Lucy había ido al límite de la ciudad antigua, como lo hacía todas las tardes, a contemplar a esas mediocres personas y sus deprimentes vidas. Pero no contó con encontrarse con una sorpresa que la dejó helada. Carlos.
Su amado estaba allí, del otro lado de la valla mirando hacia aquí. El oficial lo había corrido, sin embargo cuando creía que lo había perdido otra vez y estando ahora dispuesta a retenerlo se preparaba para emplear sus poderes forzándolos así a detenerse y regresar a ella, él mismo lo hizo voluntariamente.
Carlos volteó y sus miradas se cruzaron como aquella vez, tantos años atrás en el jardín de la mansión de un amigo de sus padres. El amor volvía a florecer en ella junto al anhelo y el deseo. La respiración se le entrecortaba mientras lo observaba allí.
Había regresado, tal como le hubo prometido tiempo atrás. Pero ¿Por qué se marchó sin decirle nada? Estaba dolida, muy dolida. La tristeza afloró nuevamente en su corazón cuando el se volvió a marchar. Por eso le susurró "Por favor, no te vayas". El viento llevó sus palabras al oído de Carlos. Lo sabía perfectamente. Pero él no se inmutó y sin importarle nada se alejó dejándola nuevamente sola y desamparada.
Lucy llegó a su casa triste y furiosa, sus esclavos la sirvieron lo mejor posible pero ella los torturó empleando su poder hasta dejarlos sin fuerzas en el suelo exaustos. No podrían morir si ella no lo deseaba así, tampoco podían irse de allí ella no se los permitía.
- Está noche te traeré junto a mí - susurró Lucy.
Luis aguardaba que llegase la noche con tanto deseo que las horas le resultaban eternas. Verla, quería verla otra vez. Cuando las luces de la ciudad se encendieron Luis abandonó el hotel. No llegaba aún al límite de la ciudad cuando la vió.
Ella estaba allí, de pie contemplándolo con esos enormes ojos verdes. Toda ella era tan hermosa que despertaba en él deseos pecaminosos. ¿Quién eres? Pensó ¿Cómo te llamas? Pero inmediatamente supo la respuesta a esas preguntas.
- Lucy - susurró - Tú eres Lucy ¿Verdad? - ella asintió con la cabeza. Luego le estiró el brazo derecho invitándolo a seguirla - ¿Quieres que te siga? - nuevamente ella asintió con la cabeza - Bien - él colocó su mano sobre la de ella y se sintió flotar.
Múltiples imágenes aparecieron en su mente mientras ella lo besaba con pasión. Se vió a sí mismo a su lado, amándola y deseando la con locura.
Sintió la angustia al sentirse rechazado por su padre y la desesperación cuando ella le reveló que la habían prometido a otro y se alejaría de su lado. Aquello sucedió en otro tiempo y otra vida.
No podía concebirlo y supo en ese instante qué debía hacer. Llevársela consigo lejos, lo más lejos posible de ese lugar. Se lo propuso y ella aceptó.
Habían quedado en encontrarse a la noche siguiente pero ¿Qué sucedió?
El Conde que le había pedido matrimonio a sus orgullosos padres interfirio. Lo sorprendió en su propia mansión y para cuando reaccionó era tarde, caía muerto por sus asesinas manos.
- Carlos, ven conmigo mi amor - le dijo ella regresando lo al presente ¿Por qué me abandonaste?
- Lucy - le dijo él - Nunca te abandoné mi amor
- Si, lo hiciste y me sentí tan triste y desdichada
- Me asesinaron
- ¿Qué?
- El Conde,tu prometido, te siguió hasta mi casa y nos escuchó aquella noche. Espero a que te fueras y me asesinó. Luego llevó mi cuerpo a su mansión y me enterró en su mausoleo familiar. Por eso no fuí aquella noche, por eso no pude estar a tu lado.
Lucy escuchó aquello asorada. ¿Cómo fue posible aquello? Carlos, su amado, asesinado por ese hombre tan ruin y ella ignorando lo todo.
- Yo...no sabía nada...yo...te amo tanto.
- Lucy...mi amor - ella lo fue guiando hacía el corazón de la ciudad antigua donde sus víctimas los rodearon. Luis fue contemplándo los uno a uno - Ellos son tus víctimas ¿Cierto? - Las tristes y desesperantes miradas de esos muchachos lo enternecieron - Liberalos
- ¿Qué?
- Déjalos ir - él acariciaba su rostro de porcelana - ¿Acaso no ves sus sufrimientos?
- ¿Sufrimientos?
- El dolor de haber sido atados aquí y forzados a permanecer lejos de sus amadas es indescriptible. Yo lo sé perfectamente.
Lucy los contempló detenidamente y por primera vez fue conciente del daño que les ocasionó a todos. El arrepentimiento golpeó su corazón
- Perdón - les dijo a todos - Pueden marcharse ya...
El conjuro fue destruido y la maldición se desvaneció liberandolos a todos
- Gracias - le dijeron a ella mientras sus cuerpos se desacian convirtiéndose en polvos - Ella te estuvo esperando hasta hoy - le dijo uno de ellos antes de desaparecer en el aire.
Sus almas eran libres al fin. La oscuridad del lugar desapareció también quedando la luz intensa y maravillosa. Luis y Lucy fueron testigos de esa espectáculo hasta que los espíritus de esos jóvenes se perdieron más allá del firmamento y sus cuerpos sin vida cayeron al suelo.
- ¿Vendrás conmigo Carlos?
- Luis, ahora me llamo Luis
- No me importa como te llames, sigues siendo el amor de mi vida ¿Vendrás conmigo?
- Pero eres inmortal, mírate. No envejeces mientras que yo...
- Tampoco envejecerás amor. Si lo deseas podrás tener la juventud eterna junto a la inmortalidad.
- En ese caso estaré a tu lado por toda la eternidad.
Lucy besó a Luis otorgándole lo prometido y como en esta ocasión aquello estaba unido al amor mutuo, Luis pudo transformarse completamente como ella. Tenía la verdadera inmortalidad sin esclavitud ni padecimientos.
- ¿Qué haremos a partir de ahora? - quiso saber Lucy
- Recorrer el mundo, tienes mucho por aprender y la eternidad por delante.
Ambos jóvenes se alejaron de allí pero dejaron rota la valla para que la ciudad vuelva a ser una sola. De esa forma la leyenda de la Dama De Rojo se convirtió en el tesoro del lugar que atrajo a innumerables turistas con el correr de los meses. Además pudieron encontrar al fin los cuerpos de los jóvenes desaparecidos tiempo atrás y aquel lugar fue revestido para el turismo.
Luis y Lucy tuvieron una interesante existencia pero eso forma parte de otra historia y debe ser contada en otra ocasión...