Riùrik. Noviembre 2007
Tanto Lucien como Lucía, habían dormido todo ese día, lo que ilustraba la clase de fiesta que habían tenido la pasada noche, de manera que no se enteraron de todo el lío que se había suscitado, mientras que Itlar, Irakli, y Hani, fueron víctimas de la venenosa lengua de Iziaslav y fueron enviados al calabozo durante todo ese día, incomunicados y sin poder beber ni agua.
Louis y fiel a su palabra, le había dado aviso a Alexander de lo sucedido, de manera que Alex se había presentado esa tarde en palacio, aunque la prisa fue inútil, pues Lucía estaba muerta y no hubo forma de despertarla. Derek también había intentado hablar con ella más temprano, aunque con el mismo resultado, de manera que ambos tendrían que esperar a la mañana siguiente para ello.
Alexander había ordenado preparar un brebaje que la misma Lucía le había enseñado, pues sabía que iba a necesitarlo, de manera que a primera hora, entró a la habitación y sacudió el hombro de su hermana.
Todavía le tomó algún tiempo hacer que Lucía despertara, y como no lo hizo del mejor humor, Alex tuvo que apartarse con rapidez mientras Derek ahoga la risa.
Alexander que tampoco estaba del mejor humor, hizo caer sobre Lucía un chorro de agua helada, lo que complicó la situación, porque ella intentó acomodarle un puñetazo, pero eso le quedaba más difícil.
Lucía seguía furiosa, pero como en verdad, al ponerse de pie con la violencia que lo hizo, sumado a la resaca, su mundo comenzó a girar, aunque eso no detuvo su venenosa lengua. Sin embargo, Alexander la sujetó con algo más de delicadeza haciendo que se sentase en la cama de nuevo y le acercó la taza.
Ella casi le arrebató la taza, se bebió el contenido casi de un solo trago y luego se dirigió al baño azotando la puerta.
Derek no solo entendió el punto, sino que sabía que así debía ser, porque Alexander toda la vida se había supeditado a los deseos de Lucía, a lo que necesitaba Lucía y a lo que decía Lucía, pero en este momento la situación era otra y Derek estaba seguro que su hermano se sentía terriblemente miserable. Mientras esperaban, entró Antje con el desayuno que Zsa Zsa había ordenado y miró a Alex con angustia.
La bizlyki le dedicó una sonrisa tímida y abandonó la habitación. Un momento después, salió Lucía, pero como solo traía una toalla enrollada alrededor de la cintura, ambos se volvieron.
La escucharon maldecir, pero también que comenzaba a vestirse y un momento después lo que escucharon fue que rodaba una silla y ellos se giraron. Ciertamente estaba vestida, pero que lo hubiese hecho correctamente era lo cuestionable, pues llevaba la camisa a medio abotonar, seguía descalza y con el cabello en desorden. Sin embargo, Alex decidió ignorar eso de momento. Ellos se sirvieron café mientras que Lucía, y para sorpresa al menos de Derek, estaba despachándose todo lo que le habían llevado.
Derek fue consciente del enorme revoltijo de emociones que tenían lugar en el interior de su hermano, de modo que le colocó una mano en el hombro y miró a Lucía.
Ella recordó que en efecto Alexander le había hablado de un hermano mayor, pero ella estaba viendo a Alier, sin emabrgo, decidió mostrarse generosa y no lo mencionó.
#1597 en Otros
#282 en Novela histórica
#1088 en Fantasía
#658 en Personajes sobrenaturales
situaciones incomprensibles, enemigos peligrosos, reencuentro persecusiones
Editado: 13.07.2022