La dama de Rojo

6

Las horas pasan y las manecillas del reloj de péndulo corren sin parar. Frederich está como poseído escribiendo en la computadora que, debido a la fuerza con la que lo hace, suena mas parecido a una maquina de escribir.

Por más concentrado que esté, no puede evitar arrugar su cara del dolor, que siente a cada pitada que le da a su habano.

Durante el transcurso de la tarde no tuvo ninguna experiencia más por el estilo, de modo que, siendo las seis de la tarde y con el sol ya descendiendo en el horizonte, pone el punto final de su obra por tercera vez. Relaja sus manos, truena sus dedos y llama a su editor.

—Te voy a enviar ahora el libro y dime si llega completo. Tienen que ser 436 páginas.

El correo es enviado y Frederich aguarda la confirmación bebiendo un poco más.

—Ahí llegó— Carlos abre el archivo y va a la ultima pagina —Ahora si Federico. Llegó completo ¿Qué sucedió antes?

—Nada Carlos. Es que tengo un terrible desorden de archivos en la computadora. Debo de haber enviado un borrador— prefiere escusarse.

Vaya uno a saber cómo se tomaría Carlos de contarle lo que está viviendo. Prefiere masticarlo él solo hasta poder entender que es lo que realmente ocurre. Prefiere eso antes que cualquiera comience a juzgarlo y querer introducir medicamentos en su cuerpo.

De lo que debe encargarse ahora viene a su mente, al momento en que mira las agujas del sombrío reloj de péndulo. En su celular ya está la dirección que le envió Agustina. Tiene un evento al cual asistir. Solo le queda calzarse un atuendo adecuado para la situación y partir hacia allí.

Frederich cruza la puerta de su casa. Viste un impecable traje gris oscuro, camisa negra con botones blancos, un pañuelo que asoma del bolsillo del saco, haciendo juego con los botones de la camisa y zapatos tan relucientes que podría usarlos como espejo. Se sube en su Ford Focus azul, color elegido por Agustina, para hacer que sus ruedas giren sobre la calle Boulevard, que lo dejará sobre la autopista 18 de enero. Arteria principal de Stonelake. La misma que lo dejará directo en el salón principal del museo de Bellas Artes de la ciudad.

 




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