7:00 am
De nuevo.
Abrí los ojos otra vez, en la misma jodida habitación, pero al mismo tiempo muy diferente, no era posible que me lo estuviera imaginando todo. Joder, no podía distinguir ya que era lo que estaba aquí ayer y que no.
Mi madre tocó la puerta de mi habitación, lo mismo que hace 3 jodidos días, ella se veía idéntica a mi madre… Pero estaba segura que ella no era mi madre.
Quería gritar, enfurecerme con esa mujer frente a mí, obligarle a que me dijera que coño estaba sucediendo aquí, que me sacara de aquí… Que me devolviera a mi habitación. Pero solamente me quedé congelada en el sitio observándola con detenimiento mientras se acercaba a mí, ella me sonrió con dulzura.
Tétrico. No me vino ninguna palabra más a la mente, porque esa sonrisa no parecía humana en absoluto, era más bien un reflejo mentiroso, como si estuviera forzándose a sonreírme. Pero lo más extraño que parecía atormentarme, era una ligera sombra a su alrededor, no era normal, se movía como si poseyera conciencia propia. Apareció detrás de la mujer; Irene no parecía consciente de que su jodida sombra se estaba moviendo como si fuera un ser independiente, y no su maldita sombra.
—¡Irene! ¡¿Qué demonios es esa cosa?! —señalé aterrada la figura humanoide de la sombra detrás suya, pero ella no pareció reaccionar, solo siguió con esa sonrisa de mierda parada en el mismo lugar sin siquiera moverse.
Por instinto quise salir, pero la mujer que no se había movido hasta ahora, se interpuso en la puerta, empujándome al suelo con una cachetada. Caí de trasero en el suelo, un dolor sordo me ardía en la mejilla, pero no era nada comparado con el pánico que comencé a sentir cuando la mujer comenzó a caminar hacia mí.
Me alejé gateando antes de levantarme bruscamente para intentar buscar una salida, pero Irene, o lo que fuera que esa cosa fuera intentó alcanzarme; la esquivé justo a tiempo evitando que me sujetara del cabello, aproveché para rodearla con todas las fuerzas que tuve y corrí, directo a la puerta girando el picaporte con total ansiedad, cuando por fin se abrió no lo pensé dos veces y bajé corriendo las escaleras.
Irene me siguió junto con esa sombra detrás suya, ella no dejó de sonreír en ningún momento; pero no podía importarme menos ahora, abrí la puerta de entrada lo más rápido que pude e intenté salir corriendo.
—Lo siento, creo que eso no será posible. —Una voz tenebrosa, que no era en absoluto la de una mujer amable como lo sería mi madre se escuchó, lo siguiente que supe era que me tomaron el tobillo antes de lograr salir y caí.
Tropecé con brutalidad, me hice un pequeño moretón en el rostro, pero no fue nada comparado con el dolor que sentí cuando unas manos me sujetaron el cabello con fuerza, obligándome a levantar la cabeza, pude ver a mi “madre”, Irene, sonriéndome mientras me inclinaba la cabeza como si quisiera romperme la tráquea. Jadeé, grité, pero justo cuando sentí un leve clic en mis huesos, algo, o mejor dicho alguien, sujetó a la sombra detrás de Irene con una fuerza que me sorprendió.
Irene me soltó al instante jadeando de dolor, es alguien estaba estrellando a la sombra por las paredes con brutalidad, como si aquella cosa fuera materia o un ser viviente, pareció sangrar, incluso pude notar como le cortaban la cabeza. El sonido de la carne desgarrándose resonó en la habitación, lo siguiente que vi fue la cabeza de Irene caer al suelo con un ruido sordo, la cabeza rodó hasta quedar frente a mí, aún tenía esa tétrica sonrisa, solo que ahora, estaba cubierta de sangre, los ojos de aquella mujer… Mi madre, estaban blancos, y de la cabeza brotaba tanta sangre que el piso se tiñó de tal color.
Ahogué un grito de puro terror al ver eso, la sangre ahora manchaba los pisos de madera, y aquella sombra había desaparecido, como si nunca hubiera existido. Estaba en un estado de shock al observar aquella muerte.
No es mi madre, pero es idéntica … Quiero llorar… Me duele… Joder me duele… No es mi madre, no es mi madre… Pero se parece tanto, siento que mi corazón se está desgarrando en millones de pedazos.
—No deberías sentir pena por alguien que casi te rompe el cuello, dulce pétalo.
Una voz interrumpió mi estado de trance… Era este chico de nuevo, maldito cabello plateado, malditos ojos negros…
—¡¿Qué diablos haz hecho?! —Me desquité, estaba aterrada, asustada, sentía un dolor agudo en el pecho, aunque no debería, y no entendía nada. Me estaba volviendo desquiciada.
—¿Esa es tú manera de agradecerme Lila? Yo esperaba algo más digno de alguien tan “amable” como lo eres tú pequeño Tulipán. —Erynn sonrió de oreja a oreja y comenzó a elevarse en el aire, esa cola de demonio que le salió por detrás no me hacía sentirme mejor. — De verdad que esperaba al menos un, “gracias” pétalo…
—¿Por qué me salvaste? —fui directa al grano. Estaba en un jodido paralelismo, no sabía lo que era real, lo que no… Lo único que cambiaba cada vez que abría los ojos era él… Lo único que no parecía irreal, a pesar de tener una maldita cola, era él.
Podría jurar que en el rostro de Erynn vi una ligera mueca, pero la disimuló con una sonrisa sarcástica.
—¿De verdad importa el motivo? —preguntó mientras se recostaba en el viento y movía su cola de lado a lado.
—¡Claro que importa joder! —Le grité, furiosa y asustada— No sé en donde carajo estoy, ni por qué estoy aquí, y por supuesto no sé quién diablos eres tú, solo sé que cada vez que abro los ojos en vida ¡tú eres el que me la quita! El dolor que siento cada vez que me despierto parece real… ¡Pero ya no tengo ni la más remota idea de si siquiera tú eres real!
La sonrisa de Erynn desapareció, su cabello plateado reflejaba la luz tanto que casi no podía ver su rostro, pero podía notar un destello de algo parecido al… ¿aburrimiento? Como si no fuera la primera vez que le hacen estas preguntas él se recuesta en el viento, su cola de demonio para de moverse para acomodarse con suma sutileza.
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Editado: 27.03.2025