Narra María Emilia
He llegado al pueblo donde todo comenzó, donde una joven campesina supuestamente perdió su vida por “amor”, es sin lugar a duda la más estúpida decisión que alguien puede tomar con tan solo veinte años, dejarlo todo por nada, por algo que nunca será seguro, la gente que hoy dice quererte, mañana es la que más te destruye, las que dicen que darían su vida por ti, que sin ti su vida no tendría sentido, al siguiente te olvidan, cuando más seguro te sientes, te abandonan, he decidido investigar tan extraño suceso, porque por más que alguien este “enamorado” no sería capaz de suicidarse, los registros no muestran que fue lo que sucedió exactamente, no se sabe si fue un secuestro o se escapó con alguien, después de unos minutos de analizar este solitario pueblo, me encuentro con Olga la mujer más anciana del pueblo, al verme comienza a llorar desconsoladamente, su reacción me toma desprevenida, se acerca mientras se apoya en su bastón.
Hija mía te he extrañado, no sabes cuánto te he esperado
Lo siento, se ha equivocado.- Me acerco con cautela para consolarla
Oh muchacha, disculpa a esta vieja anciana, su belleza me recuerda a mi difunta hija.- dice con timidez
No, tiene por qué disculparse señora.- respondo con cautela.
Tal vez sea por su edad pero es primera vez que alguien a parte de mi padrino me dice bella, siempre he sido la “niña rata”, aquel apodo que marco mi infancia, al principio me odiaba, lloraba mientras mi padrino me consolaba, aquel hombre que fue un padre, una madre, era todo lo que tenía, fue mi única familia, hasta que un día una extraña enfermedad, me lo arrebato, ¿Por qué soy conocida como la “niña rata”?, fácil mi padrino se dedicaba a vender muchas cosas relacionadas con ellas, era su fuente de ingresos y su manera de alimentar su muy extraño pasatiempo, en ocasiones por mi inmadurez le reclame, le dije llorando que lo odia, en mi estupidez muchas veces lo lastime, me concentre en mi dolor, olvidando su sacrificio, su entrega por alguien que no poseía su sangre, cuando falleció sentí que mi vida acababa, que mi razón de ser se esfumaba y mi único ser querido me abandonaba, jamás indague mucho sobre mis padres, nunca los conocí, me conforme con saber que mi madre falleció y mi padre existió, después de la muerte de mi padrino decidí seguir con su pasión, aunque mi única compañía era un viejo ratón que mi padrino encontró.
La voz de la Sra. Olga me rescato de una nueva depresión.
¿Qué te trae por aquí, pequeña?- pregunto con una jovial sonrisa
Como podría decirle a una alegre mujer que he venido en una investigación para dar de baja a la celebración del dichoso “amor” y para ello he encontrada la historia de una mujer que murió por una estúpida decisión, sé que aquí encontraré más detalles de ese triste pero estúpido desenlace, opto por decir una pequeña mentirilla blanca.
He venido despejarme un poco, y que manera más grata que en un lugar tranquilo como este.- respondo con una sonrisa
¿Tiene donde hospedarse, pequeña?- pregunto Olga
Aun no, pero cerca de aquí, hay un hotel, pretendo quedarme hay.-respondo
No quiero sonar imprudente, pero si desea se puede quedar en mi casa, a una anciana como yo le haría bien compañía.- Ofreció con una sonrisa
Pues me parece una idea razonable, acepto solo si me permite pagarle por el hospedaje.- respondo
Hay mi niña, guarde ese dinero para otra cosa, le invito a mi casa sin necesidad de que me algo a cambio.- dice con recelo
Sra. Olga no me gusta ser exigente pero por favor, acepte mi oferta, caso contrario no aceptare su oferta.- digo con cuidado
Está bien, Ud. es una joven decidida, con tal de que se quede conmigo.- dice con alegría.
Fue así cuando sin darme cuenta me embarcaría en una extraña experiencia, la casa de Olga era gigante, tenía un aspecto acogedor a pesar de que su decoración era casi de los ochenta, al llegar los primeros en recibirnos fueron unos niños, con sus sonrisas de par en par mientras gritaban abuela, por un momento me dio miedo ya que no estoy acostumbrada al contacto con personas extrañas, mucho menos con niños, con tan solo cinco minutos pudo determinar que Olga no vivía sola, la anciana con una sonrisa me condujo a una habitación.
Bueno pequeña, en esta habitación puedes quedarte el tiempo que desees, siéntete como en tu casa, apenas termines de instalarte, bajas para presentarte a todos - dijo antes de salir
La palabra “todos” me hizo arrepentir por haber aceptado la propuesta, pensé que Olga vivía sola o con su esposo, pero me he equivocado, aun no sé si tiene esposo o algo parecido pero me queda claro que no vive sola. Miro la que sería mi habitación aunque aún no decido cuantos días me quedare, todo depende de cuánto me tome realizar lo que he planeado, lo que he denominado “contraataque”, se ha visto interrumpida por una extraña ancianita, dejo mi maleta encima de la cama, recorro la habitación es muy acogedora, tiene un armario grande, en su interior tiene una escalera que lleva a un segunda mini planta donde me percato que hay libros, colchas dobladas, fotos antiguas, un radio, siento una sensación rara al estar aquí pero a su vez es reconfortante, tal vez era el escondite de la antigua dueña de la habitación, al salir del armario me doy cuenta de un ventana y junto a ella una pequeña puerta que da al balcón, deja ver el bosque, nunca había tenido una habitación tan grande como esta, ordeno mis escasas pertenencias, junto a la mesa de noche dejo mi vieja libreta, miro el reloj percatándome que han pasado más de dos hora desde que la Sra. Olga me pidió que bajara.