La desaparición de Takill Killaq

Capítulo 4: Un mal sueño

Con la mente llena de preguntas sin respuesta, nuevamente interrogo al anciano del pueblo, en busca de claridad sobre lo que está ocurriendo.

—¿Puede decirme qué pasó con nuestra antigua escuela? —pregunto con cierta urgencia.

El anciano me mira con tristeza antes de responder.

—La vieja escuela fue cerrada hace mucho tiempo, hija. Ya no queda nada de ella.

—Pero ¿ha visto a alguien trabajar en la nueva escuela? ¿Recuerda algo?

Su expresión se ensombrece y veo confusión en sus ojos.

—No ... No lo recuerdo —dijo el hombre agarrándose la cabeza.

—Disculpe, está bien —pregunto al verlo temblar repentinamente.

—¡Ya déjame en paz niña! —respondió todo enojado.

Decido entonces dirigirme a lo que ahora conocen como la vieja escuela, pero en lugar de respuestas, encuentro más preguntas. La estructura está completamente intacta, como si solo le hubieran pasado unos pocos meses desde que fue clausurada.

De repente, una voz femenina emerge a mis espaldas llamándome por mi nombre. Con horror, contemplo que se trata de la misteriosa mujer.

—Veo que olvidamos este pequeño detalle —dice con una sonrisa enigmática—. Esperaba verte hoy en mi casa Jonna.

—¿Quién eres? —respondo mientras me alejo lentamente.

La mujer hizo caso omiso a mi pregunta y empezó a narrar sucesos y nombres extraño, a la vez que se acercaba a mí. Por alguna razón desconocida para mí, sus palabras y su mirada penetrante me provocan mareos y sueño. A duras penas logro escapar tapándome los oídos, pero por más que corro hacia mi casa, siento que no avanzo. Era como si el suelo fuera una cinta de correr que se desplaza al mismo ritmo que yo.

Decido cambiar de dirección y huir hacia el bosque. Esta vez logro alejarme, pero repentinamente una luz blanca empieza a iluminar el ya oscurecido bosque. Ahora, frente a mí se alza un enorme destello blanquecino, en cuyo interior aparentemente se encuentra una persona.

Quiero huir, pero la presencia inspira una tranquilidad que me impide hacerlo. Pronto, el miedo, la ira y cualquier otro sentimiento negativo se esfuman, y mi cuerpo se paraliza, abrumado por un cálido sentimiento de paz.

—No tienes nada que temer —resuena la voz de la mujer en mi mente—. Todo está bien.

Sin poder moverme, las palabras de la mujer me sumergen en un sueño profundo. Una vez más, el desesperanzador futuro de Takill Killaq protagoniza mis sueños. Era extraño, pese a que nuestro publico era desaparecido, solo paz había en los rostros de los habitantes.

Despierto algo aturdida y asustada por lo que acabo de soñar. Mis recuerdos son confusos. Siento que tenía algo que hacer, pero que simplemente se me olvidó. Hablo con mi madre, pero ella me dice que fue solo un mal sueño y que me aliste para mañana, porque será mi primer día de clases.




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