La desgracia de Karcas

Gerard, Capítulo III

12 Años después de aquella apocalipsis el cielo que una vez fue azul ya no lo era, el gris que a muchos nos gusta había desaparecido, la nubes bombardeaban el verde espeso, el fondo llevaba ese tono color mostaza y a sus alrededores solo se observaba muerte, ruinas por doquier, el olor a peste era imposible de ignorar, a la lejanía la niebla espesa y amarilla susurraba el miedo profundo que había dentro de ella, el viento helado que emanaba aquel yermo erizaba mi piel como gallina y los espantosos sonidos penetrantes que hablaba el atardecer me infligía terror, vague durante horas por la tenebrosa superficie buscando comida y algo de beber, pero no encontré nada más que animales muertos y hongos tóxicos.

Cuando llego la noche más oscura que había observado creí que moriría solo en este cruel mundo, era lo menos que podía hacer nuestro dios por mí pero para cuando ya empezaba a cerrar mis ojos pude lograr ver una sombra de un hombre que se deslizaba hacia mí, por un instante me asuste tanto que sentí como mis pulmones empezaban a colapsar y así asfixiándome, de reojo note la sombra nuevamente -Maldita sea, me matara este desgraciado- pensé entre mi-. Creí que vendría me mataría y se llevaría mis cosas pero luego recordé que ya estaba a punto de morir y que solo me haría un favor para dejar de sufrir.

El hombre se acercó a mí y al lograr verlo pude detallarlo, su mirada era triste pero vengativa a la vez, su cabello castaño con reflejos grises de sus canas lo hacía parecer un hombre de unos 40 años y por lo que pude notar su cabello media aproximadamente doce centímetros, era alto como de un metro ochenta y cinco y de mediana corpulencia, su rostro perfilado con una barba muy corta, llevaba puesto una chaqueta larga color verde, pantalones marrones oscuros y botas de campaña, creo que le vi un sombrero negro o quizás verde, recuerdo que al acercarse escuche -¿Qué te pasa muchacho?- Pregunto aquel hombre-.

-Te te tengo mu mucha hambre- susurre por faltas de fuerza-.

-Tranquilo, aquí cargo algo de comida y agua- dijo el hombre 
mientras buscaba en su bolso-.

Al instante me dio de comer y beber, pude sentir ese alivio en mi garganta al tomar un sorbo de agua y al morder aquel trozo de carne simple, sin color y medio crudo creí que comía un manjar de antes de la desgracia como cuando era niño, comí con tanto placer que al cabo de unos minutos mi cuerpo empezaba a retomar movilidad y energías.

Luego de 15 minutos el hombre que me salvo la vida yacía en una roca a unos 30 metros de mí, le hice señas para que se acercase y agradecerle por aquello e inmediatamente el hombre se levantó y se dirigió hacia mí -Muchas gracias, de verdad me has salvado- dije con una sonrisa en mi rostro-.

-Tranquilo muchacho, ¿Cómo te llamas?- Pregunto aquel 
hombre con curiosidad-.

- Mi nombre es Gerard, Gerard Parker y ¿Usted?-

-Soy Harón- respondió el hombre desviando la mirada al 
horizonte oscuro -Alan Harón pero me puedes decir Alan-.

-Es un gusto Alan y muchas gracias nuevamente -dije mientras asentía con la cabeza-.

-Tranquilo y bueno es hora de irme, ya está bastante oscuro y 
ahora es cuando debo moverme- respondió aquel hombre 
recogiendo sus cosas-.

-¡Estás loco! Ahora es muy peligroso, espera hasta mañana- Exhale con fuerza-.

-No puedo chico, yo me muevo de noche, cuando los peligros duermen- el hombre lo exclamo con mucha confianza-.

-Pero ahora es cuando más peligro hay, al menos déjame ir 
contigo o si no moriré aquí afuera solo- le decía colocándome de rodillas y juntando mis manos como si fuese a rezar-.

-Morir solo es lo menos que puede hacer nuestro dios por 
nosotros- contesto con una placentera sonrisa en su rostro-.

-¡Dejadme ir contigo por favor! -Suplique hincado aun en el 
suelo-.

-¡Ok! Toma tus cosas y vamos, pero antes tomemos una 
cerveza- busco en su bolso y me dio la cerveza-. ¡Salud!.

Tome la cerveza y me la bebí como agua, luego de eso Inmediatamente tome mis cosas y medio me podían sostener de pie pero así marche con Alan, ¿Hacia dónde? No lo sabía aun. La fría noche nos azotaba cada vez más, la neblina espesa y amarilla medio me dejaba respirar, la helada brisa golpeada nuestros rostros con intensidad, sentí que me quemaban la cara con fuego y tan solo llevábamos diez minutos caminando al sur y ya mi cuerpo empezaba a fallarme, me percate que no podría seguirle el ritmo.

Alan no volteaba atrás ni por un solo instante y ya teníamos como quince metros de distancia, intente gritar pero Alan no podía escuchar nada porque la brisa hacia un sonido tan fuerte que era imposible escuchar a una persona, intente tomar fuerzas para correr y alcanzarlo pero mis piernas no respondieron, grite con todas mis fuerzas -¡ALAN!- en ese instante No logre sostenerme y me fui contra el suelo-. Sentía un cansancio tremendo como si se drenaran mis energías, después de unos minutos quede inconsciente.

Los rayos del sol golpeaban mi cara con fuerza, juro que mi cara ardía tanto como si me fuesen echado plomo fundido, el polvo en mi garganta casi no me dejaba respirar y me empezaba a ahogar, me levante a duras penas y observe a mí alrededor pero solo veía la agrietada tierra, los remolinos que se creaban con el polvo y viento cálido que provenía del sur, la desolación era increíble y los rayos del sol a su máximo esplendor. Tenía sed pero aún me quedaba una botella de agua que me había regalado aquel hombre, que por lo visto no se percató que me había quedado atrás.
Todo parecía muy raro, luego de haberme tomado aquella cerveza que ni idea tenia de donde la había sacado aquel hombre sentí que perdí fuerzas y más tarde caí como manzana de su árbol; "¿Sera que me drogo?"  -pensé entre mi-. "¡No, no creo!" "¿Con que piensos me drogaría?" En fin, debía seguir solo y esta vez procurar no morir. Camine sin rumbo al menos unas dos horas y mi estómago comenzó a rugir, a la lejanía pude ver una ciudad en ruinas, parecía el reino de Barabas o lo poco de el pero no estaba seguro de si era, sea cual sea me dirigiré allá en fin estaba a unas tres horas más y llegaría, aunque el camino se veía plagado de criaturas, debía tomar otra ruta para desviar a esas cosas así me tardase un poco más.



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En el texto hay: suspenso, terror, impotencia

Editado: 27.06.2020

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