La del fondo

2. Ahora lo entiendo

Pude notar desde lejos que en el tronco del árbol habían unas señas hechas con algo afilado, quizás un cuchillo o navaja, mi abuela me soltó y de su bolso sacó un frasco con algo escrito, no pude notar que era porque ella se movió rápidamente para abrir el frasco y sacar unas bolitas blancas que había dentro de él.
—Hace años que no vengo al Nemeton— Dijo poniendo unas bolitas en su mano para luego arrojarlo.
—¿Qué es?— No pude evitar preguntar.
—Es muérdago, cuando estés a salvo te voy a explicar todo te lo prometo— Dijo para luego lanzar cada una de ellas a su izquierda, lo primero que pensé es que era para distraer a la persona que nos perseguía y lo único que podía entender es que en estos momentos sólo tenía que confiar en mi abuela y en Joe.
Pude lograr escuchar unas ramas quebrándose lo que me hizo entrar en pánico, presentía que algo tenía que ver con mi voz y las que escuchaba. Hoy no era unos de esos días en los que todo está en silencio y tranquilo, hoy mi cabeza estaba a punto de estallar desde que desperté, se escuchaban gritos, sollozos y gemidos de dolor.
Cuando era más pequeña solía pensar que era gente pidiendo ayuda pero mi madre se encargó de hacerme sentir como una loca y hoy a mis 17 años deje de buscar respuestas ya que yo me convencí de que lo estaba, aunque mi abuela me dijera que no era así y que un día iba a poder salvar a una de esas personas.
—¿Qué escuchas?— Escuché una voz delante de mí preguntándome lo cual me sacó de mis pensamientos.
—¿De qué hablas?— No quería hablar con un completo desconocido sobre el porque mis compañeros me consideran rara.
—No estás loca y lo vas a entender pronto, ¿ Que escuchas ?— Quise negar y decirle que no sabía a lo que se refería pero él sabía algo y no iba a parar de preguntarme.
—Una multitud de gente gritando y pidiendo ayuda, niños llorando y buscando a su madre, mujeres pidiendo piedad y ayuda, todo es un caos, es como si los tuvieran acorralados o encerrados— Dije pausado y pensándolo todo era muy confuso, el solo me sonrió y se acercó a mi abuela, no alcance a escuchar que le decía pero mientras él le hablaba, mi abuela me miraba con una sonrisa de pesar y en sus ojos se podía notar dolor, tristeza.
Luego de caminar unos minutos luego del árbol pude ver una cabaña en la cual, al parecer no había gente, no era muy pequeña pero daba un aire no muy acogedor y ahí fue cuando las voces empezaron a disminuir, había más silencio y tranquilidad.
—¿Mejor?— Me pregunto Joe, sabía perfectamente que se refería a las voces así que solo le asentí.
Mi abuela sacó el anterior collar rojo de su bolso y lo paso por un pequeño círculo que parecía estar hecho de vidrio en aquella puerta de madera, la cual se abrió en cuanto ella retiró la hermosa joya, ella terminó de abrir la puerta y entramos pude notar que la cabaña estaba muy limpia pero totalmente sola.
—Baja a ver que todos estén bien, yo tengo que hablar con Thea— Joe solo se limitó a sonreír para luego desaparecer entre una puerta que parecía llevar a una biblioteca.
—A qué te refieres con todos, ¿Hay gente aquí?— Pregunté.
—Este lugar está lleno de maneras para llegar a la verdadera cabaña y si esta te parece grande espera a ver abajo, la cabaña empieza en el árbol en que paramos hace unos minutos— Quede en shock por lo que dijo si el lugar que había debajo de esto estaba construido desde ese árbol, el lugar debía ser gigante —Pero por ahora tenemos que hablar acerca de ti y todo lo que haz vivido durante estos años.
—No se por que sigues insistiendo, mi madre nos dejó por esto y de igual manera se que no es nada— Dije segura de mis palabras, a mis 17 ya no era tan inocente ni tan apegada a los cuentos de fantasía, al contrario me apegue al hecho de que solo estaba perdiendo la cordura y eso era todo.
—No estas loca y te lo puedo asegurar, tu madre se fue por que no soportaba ni aceptaba el hecho de que fueras diferente y por eso la mataron— Dijo sentándose en un pequeño mueble que había en la sala a lo que yo le seguí —Alguna vez escuchaste el nombre Banshee— Lo pensé un rato y luego negué nunca había escuchado esa palabra ni nada por el estilo —Las banshee forman parte del folclore irlandés desde el siglo VIII, son espíritus femeninos que escuchan los gemidos de muerte de parientes y son consideradas las mensajeras de otro mundo— Pauso un momento y comprendió que yo no entendía el por que me lo decía -Thea tu eres una banshee, un alma en pena.
—Abuela si es una broma o algo por el estilo no es divertido, en serio— Dije.
—No es una broma, una de las cosas que me hizo entender que eras de nuestro mundo es que escuchabas voces y veías cosas que nadie más ve.
—¿Cómo que de nuestro mundo?— Pregunté.
— Muchas de las leyendas sobre hombres lobos, hadas, HellHound y druidas son reales, junto con Joe me encargo de cuidarlos y protegerlos de los cazadores — Luego de un rato hablando sobre el tema, entendí que mi abuela Natalie decía la verdad y que yo no estaba loca, si podía ayudar a esa gente.
Mi abuela me explicó todo desde que era un HellHound o sabueso infernal, un hada, etc. 
—Vamos a abajo, tienes que conocer a los demás— Dijo parándose del sofá para luego dirigirse a la biblioteca y mostrarme una de las entradas secretas. 
Cuando salimos de ese pequeño lugar llegamos a un tipo de sala, desde la puerta pude notar que estaba lleno de personas, en especial adolescentes, algunos tristes, otros confundidos y la mayoría felices, en el momento en que entre sentí un tipo de confianza indescriptible algo me empujaba a las personas como si las conociera de toda la vida.
Como siempre no quise llamar mucho la atención, aunque mi abuela no ayudó mucho con eso ya que en el momento en que entró conmigo los chicos la abrazaron y saludaron, era muy raro ya que ella se veía muy contenta mientras yo estaba incomoda. 
—Ella es Thea, la nieta de Natalie— Escuché una voz que me tomó por sorpresa, era Joe con un chico al lado, unos dos años mayor que yo, alto, se notaba que hacía mucho deporte y con las facciones de su cara muy finas.
—Hola me llamo Damián Jonhson , tu abuela nos ha contado sobre ti —Dijo con una sonrisa un tanto seria y me dio la mano.
—Bueno chicos, los dejo para que se puedan conocer mejor, tengo cosas que hacer— Dijo Joe dejándonos solos, estaba incómoda pero sentía que conocía a Damián de alguna parte, su cara y su voz eran demasiado familiares.
 




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