La desgracia la persigue

Perdedores

Era un día de clases en la mañana, era la hora del receso, Elizabeth estaba discutiendo con una compañera de clases, en el salón. Laura y Árnica estaban unos cuantos metros de distancia lejos de Elizabeth y la chica con la que estaba discutiendo.

—¡Todos los que se casan son perdedores! —exclamó Elizabeth.

Laura por un momento se quedó callada. Fue ahí que Laura dejó de prestarle atención a lo que fuera que Árnica estuviera contando. Escuchar exclamar a Elizabeth que todos lo que se casan son perdedores, le afectó a Laura. Luego Laura se cuestionó ¿quién es Elizabeth para determinar qué, quienes se casan son perdedores?, ¿por qué le afectaba a Laura que Elizabeth pensara eso? Quizá le afectaba un poco a Laura, porque Laura ya había escrito en su proyecto de vida que una de sus metas era casarse. Laura se había imaginado inclusive casada con Santi, viviendo en la misma casa, en un feliz matrimonio, con dos hijos.

—Bajo esa lógica tus papás también son perdedores Elizabeth —dijo Plácido fastidiado, quién también estaba presente en el salón.

—Sí, ya sé, pero aún así los sigo queriendo —respondió Elizabeth con resignación—. Y siguiendo tu hilo de pensamiento, de paso tus papás igualmente lo son —dijo Elizabeth con soberbia.

Para Laura fue obvio que Plácido y Elizabeth, nunca podrían llevarse bien.

Al otro día de clases, Laura llegó al salón de clases varios minutos antes de la hora de la primera clase, y se sentó en su pupitre correspondiente. Árnica quién se sentaba al lado de Laura, se percató de que Laura se veía ojerosa.

—¿Todo está bien Laura? —preguntó Árnica preocupada.

—No —contestó Laura—. Como que mi mente, antes de dormir, le dio vueltas y vueltas a lo que dijo Elizabeth. Me dormí y soñé que tenía 5 esposos.

En respuesta Árnica abrió muchísimo los ojos.

—Oh, mírate nada más —dijo Árnica con una sonrisa juguetona—. Presumiendo.

—¿Cuál presumiendo, Árnica? —respondió Laura—. Fue una pesadilla —dijo Laura mientras veía la paleta de su pupitre—. Creo que voy a corregir lo que dije. No fue un sueño, fue una pesadilla. En la pesadilla, yo tuve que planchar cinco camisas en la mañana. Después tuve que preparar el desayuno para seis personas.

—¿Seis personas? —preguntó Árnica con confusión—. Tú dijiste que soñaste que tuviste 5 esposos.

—Me conté a mi misma, ni modo que yo no comiera en mi sueño —dijo Laura.



#2387 en Otros
#607 en Humor
#5939 en Novela romántica

En el texto hay: humor, comedia, romance

Editado: 24.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.