Muchas veces los nombres no importan, solo los hechos. Y los hechos son, por mucho que la gente no llegue a conocer, o entender, que Helena Sharp se perdió una fría tarde de invierno en una pequeña ciudad boscosa. Y los hechos son, aún más, que todos sus habitantes le siguieron. Los pocos que sabemos lo macabro de todo el embrollo, probablemente, nunca hablaremos de aquello con nadie. Todas esas vidas… Todas esas historias.
Este diario… pues, si alguien lo lee, es más que nada para poder desahogarme. Los pensamientos, pesadillas y remordimientos de no poder haber hecho nada por aquella niña me carcomen todos los días. El resto de los ciudadanos también me llaman cuando sueño, pero, por alguna razón, sus lamentos los puedo soportar.
Mi nombre es Henry; y no necesito un apellido. Fui el detective encargado de la desaparición de Helena Sharp.
Editado: 02.11.2025