Aunque ya prácticamente Laura supiera que ya tenía todas sus calificaciones de las materias, Laura siguió asistiendo a la escuela, por petición de su madre. Laura sentía que más bien estaba perdiendo el tiempo. En la hora de la salida del ocho de Julio, Laura notó que la parada del autobús estaba desolada. Muy pocos estudiantes llegaron ese día, y los que llegaron, se habían ido rápido a sus casas. Ninguna de sus amigas y Plácido, habían llegado ese día. Había llovido hace unos días y había baches llenos con agua.
Laura se distrajo tanto viendo los baches llenos con agua, que no se percató del hombre que se le acercó.
Cuando Laura se dio cuenta del hombre que estaba al lado de ella, Laura dirigió su mirada al hombre.
El hombre le exigió su celular, mientras le apuntaba con un cuchillo. Laura impulsivamente corrió alejándose del hombre, y ella decidió ignorar la orden que sus padres le habían hecho desde años, desde que ella agarró consciencia de sus alrededores.
Laura saltó al bache con agua más cercano que vio y sintió toda el agua fría cubrirle el cuerpo. Laura rápidamente se visualizó saltando del otro bache con agua que estaba en la carretera, cerca de su casa. Laura saltó desde el otro bache con agua que estaba cerca de su casa, y Laura cayó sentada en el asfalto. Toda la ropa de Laura que llevaba puesta, estaba mojada; la mochila de Laura estaba mojada; los libros estaban mojados; las libretas estaban mojadas; los zapatos estaban mojados.
La decisión que había tomado Laura, había sido impulsiva, y ella sabía que su mamá la iba a regañar al verla llegar a casa así. Lo positivo de todo esto, era que, Laura se había ahorrado unos cuantos pesos en pasaje.
Al Laura entrar a la casa, la mamá de Laura regañó muy feo a Laura.
—¡Nadie te vio saltar al bache ¿verdad?! —preguntó alarmada la mamá de Laura.
—Solo el ladrón —respondió con una sonrisa nerviosa Laura.
Él regaño que recibió Laura, se extendió por varias horas. Por muchas cosas: por haber expuesto su anomalía; por no haber agarrado el minibús; por no haberle dado al ladrón el celular cuando se lo pidió, en vez de haberse arriesgado a saltar en el bache; por su cabello mojado; por la ropa mojada; por los útiles escolares mojados.
La señora Robles estaba muy enojada.
Laura puso a secar su ropa en el tendedero, puso los zapatos en el sol del patio, y también los libros y libretas. Laura lavó su mochila y también la colgó en el tendedero.
La advertencia o amenaza que le dio a Laura su mamá, quedó marcada en la mente de Laura: “pobre de ti, que esos zapatos se llenen de hongos”.
Al otro día, 9 de julio, Laura llegó al salón, varios minutos antes de que empezara la clase, se sentó en su pupitre.
Los zapatos se habían secado, la mochila también, y ella usó otra falda y blusa del uniforme. Los libros y libretas, del mismo modo se habían secado, pero las hojas habían quedado feas; todavía se podían leer los contenidos de los libros y de las libretas, no obstante, indudablemente las hojas no se veían bien. Las hojas estaban lejos de recuperar su apariencia anterior.
y observó que dos compañeros que habían llegado también al salón, que estaban de pie frente al pizarrón, estaban hablando entre ellos.
—¿Te enteraste de lo que le pasó a carroñero? —le preguntó Ramiro a Ignacio.
—¿Carroñero? ¿Quién es ese? —inquirió Ignacio.
—Es un chico que es más grande de edad que nosotros, tiene 19 años y vive cerca de la escuela, su mamá ha admitido con vergüenza que él anda en malos pasos ¿de verdad no sabes quién es carroñero? —preguntó Ramiro extrañado.
—No —dijo con perplejidad Ignacio.
—Pues, aunque tú no sepas quién es carroñero, yo te voy a seguir hablando de él. Él le dijo a su mamá sin vergüenza alguna, que quiso asaltar a una chica ayer en la parada de autobús que está frente a la escuela. Carroñero le pidió el celular a la chica de buena gana. La chica como no le quiso dar el celular, huyó de él, después la chica saltó a un bache con agua y desapareció —continuó narrando Ramiro.
Laura al escuchar lo que decía Ramiro, ella sospechó que quién le había narrado los hechos a Ramiro, había sido ese mismo chico al que llamaban “carroñero”, que aparte de ladrón mentiroso, ¿cuándo le pidió Carroñero a Laura su celular de buena gana?
—¿Cómo que la chica desapareció? —preguntó Ignacio frunciendo el ceño.
—Sí —dijo Ramiro asintiendo—. Carroñero dijo que la chica desapareció; le contó el suceso a su mamá, y ahora la mamá de Carroñero, tiene planeado meterlo a un psiquiátrico.
—Que bueno, se lo merece —dijo Laura impulsivamente, llamando la atención de Ignacio y Ramiro.
Sí, fue Laura hablando desde el resentimiento.
Ignacio y Ramiro miraron a Laura sorprendidos.
Laura al darse cuenta de que había llamado la atención, decidió amortiguar la atención desastrosamente.
—Me pregunto quién dijo eso, disculpen, pensé en voz alta —dijo Laura nerviosamente.
—Está bien Laura, todos sabemos que detestas a los ladrones —dijo Ramiro despreocupadamente.
—Sigo sospechando que tú me robaste mis dos lápices de colores y mi borrador —dijo Laura con reprobación.
—Oye Ramiro, me quedó una duda ¿por qué lo llaman carroñero? —preguntó Ignacio mientras golpeaba levemente el pecho de Ramiro para llamar su atención.
—Los amigos de carroñero, lo llaman carroñero, porque cada vez que entre todos se cooperaban para comprar comida, él no ponía ni un peso, y era el que más agarraba —explicó Ramiro.
Editado: 24.07.2025