Lo que está arriba, lo que está abajo
Lo que vino antes y lo que vino después.
Y quien no se preocupa por el honor de su creador,
Mejor hubiera sido no haber venido al mundo (1)
No entendía nada. Y lo poco que entendía solo le provocaba deseos de arrojar esa maldita cosa al fuego. Dios, estaba seguro que ese libro era una cosa satánica, pagana, o algo peor. ¿En qué rayos se había metido? ¿Qué clase de persona guardaba un libro de esa naturaleza a vista y paciencia de cualquiera? ¿Por qué no se quemó mejor? Guillaume había escuchado que los libros malditos no eran consumidos por el fuego, que el maligno los protegía. Eso de seguro le pasó a aquella cosa.
Para desgracia suya, aquel libro maldito era la única pista que tenía para entender su situación como caballero de la orden. Bueno, como gran maestre. Pero, ¿qué podía sacar de ella? Latín no era, griego tampoco. No podía entender el significado de aquellas palabras. Para empezar, ¿eran palabras? ¿Qué clase de letras eran? Más que letras parecían dibujos, o rayas, o lo que sea. Todo ese libro era símbolo tras símbolo, y una que otra cosa tal vez podría interpretarla.
La mañana después del baile decidió salir de Cabaret. Arnald seguía disgustado, de seguro que estaría lejos de él todo el día y solo iba a quedarle servirse de Pons. Por eso le pidió al joven siervo que avisara a sus guardias que irían a Saissac a ver unos asuntos. Todo se dispuso de inmediato, y Guillaume partió a caballo directo a su castillo. Al menos, pensó, regresaría antes del anochecer. Esa zona tenía apariencia tranquila, y no había escuchado muchos rumores sobre bandas de proscritos, pero no podía confiarse.
Al llegar a Saissac notó que al menos ya estaban recogiendo los escombros. Pronto llegaría el día de cobrar a sus arrendatarios, así que decidió llevarse los libros con las cuentas para revisar. Eso se salvó del incendio, pues era Reginald quien las guardaba. Fue una visita rápida, pero él llevó consigo aquel libro que Arnald encontró.
Pidió que nadie lo molestara, y con el libro bajo el brazo, se fue hacia el cementerio familiar. Sin siquiera cuestionarse lo extraño de todo eso, Guillaume se sentó al lado de la tumba de su padre y empezó a revisar el libro. Fue ahí que le dieron ganas de quemarlo.
—Bueno, si no lo quemo, me queman a mí. ¿Te imaginas que me encuentren con esto? —Preguntó mirando la tumba. Si, le estaba hablando a su ausente padre—. ¿No pudiste ser claro una vez en tu vida, eh? Siempre con tus misterios. Me dijiste esa mañana que no podías solo contarme las cosas, que un iniciado debe conocer... ¿Conocer qué? ¿Qué clase de rituales satánicos son estos? ¿Qué hace la orden en verdad? —Agregó mientras abría el libro. Señaló justo a una hoja particular—. No sé, padre. Ya hasta dudo que sean cosas del diablo. Esto es más antiguo, ¿verdad? Recuerdo que una vez me dijiste que este mundo es más viejo de lo que creemos, y que esconden saberes que no podemos comprender. Te referías a esto al parecer.
De lo que no le quedaba duda era que aquel libro tenía extrañas instrucciones, o referencias. Miró su anillo, se lo quitó y lo observó bien. Sin duda parecía ser una especie de sol, o tal vez una estrella. El dibujo que le daba la bienvenida debería ser el más revelador. Se trataba de un tipo, tal vez un rey o una especie de dios pagano, entregando esa estrella o ese símbolo a los humanos. Tenían que ser humanos, pues las figuras eran más pequeñas. El resto era indescifrable, no tenía idea de qué decían los símbolos de abajo.
Las otras ilustraciones eran parecidas, y también había otros donde gente extraña parecía adorar o mirar directo a esa estrella. El mismo símbolo de su anillo. También encontró otros dibujos que no parecían tener relación, pero que se parecían entre sí. Hombres domando bestias mitológicas, cerca de esas ilustraciones había extraños símbolos acompañados de lo que suponía eran instrucciones. ¿Qué eran esos? ¿Hechizos tal vez?
Lo que más encontró fueron círculos extraños con varias anotaciones. Los círculos se parecían, pero no todos los textos eran iguales. Y a juzgar por la contextura de los pergaminos, algunos eran más antiguos. Tal vez ni siquiera eran de la zona.
Era poco lo que Guillaume podía entender después de revisar con detenimiento aquel libro. Cuando Arnald lo encontró apenas le echó un ojo, pues varias hojas estaban pegadas unas a las otras. Tuvo que abrirlas con cuidado para revisar el contenido, de seguro que ni siquiera Arnald vio eso. Lo daba por hecho, pues estaba seguro que si su paje hubiera visto esas cosas entraba en pánico y lo quemaba antes de entregárselo.
—Es una recopilación, ¿verdad? —Le preguntó a la tumba de su padre—. Los mismos símbolos, dibujos similares. Pero son diferentes interpretaciones de lugares distintos, y seguro que también en tiempos diferentes. Vamos, viejo. Hablabas en serio cuando decías que esto era peligroso. Y más antiguo de lo que pensaba...
En sus manos tenía pruebas de que tal vez varias civilizaciones antiguas y caídas habían conocido el Grial, que este de alguna forma había sido entregado por gente con poder, y que muchas personas se habían encargado de protegerlo. ¿Qué era en verdad el Grial? Acarició despacio el anillo con el símbolo de la orden. ¿Qué era eso que llevaba? ¿El sol? ¿Una estrella? ¿Por qué era importante? Suspiró. Lo único que tenía claro era que en base a dibujos no podría entender nada, necesitaba encontrar a alguien capaz de interpretar al menos uno de esos idiomas antiguos.
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Editado: 08.09.2022