Riùrik. Febrero, 2007
La nueva pareja real recibió las felicitaciones primero de sus parientes, pero luego estuvieron una indecente cantidad de tiempo recibiendo las de los dignatarios de muchísimos países que Iziaslav ni siquiera tenía idea de que existiesen, pues de hecho no existían cuando él desapareció. Fue una durísima prueba de resistencia para los levjaners, pues aquel individuo, después de las primeras cincuenta personas, quería enviarlo todo al demonio.
En un lugar donde hay tantas personas, es casi imposible que no se presenten conflictos, unos mayores y otros no tanto, y los mismos no se harían esperar.
Aunque nadie estaba muy seguro cómo lo habían logrado, cuando finalizaron el odioso trámite de las felicitaciones, la pareja debía abrir el baile, con lo que ambos, tanto Iziaslav como Mia tenían aproximadamente la misma expresión, aunque por distinto motivo. Mia estaba pensando en lo incómodo que le resultaría bailar con algunas personas que ni siquiera conocía, mientras que Iziaslav estaba vociferando que él no era ningún fenómeno de circo para estar exhibiéndose ante nadie. Michel, que como se ha dicho muchas veces, era un espíritu decididamente maligno, no pudo guardar silencio, como no podía casi nunca.
Iziaslav no se había caracterizado por maltratar a sus hijos, y aunque los niños de la última generación no lo eran, tampoco, pero en aquel momento estaba en verdad molesto y obsequió a Michel con un nada delicado porrazo que lo envió contra una columna. A nadie se le habría ocurrido protestar, excepto a Sofía.
Lucien que había estado riendo con malignidad, perdió en forma automática la sonrisa y en realidad quería alejarse lo más posible de la muchachita aquella, mientras que los demás no sabían si estaban más sorprendidos que preocupados por dos motivos diferentes. Primero, por lo dicho con anterioridad con relación al trato que solía darle Iziaslav a sus chicos, y segundo, porque Sofía estuviese defendiendo a Michel cuando normalmente, estaban seguros, que habría colaborado de forma entusiasta con cualquiera que quisiese quitarle la cabeza a aquel incordio. El asunto no pasó a mayores, si no se tenía en cuenta la conmoción sufrida por Michel y que Armand tuvo que atender. A muy duras penas, Iziaslav condujo a Mia hasta el centro del salón, pero le hizo una advertencia.
Como casi todos los príncipes, e incluso los levjaners, estaban pendientes del asunto, habían escuchado, pero quizá el único que coincidía plenamente con Iziaslav era Dylan, quien a pesar de haber asistido a la evolución social de la humanidad y estaba bastante versado en los usos y costumbres de la actualidad, seguía considerando aquella manera de sujetar a una chica en público, como algo muy impropio y que en su mente seguía siendo una vulgaridad. Cuando le llegó el turno a Lucien de bailar con la novia, una vez que la tenía en brazos, le sonrió.
Aunque Lucien en realidad no había contribuido de ninguna manera en la organización de aquella boda, lo que sí había hecho, era hablar mucho con Mia, algo que no había hecho ninguno de los otros príncipes.
Eso sí lo sabía Lucien con exactitud, pues le amargó la existencia a Istvan hasta que éste le informó quién había sido asignado como jefe de la guardia de Mia, de modo que se había ido derecho a hablar con el individuo.
Hervè era un muy antiguo levramzyk, que había sido ascendido a levjaner cuando se decidió que aquellos que lo mereciesen, lo serían y no únicamente aquellos que formasen parte del Ledviacir. Hervè ni siquiera había tenido un apellido, porque a diferencia de individuos como Boyko, Massarik, Vanser, o Vardjan, que venían de otras tribus o habían sido hijos de esclavos y tenían o adoptaban el apellido de acuerdo a su lugar de origen, los descendientes de quienes siempre habían pertenecido a la tribu de los Yaroslávich, como Nadège, por ejemplo, Liever, Yuri y otros muchos, no tenían un apellido y se identificaban como Yaroslávich, y solo más adelante, adquirieron uno conservando la costumbre de adoptar el del nombre de su progenitor, si lo sabían, y si no, otro cualquiera que les acomodase dependiendo de aquello para lo que fuesen hábiles. De modo que ahora Hervè, era Hervè Varkil, que era la denominación en devriùrik de halcón, en clara alusión a la vista de los halcones, pues el chico aquel tenía una visión excepcional, lo que lo hacía un excelente levramzyk de inspección, y siempre iba a la cabeza de cualquier grupo de avanzada en el reconocimiento de un terreno, ya que podía ver cualquier movimiento sospechoso a kilómetros de distancia. El asunto era, que si bien Hervè era muy bueno en su trabajo, Lucien no tenía un buen recuerdo del susodicho, pues debido a lo explicado anteriormente, Hervè en una ocasión lo había echado de cabeza, al menos en opinión de Lucien, pues estando de guardia, lo había visto abandonar la derevnya a una hora inapropiada y había dado la voz de alarma. Por supuesto, con esto, y aunque el pobre chico no había hecho nada mal y solo cumplía con su obligación, se ganaría la injustificada antipatía de Lucien.
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situaciones incomprensibles, enemigos peligrosos, reencuentro persecusiones
Editado: 13.07.2022