La desgracia la persigue

Ayudando a Elizabeth a saltarse una plática

El viernes 2 de mayo del 2014, se anunció que ese mismo día, todos los alumnos en vez de asistir a sus clases después del receso, irían a asistir a una plática en el auditorio de la escuela acerca de cómo actuar durante desastres naturales.

A muchos compañeros de clase de Laura, les daba igual aquello; a Elizabeth no le gustó saber que iba a ir obligatoriamente a unas pláticas sobre desastres naturales.

—¡Aburrido! —exclamó Elizabeth poniendo los ojos en blanco durante el receso.

Laura y Árnica quienes estaban sentadas al lado de ella, la escucharon.

—¿Por qué te parece aburrido? —cuestionó Laura—. Nos van a enseñar cosas importantes para nuestra supervivencia.

—Eso lo veré en el momento que yo lo necesite —dijo con apatía Elizabeth—. ¿Saben qué? Si yo he de perder el tiempo, prefiero perder el tiempo en mi casa y no en la escuela. Me voy a saltar la plática y me iré directamente a mi casa.

Laura y Árnica intercambiaron una mirada.

—¿Y cómo vas a lograr eso? —preguntó Árnica desconcertada.

Elizabeth sonrió.

—Ustedes me ayudaran —afirmó Elizabeth sin borrar su sonrisa.

—¿Nosotras te ayudaremos? —replicó Laura incrédula.

—Sí —dijo Elizabeth con soberbia—. Le pediría a Eva y a Natalia que me ayudaran, pero, no puedo pedírselos ya que ambas están enojadas conmigo —explicó Elizabeth encogiéndose de hombros.

Lauda captó rápidamente lo implícito de ahí. Al Elizabeth haber hecho llorar a Natalia, Eva tuvo que tomar un bando, y Eva tomó el bando de Natalia. Laura se había enterado por medio de otros compañeros de clase, que Eva y Natalia eran amigas desde la primaria.

—Bien, te ayudaremos —dijo Laura asintiendo.

—Síganme entonces —replicó Elizabeth decidida mientras salía del salón con su mochila puesta—. De todas formas, soy optimista y pienso que Natalia aprendió la lección: pensar antes de hablar.

Las tres chicas se acercaron al muro que estaba al lado de los salones. Había algunos estudiantes afuera platicando con sus compañeros y amigos. A lo lejos estaba el portón, siendo vigilado por el vigilante. El vigilante estaba dentro de la escuela, al lado del portón.

Laura se inclinó un poco al lado del muro y entrelazó sus dos manos para que Elizabeth pudiera poner su pie en ellos, agarrar impulso y poder sentarse encima del muro. Elizabeth puso su pie en las manos de Laura, el otro pie de Elizabeth se estaba apoyando en las manos de Árnica. Elizabeth agarró impulso y con mucho trabajo logró sentarse encima del muro.

El vigilante hizo como que no veía nada, porque estar pendiente de lo que estaban haciendo aquellas chicas no formaba parte de sus obligaciones.

Elizabeth dio un pequeño salto al otro lado del muro, acompañada de un grito que ella misma hizo.

Pasaron los segundos y Laura y Árnica no escuchaban ningún sonido proveniente de Elizabeth, las chicas se comenzaron a preocupar.

—Jajajaja, ¡las engañé! De seguro ustedes creyeron que me rompí la pierna o algo parecido —dijo con emoción Elizabeth.

—Sí, la verdad sí —replicó Laura lo más cerca del muro.

—¡Adiós, chicas, nos vemos mañana! —se despidió Elizabeth.

—¡Mándanos un mensaje de texto cuando ya estés en tu casa! —exclamó Árnica.

A la hora de la salida, mientras Árnica y Laura pasaban caminando en el estacionamiento para dirigirse a la parada del autobús, Árnica le mostraba a Laura en su celular un mensaje que le había mandado Elizabeth, junto con una foto de ella en frente en su casa. Elizabeth ya tenía rato de haber llegado a casa.



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En el texto hay: humor, comedia, romance

Editado: 24.07.2025

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