La desesperación del Alfa.

CAPITULO 12

 

De un momento a otro el ruido a mis espaldas se detiene y yo aminoro el paso, me giro y un jadeo sale de mi. En el suelo se encuentran todas las personas y sobre ellos puedo ver un ejercito, hombres vestidos de negro y cubiertos por todas partes los apuntan con grandes armas, miro a Damian mientras les gruñe a los hombres y me horroriza verlo en medio de lo que solo podría llamar “transformacion”, sus dientes se han ido y ahora miro unos largos colmillos goteando espuma,sus bonitos labios estan en un camino a convertise en el ocico de un lobo y sus brazos estan llenos de pelaje grisaceo.

Entre mas de cinco hombres logran someterlo y lo envuelven con una red de color plata en la que se encoge y recuerdo una tarde cuando vio la pulsera en mi muñeca y bromeo sobre enterrarla en el patio o algo así. Pensamientos absurdos, tomando en cuenta la situacion pero no puedo evitar la sonrisa y el suspiro que me abandona al recordar esos hermosos momentos juntos. Sacudo la cabeza para despejarme y miro al otro lado del mercado.

Siento como si me hubieran golpeado en el estomago, mi piel pica y me estremezco, delante de mi un hombre trajeado camina, mi imaginación hiperactiva dice que si los jinetes del apocalipsis existieran, definitivamente el sujeto frente a mi seria uno. Irradia poder y dominio, tanto que mis piernas flaquean. No soy otra cosa mas que una polilla atraída a la llama.

 

Sencillamente es glorioso, su cabello largo se balancea y acaricia sus mejillas, la mandíbula angulosa esta tensa y puedo ver su ceño fruncido, se que busca algo, a alguien. A mi.

 

Y así de facil el pánico corre por mis venas, se que esta tras de mi pero no puedo correr. Mi estupidez choca las palmas con la fascinación y un impulso me hace querer correr pero no puedo, no soy capaz. Solo puedo beberme su imagen y tratar de memorizar cada uno de sus rasgos.

 Es completamente diferente a Damian, donde el segundo es rudo, terrenal y almizclado, el primero es un poco delicado, no demasiado pero si es mucho mas delgado, mas etereo. Por mi cabeza pasa el aroma a las flores, su dulzura y se que en algún lugar hay un recuerdo importante. Este nuevo hombre viste un traje de tres piezas gris, veo la cadena del reloj salir del chaleco y desciendo la mirada a sus manos cubiertas en guantes posadas sobre un hermoso baston de madera. Se detiene en medio de la multitud y mira con desprecio a Damian que ahora le gruñe directamente, el sonido me regresa de golpe y me escondo un poco mas detrás del árbol en el que estoy agazapada.

— Eres un maldito, no deberías estar aqui. Lárgate— No me sorprende ver la rabia en Damian, invadieron su casa y ahora amenazan a las personas que ama, lo que si me sorprende es la mirada fría y concentrada del otro, apenas veo una ligera inclinación en sus labios, su piel palida junto con sus cabellos rubios contrastan con todas las personas a su alrededor quienes parecen besados por el sol, llevan un tono bronceado muy parecido al mio y veo repugnancia en los ojos de todos ellos, no hay miedo.

— Hiciste un movimiento premeditadamente estupido, hermano— Abro los ojos sorprendida, era imposible que fueran hermanos, no había ni un solo rasgo parecido. Bueno, uno si. Los ojos, hermosas esmeraldas completaban a ambos sujetos— Sabes porque estoy aqui y porque no me ire, si tengo que matarte lo hare. Esta vez si.

Mientras todos soltaban gruñidos y Damian se revolvía en el suelo maldiciendo, el hombre se giro y me miro directamente a los ojos, como si hubiera sabido donde estaba desde el principio, algo cambio en sus ojos y se hizo menos letal. Ya no había rastro de maldad, solo curiosidad y cuando me sonrío, todo su rostro cambio. Era la cosa mas hermosa que había visto.

— Ven, acercate— Una mano dejo el baston y la extendió hacia mi— No te hare daño, ven.

Su voz dulce era un bálsamo para mi corazon, toda la angustia y el estrés de los días pasados vino a mi y comence a llorar. Su mirada paso de la dulzura al pánico en un segundo y al parpadear lo vi a menos de un metro de mi, sorprendida di un paso atrás pero el solo saco un pañuelo y me lo tendió, sin acercarse mas.

Lo tome despacio y limpie mis lagrimas.

— Soy Nicholas, es un gusto volver a vernos.

 

Era él, mierda. El loco que quería matarme en el bosque, maldita sea. Y aqui estaba yo, recibiendo su pañuelo y admirandolo.

— Realmente no quiero hacer esto, pero si no vienes voluntariamente conmigo matare a todas las personas aqui— Su voz era tranquila pero no había duda de que no era solo una amenaza al aire, mire a mi alrededor y vi a todos en el piso, niños aferrandose a sus padres y ancianos luchando contra la incomoda posición.

— Eso no es voluntario— Objeté. Algo se había despertado en mi interior, como si una manta cayera de mis hombros me di cuenta de todo a mi alrededor y me sentí por primera vez en mucho tiempo como yo misma— Se le llama coacción.

 

MIERDA, tal parecía que mi idiotez no tenia limites pero si el tipo frente a mi ya había decidido matarme lo que dijera solo afectaría el tiempo en el que lo hiciera así que ya no tenia nada que perder por lo que decidí soltar mi lengua y dejar que mi verdadero yo saliera a la superficie. Yo esperaba ver fastidio en su cara pero una sonrisa dulce cruzo sus facciones.

 

— Tienes una lengua afilada, verdad? No nos vamos a aburrir, pero basta. Ya no quiero hablar mas en este lugar, nos vamos o deseas quedarte?

 

Así que iba a usar la ironía y el sarcasmo conmigo, perfecto. Yo no era una orquídea que se sentaría a llorar. Sin decir nada hice un movimiento florido haciendo alusion a seguirlo y sonrei sin humor, parecio gustarle mi respuesta pero en vez de caminar frente a mi, me ofrecio su brazo cortesmente, dude por un segundo pero tampoco era una idiota, no queria picar demasiado al psicopata.

Coloque mi mano en su antebrazo y una sacudida nos sorprendió, yo me gire aturdida pero el mantuvo la mirada al frente, solo vi un ligero cambio en sus facciones, sus ojos se cerraron un poco y su boca se apretó. Fue entonces que comenzamos a caminar, él era alto, media por lo menos 1.95 por lo que sí necesitaba levantar la cara para verlo directamente. Cuando pasamos junto a Damian que se retorcía en el piso, Nicholas me susurró.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.