Riùrik. Diciembre 2007
Ya hacía casi un mes del regreso, y aunque no se podía decir que las cosas estaban bien con Lucía, al menos no estaban tan mal, más que todo por la desaparición de escena de Lucien, pero eso tenía a Lucía de muy mal humor.
Lucien no estaba mucho mejor, y quien estaba pagando la vajilla rota era Anastasia, por una parte, y por la otra, cualquiera que tuviese la desdicha de encontrárselo.
Otro que no estaba más contento era Iván, pero en su caso por la frustración que le producía no adelantar nada con relación al paradero de Viorica. Había repasado una y otra vez, todo lo que le había dicho Yves, e incluso había vuelto con los svetsniks, pero la respuesta había sido la misma: ella no estaba en un lugar accesible. Sin embargo, las cosas iban a complicársele, pero a nivel personal.
Iliar, que como ya se sabe era un entrometido, en una ocasión y mientras esperaba a Iván, había visto de nuevo el móvil y había decidido conectarlo al cargador, algo que Iván no se había preocupado por hacer. Esa noche cuando Iván había regresado a su habitación y se disponía a acostarse, escuchó un sonido que, a pesar de no serle familiar, recordó y se giró.
Ya él sabía cómo funcionaban aquellos aparatos, pues entre las muchas cosas que ahora sabía, figuraba aquella, de manera que lo tomó y conectó.
Pero o bien él no sabía qué decir, no tenía qué decir, o lo pensó demasiado, pues volvió a escucharla.
Dicho eso cortó la comunicación sin darle tiempo a ella a despedirse siquiera. Una vez hecho esto, soltó el móvil y se alejó de él como si fuese una bomba, se sentó en el sillón que estaba frente a la chimenea y continuó mirando el aparato como si esperase que le saltase encima.
Iliar concluyó con rapidez que Iván debía estar muy enfermo, y no precisamente por haber estado hablando solo, así que hizo un urgente llamado, y cuando Iván salió, se encontró no solo con Iliar, sino con Haris.
Si bien Iliar hablaba mucho más de lo que casi cualquiera estaba dispuesto a soportar, también era muy práctico, de modo que caminó hacia a la ventana y descorrió las cortinas, pues en su opinión, aquello ilustraba bastante bien lo que estaba diciendo.
Iliar lo miró con sospecha, pero Haris aprovechó para marcharse, porque si bien él acudía con inmediatez cuando lo llamaban, si se trataba de un miembro del Arkel, lo hacía más rápido aún, pues sabía la facilidad con la que se agenciaban horrorosas heridas que no consideraban oportuno ir a atenderse al Haigala, también solía marcharse con prontitud cuando terminaba, y siendo que en esta ocasión no había nada qué atender, tampoco había motivos para demorar su partida.
Iliar por su parte se había acercado a Iván y lo miraba con atención, pero como ya excedía en mucho el tiempo que solía estar callado, Iván lo miró con fastidio.
Aquello también era cierto, pues tenían prohibido llevar chicas a Levzheir, pero Iliar siguió como si nada.
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situaciones incomprensibles, enemigos peligrosos, reencuentro persecusiones
Editado: 13.07.2022