La Dinastía (libro 10. Borelishka et Varetskhy)

Cap. 32 Inesperado

 

Riùrik. Octubre 2007

Iyul se hallaba en un estado de semiinconsciencia que si bien no le permitía abrir los ojos, no evitaba que pensara, pero las imágenes que surcaban su mente eran confusas, ya que eran una extraña e incomprensible sucesión de imágenes donde se mezclaban pasajes de su vida pasada y presente.

Hizo un esfuerzo por atrapar alguna, y la primera con la que lo logró, lo situaba a una edad aproximada de siete u ocho años, en la que se encontraba en compañía de su madre.

  • Te aseguro que no lo hice nada, madre
  • No me mientas, Iyul
  • No lo estoy haciendo
  • ¿Y entonces por qué está así?
  • No lo sé, pero Lucien no necesita un motivo para…
  • ¡Iyul!
  • Lo siento

Aquello se correspondía con una ocasión en la que Lucien estaba furioso, porque quería salir de la aldea y uno de los guardias se lo había impedido, y, aunque Iyul no lo sabía y solo se había encontrado al chico cuando volvía a casa, Lucien la había emprendido en su contra y era lo que había escuchado Gianna. De esa imagen pasó a otra más reciente, o al menos eso pensaba en ese momento, y se trataba de una oportunidad en la que se había encontrado en algún salón con Lucien, y este hacía cuanto podía por ignorarlo.

La siguiente lo ubicó en medio de un enfrentamiento en el que él intentaba proteger a Andrei, pero Mikha le estaba gritando para que dejase eso y se ocupara de otra cosa, sin embargo, él quería golpear al mayor, pues era obvio que Andrei estaba herido.

  • Te recuerdo que ya no puede morir por eso, necio

En la siguiente volvía a ser un jovencito, y quien lo fastidiaba era Andrei, pues su hermano estaba en unos términos que dejaban poco a la imaginación, con una bizlyki que le gustaba a Iyul, mientras Sergei intentaba impedir a toda costa que Iyul entrase, agarrase a Andrei por las trenzas y lo arrastrase fuera para apalearlo.

Como las imágenes se sucedían sin orden ni concierto, la siguiente fue la del día que él había enfurecido con Dylan por no ir a sacar a Sophie de Darnley y llevársela con él.

  • No voy a sacarla de ninguna parte, Iyul 
  • ¿Qué?
  • Que no voy sacarla de ninguna parte 
  • ¿Por qué? Como dije ya no hay nada…
  • No es un juguete, Iyul. Tiene una vida, tiene hijos y tiene principios, y yo también los tengo.
  • Pero…
  • No pretendo que lo comprendas, pero nada me hará cambiar de parecer. Sí, la amo, y eso es un hecho innegable, pero porque la amo no puedo destruirle la vida.

Después de eso, el siguiente cuadro fue el del día del último cumpleaños de Istziar, cuando él notó la forma en la que Lucien miraba a Kyv, y la misma ira que lo había invadido entonces, pareció envenenar de nuevo sus venas.

  • Lucien…
  • Estoy bien
  • Eso no lo dudo, pero independientemente de cómo estés, te sugiero no acercarte a ella, dyrthàir
  • No puedes impedirme hacer lo que me de la gana
  • No solo puedo, sino que voy a impedírtelo si me obligas a ello

Lucien lo había empujado y se había marchado, pero él pensó lo mismo que estaba pensando ahora.

  • Eres mi hermano, pero si intentas quitármela, olvidaré lo primero

La siguiente imagen que tomó por asalto su caótica mente, fue la de la explosión, y fue en este punto cuando sus ojos se abrieron al igual que su boca, de la que salió el mismo grito desesperado de antes.

  • Syn, cálmate – dio Iziaslav

Aunque sus organismos solían procesar muy de prisa cualquier sustancia, hacía relativamente poco que le habían dado el sedante, de modo que si bien había recuperado la consciencia, sus movimientos eran lentos y torpes, de manera que no le dio mucho trabajo a  Iziaslav, pero al ver que no podía moverse, miró a su padre y a éste le dolió el corazón al ver los verdes ojos de su hijo hundidos en aquel mar de dolor.

  • ¿Por qué, haryk?
  • Iyul…
  • ¿Qué hice para no merecer ser feliz? Mi madre, mis hermanos y ahora la vida…
  • ¡Padre, ya basta! – exclamo Lucien

Sin embargo, y como ya sabemos que Lucien no se limitaba a hablar, apartó a Iziaslav no solo con escasa delicadeza, sino en forma directamente violenta estampándolo contra el ventanal, y de no ser porque todas las ventanas tenían protecciones de daearprin, con seguridad habría caído por ella. Pero él no estaba interesado en nada de eso, sino que había sujetado el rostro de su hermano.

  • Escucha Iyul, no hay motivos para que te sientas miserable, porque Kýevska está viva – le dijo e Iyul lo miró no con la sorpresa que al menos Dylan esperaba, sino con una tristeza aun mayor
  • ¿Por qué me haces esto, dyrthàir?
  • Sé que soy un cretino egoísta, pero no te mentiría en algo como esto, fratello
  • No puede ser, nadie podría…
  • Seguro que no, pero sucede que tenemos un hermano muy terco y decidido – dijo Lucien mirando a Dylan  e Iyul hizo lo mismo




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