La Dama del Tiempo

Capítulo Único

La Dama del Tiempo.

Con ese nombre forjé mi reputación entre los humanos.

Mi existencia abastece este poder desde el mismo inicio de la vida. Desde mis aposentos he visto como evoluciona el mundo y las criaturas que lo habitan. Sus ríos, bosques, tierras, toda clase de tecnología y el comportamiento que han desarrollado en su travesía.

Ese es el cántico que siempre le digo a los clientes la primera vez que pisan mi casa de té. Quien me visita es porque requiere de mis servicios. La mayoría ha perdido parte de su vida en asuntos superficiales como juicios, divorcios, malos amores..., y necesitan recuperar años valiosos para invertirlo en otros asuntos que también considero insignificantes.

Porque todos acuden a mí cuando descubren que su único enemigo es el tiempo.

A ellos les falta lo que a mí me abunda, pero tiene su precio. Mayor es el deseo, mayor es el costo. Nada sale gratis en la vida ¿Qué esperaban?

Eso se lo expliqué a uno de mis clientes. Un joven mundano que solo me veía de arriba a abajo con intriga. No sé qué vería de extraño. Si mi larga cabellera azabache o mis vestidos de terciopelo adornados con flores.

Deseo un mes más de vida, fue lo único que dijo.

A partir de ese momento, se convirtió en un cliente regular. Demasiado regular para mi gusto. Cada mes venía por lo mismo. Empezó a traer presentes como muestra de agradecimiento y pasaba más tiempo aquí jugando con las flores. Su presencia irritante y sus torpezas casi queman mi jardín.

Estudié su comportamiento durante varias visitas. No entendía su apego emocional al recinto hasta que me atreví a preguntarle.

Solo quiero acompañarte. Siempre estás sola.

Y por primera vez, me sentí expuesta. Yo tenía todos los milenios del mundo y, aun así, era prisionera de mi propio poder ¿De qué servía este maravilloso lugar si vivía encerrada?

Después de su confesión, el joven me visitó todos los días. Sus ocurrencias me alegraban y sus necedades parecían las de un niño. Con su ayuda me permití soñar, anhelar y sentir. Su compañía se convirtió en un hábito.

Y sin darme cuenta, me había enamorado de él.

Pero no podíamos estar juntos. Nuestra historia debía ser efímera porque siendo un mundano iba a morir y yo seguiría con mis labores.

Ese es el precio que debíamos pagar.

Sabiendo las complicaciones, mi joven amante decidió obsequiarme un último presente de amor y que, sin importar las consecuencias, me pidió que no lo odiara.

"Deseo tener todo el tiempo del mundo".

Con esas palabras firmó su condena eterna.

El precio era demasiado elevado pues equivalía a convertirse en el dueño del tiempo. Sin embargo, solo podía existir un encargado de tal poder.

Él iba a arrebatarme el dominio para cumplir mi anhelo más profundo.

¿Cómo podía odiarlo?

Su condena se convirtió en mi libertad.

Te recordaré por siempre mi amado. Aún en el misterioso ciclo del más allá.
 

La Ex-Dama del Tiempo




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