Caminamos por la plaza conversando tranquilamente, Dorian me preguntaba sobre la escuela y mi carrera mientras Tim hacia comentarios qué me hacian reir. Llegamos a una cadena de comida italiana y nos sentamos.
Dorian se sentó frente a mi y Tim a un lado, pedí una limonada junto a unos deliciosos ravioles de queso azul.
-¿Te gusta el queso azul?- Tim me miraba como si hubiera dicho algo asqueroso, no pude evitar reirme de su cara
-Claro, es delicioso. A ti no?- Era común que me perdiera en una conversación ligera, sin embargo sentía una deliciosa presencia qué no quitaba la mirada de mi rostro, sonreí ligeramente mientras Tim hablaba y me preguntaba sobre mis raros gustos culinarios.
-Mostaza! Te gusta la mostaza?- Su risa era tan ligera que me hacia sentir muy cómoda.
-Si, me encanta. Imagino que a ti no…- Sólo fingió un estremecimiento y giró hacia su hermano.
-Te gusta la mostaza y el queso azul, Dorian?- Apenas miraba hacia él sentía como me sonrojaba un poco, le sonreí y él parecía muy relajado.
-Como de todo- Se encogió de hombros y miró a la mesera que se acercaba.
-Ravioles de queso azul, saltimbocca alla romana y para ti, pasta al forno- Dándole una sonrisa sugerente a Dorian, se inclinó un poco sobre la mesa dejando ver parte de su escote, sin embargo él no hizo ningún movimiento, su mirada jamás se apartó del delicioso platillo que tenia al frente. Me sonroje un poco al sentir un pinchazo de celos que trate de acallar lo mejor posible pero al mirar a la mesera no pude evitar ver lo atractiva que era.
-Gracias-Sonreí de forma tranquila pero sabía que burbujeaba a fuego lento, realmente nunca he sido celosa, tampoco he tenido novio pero incluso cuando alguien me llego a gustar nunca senti estas imperiosas ganas de sacarle los ojos a alguien, cuando la mesera se dio la vuelta baje mi mirada, sin embargo mis ojos fueron atraídos por Dorian quien me miraba de una forma intensa, su rostro no reflejaba nada pero aun así me sentí nerviosa, me sonroje sin poder evitarlo y baje la mirada a mi plato.
Comimos tranquilamente y sin más incidentes, Dorian se mantenía callado pero lucia muy relajado, sonreía a los comentarios de su hermano y míos. Tim y yo nos llevamos muy bien, poco a poco empecé a relajarme y para cuando me di cuenta estaba riendo a carcajadas sin pudor alguno.
-Desean ver el carrito de postres? Tenemos cosas deliciosas- ¿Pero qué le pasaba a esta mujer? Al decir esto ultimo, miró a Dorian a los ojos mientras se relamía los labios.
-No, gracias. Solo queremos la cuenta- El aludido mantuvo su mirada pero aunque su respuesta fue muy educada su voz fue bastante fría. La chica no se retiró inmediatamente, lo que provocó unos minutos incómodos.
-¿Quieren ir por el helado?- Dirigí mi pregunta a Tim el cual me sonrió como si entendiera que el motivo fuera aligerar el ambiente.
-Por supuesto, preciosa. Voy al baño y regreso- Cuando se levantó, la mesera salió de su pequeño trance y se apresuró por la cuenta. Me sentía extraña estando a solas con Dorian, saque mi celular para divagar un poco cuando su voz me interrumpio.
-Se que aun vamos a ir por el helado pero no quiero que te vayas como la Cenicienta y no me des tu numero- Tenia una sonrisa tierna y yo diría que estaba un poco nervioso- Si tu quieres, por supuesto- Bajo la mirada a sus manos y mi corazón se derritio un poquito.
-Claro, si quieres apunta tu numero.- Pase mi celular y cuando nuestros dedos se tocaron nos miramos a los ojos. Un brillo extraño paso por estos pero fue muy rápido.
-Listo, chicos.-Tim llegó en el momento exacto cuando me regresaba el teléfono, esta vez sin tocarme, casi por inercia llame al numero de Dorian y bloquee el teléfono.
Después de eso, fuimos por un helado. Pasamos un tiempo caminando por la plaza y después me despedí, no queria separarme de ellos pero realmente tenia que irme.
El camino a casa fue tranquilo y yo no podía borrar la sonrisa tonta de mi cara.
Así pase toda una semana, pensando en los hermanos. El tiempo transcurrió rápido y de pronto estaba lista para tomar el vuelo qué me llevaría a mi gran aventura.
Tuve que tomar un avion, subirme a un autobús y después rentar un taxi, para cuando llegue al pueblo estaba cansada y con hambre, el clima era muy frio y llovía bastante. Toda mi ropa se empapó pero conseguí llegar a una pequeña posada en el centro del pueblo, me registre y subi a mi habitación, el viento era tempestuoso y la tormenta eléctrica hizo que la luz se fuera. Tome una linterna que siempre llevaba conmigo y di vueltas por la habitación que si bien era pequeña estaba muy limpia.
Llene la bañera con agua caliente y me introduje desnuda, mi 1.74 cm no me dejo en la mejor postura pero al menos podía relajarme un poco.
Un toque en la puerta me distrajo y cerré la puerta del baño con el pie.
-¿Quien?
-Vengo a encender la chimenea, señorita.- La voz de la mujer que me recibió en la recepcion era muy dulce.
-Estoy tomando un baño- Grité
-Puedo encenderla ahora para qué la habitación esté caliente cuando salga o puedo esperar- Realmente me tentó encontrarme con una cama tibia así que le dije qué pasara.
A un costado de la tina, estaba la chimenea que al parecer no habia visto, se compartía con la recámara así que al encenderla pude ver las llamas y la habitacion iluminada, no había mucha privacidad pero ciertamente era practico. La mujer se despidió y yo seguí arrugandome como pasa en el agua, poco después me levanté con un suspiro y mire hacia la ventana, era un pueblo hermoso, lleno de árboles y cuando tome la toalla para envolverme en ella un aullido me hizo brincar.
Se escuchaba muy cerca, quizás afuera del hotel. Apreté la toalla a mi alrededor y abri la ventana. Una idea muy estúpida si consideramos que acababa de bañarme pero la curiosidad pudo conmigo, me incliné en el alféizar y sentí las gotas frías en mi piel, de pronto un rayo cayo y la plaza se iluminó. Estaba un hermoso lobo de ojos pardos mirándome, mi piel se erizo y sentí un poco de ansiedad. Estornude y decidí cerrar la ventana, no quería enfermarme el primer día que visitaba este bello lugar.
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Editado: 09.11.2022