La Dinastía (libro 10. Borelishka et Varetskhy)

Cap. 12 Retazos

 

Nilak, Alaska. Octubre, 2007

Un diario de circulación nacional, titulaba un importante artículo de la siguiente manera:

El misterio de Nilak

El pequeño pueblo de Nilak [1] se encuentra en la península de Seward y cerca de Cabo de Gales, es decir, en la parte más occidental de Alaska. Es pequeño y con más bien pocos habitantes en comparación con otras poblaciones similares. Es un lugar tranquilo, pero esa tranquilidad fue interrumpida por dos hechos recientes de distinta naturaleza, pero relacionados entre sí. Hace dos días y durante la madrugada, erupcionó el volcán Ilaq que está ubicado en la península Tanaraq. Esto por sí solo podría ser alarmante, pero no para los habitantes de Nilak quienes ya se han acostumbrado al temperamental comportamiento del gigante de hielo y fuego que tienen por vecino. Sin embargo, fuera de las recomendaciones relativas a la prevención, hechas por las autoridades, todo habría continuado con normalidad de no ser, porque unos jóvenes decidieron dar un paseo a orillas del lago Aga, donde descubrieron tres cuerpos con terribles quemaduras. Este hecho y si bien habría sido trágico, pasó de eso a convertirse en un misterio, pues nadie parece poder dar una información veraz acerca de quiénes eran o “son” los infortunados. El énfasis en el tiempo verbal obedece a que fuentes no autorizadas, aseguran que las mencionadas víctimas no fallecieron, algo sorprendente si se tiene en cuenta que flotaban en un lago, que para el momento de los hechos, debió ser una sulfúrica masa de agua; pero más allá de lo anterior, lo que llama la atención es la curiosa falta de información al respecto. Quien suscribe tiene la intención de seguir con las investigaciones que al parecer ni las autoridades de la zona están efectuando.

 

Después de leer aquel artículo de prensa, Liam juntó las cejas y pensó que las cosas podían ponerse muy difíciles para el personal del hospital si la prensa iba a comenzar a perseguirlos por aquel asunto, pero mucho más para él, que ciertamente estaba metido en aquel lío hasta el cuello. Se sirvió el café y miró por la ventana preguntándose cómo iba a terminar todo aquello, y dónde podía estar el individuo que se había escapado la noche anterior.

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Si bien Juliet no había tenido tiempo de saber qué había sucedido,  lo que se sintió fue repentinamente mareada y comenzaría devolver el escaso contenido de su estómago. Lo más parecido que recordaba haber vivido, era aquella ocasión en la que había ido con sus amigos a un parque de atracciones en Anchorage, y después de bajar de la montaña rusa se había sentido del mismo modo que ahora, algo de lo que por cierto, se burlaría mucho el maligno Edward. Una vez que estuvo segura que no iba a caerse, se enderezó intentando entender qué le había sucedido, pero su sorpresa fue mayúscula al verse en el pequeño parque que estaba casi frente al hospital. Un millón de ideas surcaron la mente de Juliet, entre las que destacaba la de estar perdiendo la razón, porque si no estaba soñando, y estaba bastante segura de no estarlo haciendo, no había modo de que un minuto antes estuviese dentro del hospital y ahora estar donde se encontraba, así que comenzó a pelearse con ella misma.

  • ¿Qué demonios sucede contigo, Juliet Lisieux, y cómo se supone que llegaste aquí?
  • Lo siento, no quise asustarla –escuchó

Si bien aquello no explicaba de ningún modo lo que había estado preguntándose, aclaraba al menos de forma parcial, quién era el responsable, de modo que se giró con pésimas intenciones, pero…

  • Bien, estoy oficialmente loca y…
  • No, no lo está –la interrumpió Iván
  • Si realmente no estoy imaginando que te estoy escuchando, entonces sal a donde pueda verte, pues es de pésima…
  • No creo que esa sea buena idea –dijo él volviendo a interrumpirla
  • ¿Por qué?
  • Es usted una señorita, yo soy un hombre y digamos que no estoy… ¿presentable?
  • ¡Demonios! –exclamó Juliet recordando que el individuo en cuestión estaba desnudo, o al menos lo estaba hasta hacía un momento – Vas a congelarte
  • No…
  • Espera aquí

Dicho eso comenzó a correr, pero se detuvo y volviendo sobre sus pasos hizo una advertencia.

  • Ya sé que perdiste la memoria y todo eso, pero te aseguro que si vas por ahí sin ropa, vas pescar mínimo una pulmonía, así que hazme el favor y no me compliques las cosas y quédate donde estás

Aunque no recibió una respuesta, decidió pensar que había escuchado, y más importante aún, que había entendido. Un momento después llegaba en carrera al hospital con intención de utilizar el teléfono público que estaba en la entrada, pero vio a los chicos y corrió hacia ellos.

  • Vaya, ya era hora y…
  • Tenemos… un… problema –dijo intentando recuperar el aire
  • Lo sabía –dijo Ilasiak – Te dije que se metería en un lío…
  • Menos charla y vámonos antes de que…
  • Al único lugar al que irás, es a tu casa y traerás tan de prisa como puedas, un pantalón, chaqueta, bufanda, gorro…
  • Espera, espera




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