con mi motivo. El motivo de amar.

Mi cielo, y es que ahí se encuentra su cuidad blanca, lejos de mis caricias pero cerca de mis sentimientos, yo le buscaría otro significado a los puentes con la intención de buscar la torre más alta si la encontraba, e inclusive llegaría a plantearme la idea de llegar hasta la campana de la catedral con el deseo de que una de mis poemas usted escuchara, haría la campana resonar, si falta hacía. Eso no sería necesario, porque cada noche sin falta usted paseaba e iluminaba los rincones más oscuros de las calles de Quetzaltenango, dándoles otros significado.

De la caravana de los galanes que cerca de usted caminaban, yo comenzaría a formar parte.

Llevando conmigo el obsequio de su sonrisa junto a los poemas y serenatas que cada día, a la luz del día le escribía.

Le dedique las serenatas más hermosas jamás escritas por mi ser, podrían no haber sido dignas de elogios, sin embargo esas torpes y apresuradas palabras eran y son, como la carta que hoy redacto, sinceras. De todo lo que estaba dedicado a usted mi señorita, los poemas fueron lo que con más entusiasmo realizaba, al ser bien sabida su posición de dama elegante e inteligente por igual, de su belleza ni hablar, que me hacía enmudecer son una simple mirada. Miradas que me valió el que mi persona se hiciera notar nuevamente. Permitiéndome una noche que usted no se sentía en la mejor posición para descender de su noble ciudad blanca, el asomarse a su balcón y escuchar uno de mis poemas. Usted desde el balcón, yo desde un puente de piedra, intentado no perder el equilibrio mientras le declamaba en un poema mi amor. Creí que mi poema lo tomaría como el de otro simple admirador, y fue cuando no solo perteneció sin mi consentimiento, nuevamente, mi amor, sino, mi respeto, porque su inteligencia se hizo prevalecer y lo comprendió.

Solo mía seria la culpa de considerarla mía a partir ese día. Al no pasar de ahí, ni una sola noche en la que uno de mis poemas o serenatas esperara a escuchar antes de descender a la cuidad. Donde luego de expresar sin vergüenza mi amor, ocasionalmente se me permitía caminar junto a usted. La compañía con usted siempre seria serena, los relatos sobre su ciudad, tan justa como sincera me hacía sentir que como nuestro amor iba en aumento, no faltaría mucho antes de que junto a usted me permitiría regresar a su noble hogar.

Mi exasperación iba en aumento al dejarla una madrugada en la entrada de su carruaje hacia el retorno a su hogar, y perderla de vista para regresar a mi realidad, donde me sentaba fatal el vacío de su partida, con un mal sabor de boca la desilusión que aún no me encontraba partiendo junto a usted, en su hogar utópico y su amor desmesurado como compañía eterna me hizo dudar de usted.

Que mal me hizo creer que usted me pertenecía, y que yo le pertenecía a usted. No sabía que nunca nos poseeríamos aun si nuestro deseo era. La juventud sienta mal en el amor, sin embargo no le quita lo dulce que puede ser, y que se pierde en la adultez.

Ahora, a partir de aquí, me gustaría excusarme. Pero al hacerlo sabría que no he alcanzado la inteligencia que siempre la caracterizó a usted. Por ello le relato con la poca creatividad que aún me queda, el día en el que la observé a lo lejos, como con deleite un joven le ejecutaba una hermosa melodía, sincera, dulce y apasionada, plasmadas en la marimba de la manera que no podrían comparársele nunca otra melodía igual. Imitarla, quizás, y ni aun así podría desbordar el sentimiento que en usted provoco esa noche, porque la observé derramar pocas lágrimas. Motivo que desencadenaría mi cólera, así como mis celos.



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En el texto hay: romance, amor, poesiacorta

Editado: 15.07.2023

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