La policía no encontró nada en aquella sala de cerámica. Era obvio. Si hay alguien capaz de evadir una cámara junto a una niña, ¿por qué dejaría pistas? Sin embargo, todos sabíamos que esa habitación, ese baño y esa ventana, era la respuesta. Ahora solo faltaba encontrar al perpetrador.
Lo único bueno, es que la lista de sospechosos se redujo bastante.
Salí de la escuela para ver las nubes oscuras. Necesitaba información antes de informar a Jennifer sobre los avances del caso. No quería imaginar cómo era sentir esa devastación en el corazón. Cuando era niño, un perro se escapó durante unas horas. Lloré durante todo el intervalo hasta que apareció sano y salvo. Jennifer debía estar mucho peor.
Suspiré. No tenía mejor remedio. No fumo, no bebo y no tengo algún vicio. Bueno, quizás apostar a equipos deportivos en cantidades pequeñas. Nadie es perfecto, pero yo intento mantenerme centrado. Es duro, en especial cuando la vida te golpea demasiado.
Recuerdo que rodeé la escuela ante los ojos de oficiales de policía, maestros, adultos y niños. No me sentía a gusto con los ojos indiscretos sobre mí. Me gusta mantener mi perfil bajo. Para los que lean esto y deseen ser grandes estrellas, conocidos por todos, déjenme decirles que no lo quieren. Si desean algo, que sea tener la suficiente fama para tener un trabajo estable y poder pagar las cuentas. No me malinterpreten, no quiero ser yo quien destruya sueños; pero créanme que cuando todos los reflectores están sobre ti, no es para nada bonito. Investigué un caso de una actriz, donde un fan demasiado interesado entró a robar «ciertas prendas» de la mujer. La pobre mujer ni siquiera era una estrella despampanante. Quiero que imaginen lo que es tener a todo el mundo interesado en ti, en cada movimiento, en cada opinión. Quiero que imaginen lo malo que es no poder salir de casa porque algún idiota puede intentar algo malo.
Pero, dejando de lado mis notas personales, llegué hasta la ventana. La escuela tenía dos protecciones: una natural y otra artificial. La natural era un bosque, o a lo menos un conjunto de árboles de hojas oscuras y atemorizantes. Un poco más allá, zonas de recreo para los alumnos: canchas para hacer deporte, banquetas y todo lo necesario para pasar un buen momento de recreo. Incluso había un edificio enorme que era la biblioteca. Pero lo importante era un muro de concreto que envolvía a la escuela como un abrazo. Lo mejor de este muro, no había cámaras en esa dirección; y también daba en dirección a la ventana donde se produjo la presunta desaparición.
Recorrí con mis ojos aquel muro. Una puerta de madera sobresalía en la parte alejada. Me acerqué para poder darle un vistazo. La puerta era de tablas. Linda, sí; pero no poseía ninguna forma de cerradura. La abrí para echar un vistazo hacia lo que escondía, y era una pequeña caseta casi destartalada sin un camino aparente.
Me acerqué sin mucho cuidado. Era probable que la policía ya hubiese revisado aquel pobre edificio, pero no perdía nada en ver con mis propios ojos. La puerta, si podía llamarse así, estaba carcomida y con pequeños agujeros. La moví, pensando en que se caería hacia atrás cuando las bisagras oxidadas y arruinadas chillaron. La pequeña habitación no era especialmente atractiva en ningún sentido. Una choza con una cama con cobijas de hilos sueltos y de un color poco agradable, una pequeña mesa que apenas se sostenía de su propio peso y una chimenea bastante usada. Al ojo, ni siquiera tenía un baño. ¿Quién viviría en tales condiciones?
Removí las cobijas. El colchón estaba lleno de manchas, agujeros y un olor asqueroso. No pude evitar tapar mi nariz y boca para evitar algo tan fétido. Pero, no había nada.
O, como todo en este maldito caso, eso creía.
Mi pie hizo presión contra la madera. El sonido, para la casi totalidad del mundo, hubiese sido idéntico al de cualquier tabla. Incluso un músico entrenado, y con un oído de pródigo, hubiese tenido problemas para darse cuenta de la trampa.
Arranque con fuerza una de las patas oxidadas de la cama. Mi palanca improvisada se clavó entre medio de las maderas que formaban el piso, y con rabia se desprendieron del suelo.
El túnel que yacía escondido era un tanto siniestro. No había corriente de aire, no había luz, no había nada más que oscuridad. Pero mientras ideaba alguna forma de adentrarme en el vacío, la voz de Catalina llamo mi atención.
—¿Qué haces aquí? —preguntó algo molesta—. Esta cabaña es propiedad privada, abandonada, pero privada.
—Algo me dice que algo se esconde. —Apunté con mi dedo hacia el agujero. Los ojos de Catalina se abrieron y su boca imitó la sorpresa. Me tocó sonreír a mí—. ¿Alguna idea?
Ella se acercó con una linterna en la mano. La luz reveló el túnel.
—Cualquier construcción de este tipo debe ser informada a la alcaldía…
Ambos volvimos a mirar hacia abajo. Con la luz de la linterna pude notar una escalera de mano pegada a mis pies. Mi intuición es buena, incluso más de lo usual, y esta vez, creía que abajo existían respuestas para mi misterio.
—¿Tienes…?
—No. Así que sígueme.
Descendimos. La oscuridad no es una fobia para mí. Si algo me asusta, supongo que son las deudas. Beneficios de ser adulto. Pero… esta oscuridad era distinta. Opresora. Todos reconocemos ciertas situaciones donde estamos en peligro. Es natural. Cuando éramos una especie menos avanzada, podíamos saber cuándo los monstruos antiguos venían en la noche. Figuras alargadas y temibles acechaban en la oscuridad, y solo nuestro instinto de supervivencia nos hacía retroceder para salvar nuestras vidas.
Catalina avanzó, y yo detrás de ella, en una especie de procesión. Dábamos pasos cortos en un túnel con apenas la altura para poder estar de pie. Muchas veces, sentía que algo nos miraba. Incluso sentí una respiración, justo en mi nuca.
Llegamos a una especie de sala subterránea. Era como un búnker. Algunos estantes se agrupaban en una pared sin nada en ellos. A lo lejos, algunas cajas demasiado grandes esperaban cerradas. No es necesario decir que todas y cada una de ellas no tenían nada en sus interiores. Y, lo que llamó nuestra atención sobre todo lo demás, era un símbolo. Estaba pintado en un color oscuro en la pared alejada a la entrada. Era una especie de círculo con líneas que se interconectaban por dentro, formando algo similar a un grabado.
Editado: 02.11.2025