La dama de Rojo

9

Su apuro lo hace dejar el auto casi en diagonal, estacionado en la puerta de Liberty Books. Al ingresar, se dirige directamente a quien atiende. Un joven que hasta ahora nunca había visto trabajar allí.

—Buenos días, digo... buenas tardes ¿Dónde estaban los libros de King?

—Hola señor Frederich. Un honor tenerlo por aquí— el cordial saludo es habitual que se dé cuando alguien lo reconoce fuera de su madriguera.

—Muchas gracias ¿Libros de King? — insiste, tratando de perder el menor tiempo posible. Tiempo que al parecer se escurre como arena entre sus dedos.

—Sígame por favor— le pide el muchacho y juntos caminan hasta uno de los últimos pasillos de la librería —Aquí están. Tenemos todos sus títulos— agrega.

El joven se retira y Frederich queda de pie frente a una imponente estantería repleta de libros de su maestro, como le gusta llamarlo.

La cantidad de libros del autor es abrumante hasta para el mismo Frederich que, uno a uno, recorre sus lomos con el dedo índice, caminando lentamente y leyendo los títulos para sí mismo.

<< Cementerio de animales, El resplandor... >> le es inevitable sonreír al recordar tan gratos momentos que pasó junto a esos títulos. Infinitos recuerdos vienen a su mente. Se los conoce prácticamente de memoria a todos ellos << Carrie, It, La dama de Rojo >>

—¿La dama de Rojo? — se escapa de entre sus labios

Toma el libro y contempla su portada. Un fondo negro deja ver poco a la figura de una mujer, tapada por la sombra que no permite distinguir su rostro, luciendo un ajustado vestido rojo y envuelta por un humo casi imperceptible.

Al abrirlo comprueba de que las primeras letras de dicho libro son las mismas que mostraba su computadora, su archivo, su libro.

—¿Le gusta King? — pregunta una voz femenina muy cerca de él.

Al girar comprueba tiene a la mismísima dama de rojo frente a él. Esto lo sobresalta.

Tanto el vestido como el aspecto de la dama de rojo es diferente en esta ocasión. Si bien el color que la cubre es el mismo, esta vez su ropa es más suelta, bamboleante por sus movimientos y de breteles muy finos, terminando de forma acampanada sobre sus rodillas. Su rostro, carente de maquillaje en su totalidad, deja ver su cutis suave y delicado. Su sonrisa lejos está de verse perversa y su mirada es profunda.

—Tranquilo — le dice la dama que, lejos de mostrar ese aspecto misterioso, se la ve relajada y con una sonrisa de lo mas cálida —. Parece que hubiera visto un fantasma.

—No, no— sus palabras son acompañadas por una risa nerviosa —. Es que me ha tomado por sorpresa— agrega tratando de solapar su nerviosismo.

La dama igualmente lo nota e insiste con la pregunta.

—¿Le gusta King?

—Claro que si— contesta aún perplejo por la situación y sin saber realmente como mostrarse frente a ella —Es quien me inspira a hacer lo que hago.

—¡Yo amo a King! — exclama con una gran y hermosa sonrisa, dejando visible sus perfectas perlas blancas, mientras aprisiona el libro que lleva contra su pecho. —¿Tu eres escritor?

—Así es... es más, ese libro que llevas ahí... es mío— Nervioso o no, permite que salga su faceta de egocéntrico.

La dama de rojo, incrédula, abre el libro y observa que, la solapa, lleva la foto de quien tiene enfrente.

—Increíble. Te juro que me llamó poderosamente la atención— algo ruborizada, la dama se presenta —. Mi nombre es Scarlet— extiende su mano.

—Un gusto. Mi nombre es Federico— pasando por alto la mano se acerca y la saluda con un cordial beso en la mejilla.

—Si, Federico... Frederich— agrega ella observando el nombre del autor que lleva la portada del libro que está dispuesta a comprar.

La conversación es amena y fluida. El interés en común por la literatura y la buena predisposición de la dama lo hace posible. Juntos caminan hacia la caja mientras continúan hablando sobre libros. Frederich aprovecha para contarle pequeños detalles del que va a comprar. Al llegar junto al mostrador, Federico toma el libro de Scarlet y se ofrece a pagarlo.

—Este va por cuenta mía. Tómalo como un pequeño obsequio por tan linda platica.

El rubor en Scarlet se acentúa. Frederich paga también por "La dama de Rojo". Ambos son colocados dentro de una misma bolsa y juntos dejan Liberty Books.

Fuera de la librería continúan la conversación, camino al Ford azul que lo aguarda diagonal junto a la acera.

—El que llevas tu es un excelente libro— comenta ella haciendo alusión a la compra del escritor.

—Aunque te parezca extraño, como a mi me lo parece, aún no lo he leído.

—¡Ey, Federico! — se escucha gritar a alguien a unos metros de ellos. Caminando por la misma cuadra de Liberty viene Javier. Su entrañable e inoportuno excompañero.

—Aguárdame un segundo— Frederich, bolsa en mano, se acerca hacia él. Mientras que Scarlet aguarda junto al Ford azul.

—Hola Javier ¿Cómo estás?

—Bien, que bueno que te encuentro— en su voz hay entusiasmo —¿Qué tienes que hacer hoy a la noche?




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