Riùrik. Enero, 2007
Una vez que Mia había salido del shock ocasionado por la noticia de quién era su futuro esposo, comenzó a tener largas reuniones con Hanna, y aunque Istziar había estado en algunas ocasiones en el palacio, era más como amiga y sin intenciones de darle ninguna indicación, pues le resultó sencillo percibir lo abrumada que estaba Mia.
Quien no estaba para nada contenta era Kyv, pues seguía sintiéndose presa, ya que no los dejaban abandonar el palacio.
Él se había estado comportando bien, pues Istvan había hecho un inmejorable trabajo, pero eventualmente, decía cosas como aquella y que no eran nada muy diferente a lo que diría en un día normal, lo que sucedía era que nada en la situación actual podría considerarse normal.
Mia hizo la mencionada petición, pero se encontraría con la misma imposibilidad. Era cierto que hasta el presente, primero, había estado muy ocupada intentando asimilar todo lo relativo a su nueva condición, segundo, adaptándose a la misma, y por último, con unos planes de boda que no se habría imaginado posible, así que no había sentido curiosidad ni deseos de abandonar los lugares en los que había estado, pero cuando sus amigos se lo plantearon, ella hizo su petición.
Aquello lo planteó Mia en el transcurso de una cena a la que asistían solo los príncipes y los Korsacov, pero si los demás no tenían por costumbre ir entrometiéndose en los pensamientos ajenos, Lucien era otro asunto, de modo que en cuanto captó la actividad en los de Mia, prestó atención, pero después de enterarse, miró a su padre con tanta intensidad, que éste no pudo ignorarlo, así que dejó de mirar a Mia para centrar su atención en Lucien.
Lucien no había tenido muchas esperanzas, pues lo primero que pensó al ver la expresión de Iziaslav mientras Mia se dirigía a él, fue que aquel sujeto no tenía arreglo, y que cualquier criatura en la que pusiese sus ojos, podía hacer, casi literalmente, lo que le diera la gana con él. Sin embargo, Iziaslav debió entender el punto, pues se negaría al asunto.
Aunque Mia ya sabía que tanto Iziaslav como otras personas de las que a algunos ya había conocido, y otras que no, habían desaparecido hacía muchísimos años, que habían sido dados por muertos, y que tenían enemigos que querían que en realidad lo estuviesen, algo que le había quedado claro con el ataque del que habían sido víctimas tanto en la embajada como en Luxemburgo, Iziaslav invertiría algo de tiempo hablándole de los mencionados enemigos. Mia entendía todo lo que él estaba diciendo, y aunque no se sentía especialmente feliz, se sentiría mucho peor teniendo que decirle a los chicos que no podían salir.
Si bien Bobby no se lo tomó tan mal, Kyv estaba furiosa, pues aquella personita era terriblemente independiente, y si su abuela, que mientras estuvo viva, nunca le impuso restricciones, estaba mucho más lejos de aceptarlas de nadie más. De modo que abandonó las habitaciones de Mia echando espuma por la boca y casi atropellando al guardia de la puerta.
Kyv había corrido por los pasillos como si alguien la estuviese persiguiendo, pero luego ralentizó el paso mientras pensaba en lo muy miserable que iba a ser la vida de su amiga en aquel lugar. Pasó cerca de una ventana, y al ver el jardín, recordó que ya habían salido a él en una ocasión, así que emprendió la carrera de nuevo. No obstante, aquel lugar era enorme y no estaba muy segura de por dónde salir, pero eso no la detuvo y continuó en su carrera; la cuestión fue que cuando se dirigía hacia una puerta, ésta se abrió chocando violentamente con ella y cayendo.
Kyv se sintió aturdida, pues el golpe lo había recibido en la frente, y aun intentaba ubicarse cuando vio una mano frente a ella.
Por un momento y cuando Kyv levantó la cabeza, creyó estar viendo a Iziaslav, pero con rapidez notó que de ningún modo aquel sujeto era él. Por empezar, tenía los ojos verdes, mientras que Iziaslav los tenía azules; éste tenía el cabello pulcramente cortado, mientras que el otro lo tenía demasiado largo, aunque notaría después, que si bien no lo tenía tan largo como Iziaslav, tampoco corto y lo que sucedía era que lo llevaba atado. Y por último, la suavidad de su voz estaba a años luz de la de Iziaslav.
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situaciones incomprensibles, enemigos peligrosos, reencuentro persecusiones
Editado: 13.07.2022