La desaparición de Takill Killaq

Capítulo 5: La niña del pueblo que nunca existió

Aunque todo en mi vida parecía completamente normal, los recuerdos de ese amargo sueño me generaban un sentimiento de haber olvidado algo de suma importancia. Tanto fue así que no pude dormir en toda la noche. Al día siguiente, salí de casa más temprano de lo habitual, caminando hacia la escuela con la cabeza abrumada por los sentimientos.

En las primeras horas de la mañana, un pequeño temblor se sintió que asustó a todos. Miré hacia el cielo y, de repente, comenzó a iluminarse con un cegador blanco brillante. La paz que transmitía aquel resplandor inmovilizó a todos, pero en mí, una sensación de peligro emergió para luchar contra la tranquilidad que me inspiraba.

Entonces, en medio del fulgor, observé entre las nubes aparentemente dos pares de alas sacudiéndose justo en el centro del resplandor. Esto provocó el estallido de múltiples recuerdos pasados que me habían sido sellados. La mujer misteriosa, el destello en el cielo, la nueva escuela... Aunque confusos, todos esos recuerdos regresaron de golpe.

Entre gritos, salí corriendo. Quise detenerme a ayudar, pero sentía que era inútil. Cerca de ahí estaba Freddy junto a su bicicleta.

— ¡Freddy, rápido, ven conmigo! ¡Tenemos que salir de aquí!" —le grité, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

Como no respondía, le arrebaté la bicicleta y huí en ella. Al igual que el resto del pueblo, el muchacho no tuvo reacción alguna. Simplemente se quedó absorto contemplando el cielo con una sonrisa en el rostro.

En mi desesperada huida, tropecé y caí bruscamente al suelo. Terminé co la rodilla fracturada, pero afortunadamente, ya había conseguido escapar de la ciudad.

Desde mi posición, observo cómo una especie de barrera transparente emergía del suelo. Era como ver una pared de agua. Dicho muro rodeó a Takill Killaq y empezó a encerrar todo el pueblo en una especie de domo.Mientras yo simplemente observaba a mi mayor pesadilla hacerse realidad.

Cuando el domo estuvo completo, se tornó de un color grisáceo. Y de repente, inexplicablemente, aquel domo, claramente una figura tridimensional, se transformó en una figura plana de forma circular y desapareció.

Papá, mamá, amigos, todo desapareció aquel día. Lo único que quedó al final fue un enorme cráter en el suelo que poco a poco se iba llenando con el agua del mar.

Días después, llegué a otra localidad, y aunque compartía con todos lo ocurrido, pocos eran los que, entre recuerdos confusos, habían oído algo sobre mi villa. La mayoría simplemente me tomaban por loca o charlatana, incapaces de comprender la verdad detrás de mis palabras y sumidos en la incredulidad ante lo inexplicable.

Los meses siguientes, continué yendo de visita a lo que una vez fue mi hogar. A pesar de que cada vez era recibida por la misma situación, siempre sentía su presencia cerca, como si sus voces aún resonaran en el aire, recordándome los días de felicidad y los momentos compartidos que ahora yacían perdidos en el pasado.

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El tiempo pasó y nunca más se habló de Takill Killaq ni de su única superviviente, la pequeña niña de un pueblo que nunca existió, cuyo recuerdo se desvaneció lentamente en los rincones olvidados de la historia, sin dejar rastro alguno de su breve pero misteriosa existencia.




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