La debilidad del Arcángel (bilogía Arcángel - Libro I)

Capítulo 31: El conflicto del corazón

Azrael caminaba solo por la vasta extensión del bosque, sus pasos resonando en la tierra húmeda mientras la luz de la luna se filtraba entre las ramas de los árboles. Había llegado al lugar para reflexionar, un rincón apartado del mundo donde nadie podría interrumpir sus pensamientos. En su pecho, una carga pesada parecía irremediablemente ligada a su ser: la misión que le había sido encomendada por los cielos.

El cielo se encontraba despejado, pero él no podía evitar sentirse atrapado en un torbellino de dudas. Miraba al horizonte, buscando alguna señal que le indicara si estaba haciendo lo correcto. El amor que sentía por Isabella le era tan nuevo, tan vibrante, pero al mismo tiempo tan erróneo según las leyes celestiales. A lo largo de su existencia, había sido testigo de la humanidad, con su dolor y su belleza, pero ahora, como nunca antes, sentía que esa conexión lo desbordaba.

Su vínculo con Isabella no era solo de amor, sino también de una comprensión profunda. Había algo en ella que lo hacía sentir que su misión aquí, en la Tierra, debía ser diferente. Su alma se alineaba con la suya de una manera que ni siquiera él podía comprender completamente. Pero ese sentimiento le inquietaba.

"¿Estoy cumpliendo con mi misión o estoy perdiéndome en mis propios deseos?", pensó Azrael, su voz interior cargada de tensión.

Un susurro de viento lo interrumpió, y en ese momento, un brillo tenue apareció frente a él. El ángel alzó la vista y vio a Elías, quien apareció de la nada, como si el mismo viento lo hubiera traído. Azrael sabía que Elías era un ángel que había sido enviado por los cielos en más de una ocasión para vigilarlo y asegurarse de que no se desviara de su misión.

"Azrael", dijo Elías con su tono suave, pero firme. "No estás solo en esto. Entiendo que este conflicto interno te pesa, pero debes recordar cuál es tu propósito."

Azrael lo miró fijamente. Elías, a pesar de ser un ángel más joven en comparación con él, siempre había tenido una sabiduría sorprendente. Sin embargo, Azrael sentía que algo en el aire había cambiado. Elías, aunque bien intencionado, no estaba completamente preparado para comprender los matices de la conexión entre él y Isabella.

"Es difícil, Elías", respondió Azrael, su voz grave. "Nunca antes me había sentido tan... dividido. Isabella es todo lo que los cielos no querían que fuera, y aún así, no puedo ignorar lo que siento por ella."

Elías frunció el ceño, caminando más cerca. "Eso es lo que te hace diferente, Azrael. No eres solo un ángel, eres un ser capaz de sentir. Tu humanidad te está enseñando cosas que incluso los cielos no pueden comprender completamente. Pero debes encontrar un equilibrio. No puedes permitir que esos sentimientos te desvíen de tu misión. Si no lo haces, podrías perder todo lo que has luchado por proteger."

Azrael cerró los ojos y respiró hondo, sintiendo una creciente presión en su pecho. Sabía que Elías tenía razón, pero la conexión con Isabella parecía más fuerte cada vez. Había algo en su corazón que no podía negar, y ese algo lo estaba arrastrando hacia ella, como un imán inquebrantable.

En ese instante, un pensamiento fugaz cruzó por su mente. Sophie. Había sido parte de su vida en otro tiempo, pero ahora, con todo lo que había experimentado, su relación con ella parecía un eco distante, un recuerdo del pasado que ya no tenía cabida en su corazón.

"Quizás el problema no sea lo que siento", murmuró Azrael, mirando al suelo. "Quizás sea el hecho de que todo esto está en conflicto con lo que se espera de mí."

Elías lo observó en silencio, comprendiendo más de lo que Azrael le permitía mostrar. Finalmente, habló con voz más baja. "Lo que se espera de ti no siempre es lo que el corazón necesita. A veces, es necesario romper las reglas para salvar lo que más importa."

Esas palabras resonaron en Azrael, y una chispa de claridad comenzó a formarse en su mente. Tal vez la verdadera misión no era solo proteger la humanidad, sino también encontrar la manera de equilibrar el destino y los sentimientos, de romper las reglas cuando fuera necesario para el bien superior.

Con una nueva determinación, Azrael miró a Elías. "Gracias. Me has dado algo en qué pensar."

Elías sonrió, asintiendo levemente. "Eso es todo lo que puedo hacer. El resto depende de ti."

La conversación con Elías dejó a Azrael con un sentimiento de resolución. Sabía que debía tomar decisiones difíciles, pero la conexión con Isabella le decía que algo más grande estaba en juego. Debía confiar en sí mismo, en lo que sentía, y desafiar las expectativas si era necesario.

A medida que el sol comenzaba a elevarse en el horizonte, Azrael sintió un impulso inexplicable de regresar a Isabella. El lazo que los unía ahora era más fuerte que nunca, y sabía que debía protegerla, no solo como su misión, sino también como su oportunidad para redimirse. Isabella representaba su nueva oportunidad, no solo como ángel, sino también como ser capaz de amar y ser amado, algo que los cielos le habían negado durante toda su existencia.

Mientras caminaba de regreso al lugar donde la había dejado, un pensamiento volvió a su mente: su misión no solo era salvar a la humanidad, sino también entender que, al final, los sentimientos no siempre eran un obstáculo, sino una fuerza poderosa que podía transformar todo lo que conocía.




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