Cap. 39 ¿Es broma?
Riùrik. Noviembre 2007
Una vez que Alexander estuvo lo suficientemente calmado, Mjèsek procedió a tranquilizarlo con relación a Lucien, diciéndole poco más o menos lo mismo que le acababa de decir Diell al terco sizvitel, pero, además, le dio una instrucción específica.
- Deben traer a Iván
- ¿Traerlo?
- En este momento no está en capacidad de venir por sus propios medios, pues no recuerda nada, pero necesita una ayuda que nadie en su dimensión puede brindarle
Alexander entendió el punto y estuvo en disposición para regresar, de modo que un momento después, estaban nuevamente en el punto de partida, es decir, donde había dejado a Lucien con Diell. A Alex le dolió el corazón cuando vio a Lucien hundido en aquella penosa desesperación, pero tomó aire y se acercó.
- Lucien –dijo colocando una mano sobre su hombro y sintió cómo se tensaba
Lucien sintió que de pronto se quedaba sin aire en sus pulmones, y si bien elevó la cabeza, lo que no hizo fue mirar a Alexander, pero eso no detuvo a este.
- No tenía motivos ni intención antes, como no los tengo ahora, de hacerte ningún daño ni a ti ni a nadie. Lamento si por mi causa sufriste un dolor que no merecías, pero no soy responsable por las acciones de otros. No pesa sobre mi consciencia ninguna culpa por la que tenga que pedir tu perdón, porque el amor no es ni una culpa ni un crimen, aunque el que sentí y siento por él, haya podido ser causa para la desdicha de otros. Sé que en el pasado, y por mucho que lo intentase, no habría podido ganar ni siquiera tu aprecio, pues me culpabas por la muerte de tu madre, pero en el presente, no solo somos portadores de la misma sangre, sino que amamos cada gota de esta independientemente de por qué venas corra –hizo una pausa y se arrodilló frente a él que seguía negándose a mirarlo, así que sujetó su rostro – Aunque no me asiste ese derecho, pues ya aclaré que no somos responsables por las acciones ajenas, aun así, te pido perdón en nombre de ese hombre al que ambos amamos y que ya ha pagado con suficiencia sus crímenes, pero, además, te juro que no haré nada para defenderme si decides que la única manera de que encuentres paz es quitándome la vida
En este punto todos fueron conscientes del enorme dolor de Alex, no solo por estarlo sintiendo, sino porque este se estaba desbordando por sus ojos, y ese dolor no era por él, sino por el que sabía iba a causarle a su padre con su decisión, pero eso no lo detuvo.
- Estoy dispuesto a renunciar a la vida ahora en beneficio de tu felicidad, como lo estuve antes en beneficio de los que amo y de los que amé aun sin llegar a conocerlos
Finalmente Lucien lo miró y Alexander sintió temor, no por su hipotética muerte, sino por el terrible conflicto que vio en los ojos verdes y pensando que aquello estaba siendo demasiado para él, y podía conducirlo a evadirse nuevamente, de modo que cerró los suyos elevando una petición a Maikata Priroda.
- Te suplico, humildemente, benevolencia para esta energía que ya ha sufrido demasiado
La mencionada súplica fue captada por todos, incluido Lucien, pero con independencia de cuáles fuesen las intenciones de Alexander, o de si tenía alguna otra, repentinamente tuvo la sensación de que no podía respirar, y por un segundo pensó que Lucien lo estaba asfixiando, y aunque así era, no lo hacía con la intención de matarlo como había pensado, sino que lo tenía envuelto en un apretado abrazo.
No fueron necesarias palabras, porque ni Lucien podía pronunciarlas ni Alex las necesitaba. Quizá aún pasaría un tiempo para que Lucien sanara por completo de aquel sentimiento que había envenenado su vida, pero ahora estaba en el camino correcto. De modo que los svetsniks, que habían estado observando en concentrado, pero activo silencio, por primera vez, desde que se les había anunciado el deber que tenían con aquellas conflictivas energías, pudieron aceptar con verdadera honestidad, el hecho indiscutible de que Maikata Priroda no era susceptible a equivocarse como lo hacían ellos, y, también por primera vez, sintieron que aún había esperanza.
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En Levzheir, y aunque seguían sin saber qué hacer, los ánimos se habían calmado y ahora lo que querían era entrar de nuevo a ver a Lucía, pero estaban a punto de hacerlo, cuando Alexander y Lucien se materializaron de nuevo. Dylan fue el primero en correr hacia su hijo, seguido casi enseguida por Iziaslav y por Derek.
- Cálmense, estamos bien – dijo Alex
- ¿Pero Alex…dónde…?
- Teníamos algo importante qué hacer, papá –dijo mirando a Derek
- Se los dije –se defendió él ante lo que interpretó como una mirada de reproche
- ¿Y bien? –preguntó Michel – Como supongo que estaban con los fulanos más simpáticos del mundo, supongo también que tienen noticias
- En efecto, y los fulanos, como tan irrespetuosamente los calificas, enviaron un mensaje
Aunque a Iziaslav por lo general no le gustaba nada que tuviese que ver con los fulanos, y juntó las cejas evidenciando el mencionado disgusto, nada dijo.
- En principio, la recomendación es hacerle saber la verdad –y todos miraron en forma sincronizada a Iván – Sí, y aunque no sepa cómo o porque lo sabe, Iván tiene razón
- Pues yo no quiero estar en los zapatos de quien deba decirle a ese individuo que está muerto, porque con seguridad el que lo haga, será el próximo en estarlo –expresó Iliar con el poco filtro que solía exhibir
- Y como no serás tú, sino yo, entonces no hay motivo para tu preocupación, Iliar
- Alexander…
- Es lo que se debe hacer, ymharyk, y debo hacerlo yo –aseguró en forma terminante
- ¿Y qué sucederá después? –preguntó Dylan – Es decir, ¿Cuándo o cómo dejará de pensar que es Mikha?
- Eso está un poco más complicado, haryk, porque si bien los svetsniks saben qué sucedió, y más concretamente los resultados de lo que hizo Viorica, el cómo revertirlo nos tocará averiguarlo a nosotros, pues ellos saben que intentar cualquier cosa que tenga que ver con acciones antinaturales, tiene un costo, algo que ya tuvieron ocasión de comprobar, porque nuestra existencia fue y sigue siendo un acto antinatural, aunque pueda tener un propósito
- Por el camino corto, ellos no van a meterse, aunque supieran cómo, y seremos nosotros los que carguemos con las consecuencias de lo que haya qué hacer para arreglar este desastre ¿no?
- ¡Michel!
- ¿Qué? ¿Es así, no?
- No, porque lo que haya que hacer, lo haré yo