En una ciudad ficticia, al sur de México llamada “Cacao tierno”, vivía una chica llamada Laura.
Laura era una adolescente, hija de un maestro albañil y de una ama de casa. Ama de casa que a veces durante las tardes se ponía a hornear pasteles y días después a venderlos.
Laura contaba con algo a lo que ella y sus padres llamaban en privado como “una anomalía”. Laura tenía la capacidad de teletransportarse usando los baches de la carretera como entradas y salidas, pero solo si esos baches contenían agua.
Los papás de Laura se enteraron de aquella anomalía cuando su hija tenía 3 años. Verla teletransportarse de un lugar para otro, usando los baches como entradas y salidas, fue aterrador para ellos. Los papás de Laura no sabían si algún día que su hija tratara de teletransportarse otra vez, las cosas saldrían mal. Por aquel motivo ya mencionado, los papás de Laura, prohibieron a Laura teletransportarse.
Como Laura no quería meterse en problemas con sus padres, Laura se esforzó en ser obediente.
Laura tenía una belleza promedio (según los cánones de belleza de la sociedad), el cabello lacio y la piel morena.
Ella ya conocía bien a sus compañeros de la secundaria. La chica con la que mejor se llevaba se llamaba Árnica. Era muy fácil hablar con Árnica, Árnica era muy accesible.
Se reanudaron las clases y Laura llegó al salón de clase el 19 de agosto del 2013. Ella iba a empezar el segundo año de secundaria.
Editado: 24.07.2025