La Dinastía (libro 10. Borelishka et Varetskhy)

Cap. 46 Al acecho

 

Riùrik. Diciembre 2007

Casi todo el mundo había coincidido siempre, en que Giorgio no estaba bien de la cabeza, pero quienes en la actualidad estaban más cerca de él, es decir, Massimo y Lorenzo, comenzaron a preocuparse seriamente, no por Giorgio, pues ninguno se preocupaba de verdad por nadie que no fuesen ellos mismos, así que si sentían la mencionada preocupación, era justamente por ellos y no por la cuestionable salud mental de Giorgio.

Desde un inicio, aquella obsesión por la princesa Lucía les había parecido absurda y suicida, porque ellos sí creían en la maldición Siglair, de manera que sabían lo perjudicial que era una de aquellas criaturas para ellos, o al menos para los que no llevaban sangre Yaroslávich en sus venas, así que o bien Giorgio en verdad necesitaba una camisa de fuerza, o tenía un extraordinario deseo de morir.

Sin embargo, durante algún tiempo  se habían olvidado del asunto, pues a pesar de que Giorgio la mencionaba eventualmente, ellos no le prestaban atención debido a que a diferencia de Giorgio, ellos sí creían que la muchachita estaba muerta. De manera que se habían dedicado a acrecentar sus intereses donde quiera que los tuviesen. No obstante, desde hacía más de un año, y cuando habían comenzado a aparecer los demás, las cosas habían comenzado a complicarse con el loco aquel, pero cuando en verdad pensaron que no había nada qué hacer, fue cuando se enteraron de la aparición de Lucía.

Giorgio había montado en cólera, había arrancado unas cuantas cabezas, había despotricado en contra de todo y de todos, ya que a su juicio, todos le habían fallado en encontrar a la muchachita, y por último, hacía unos días, había cometido la suprema estupidez de ir a ver a Gianfranco y casi termina de cabeza en Zatvor, algo que Massimo y Lorenzo estaban bastante seguros que iba a suceder, pues ya le habían advertido que no se acercase a su hermano, y quien lo había hecho era Domenico, alguien que estaban igualmente seguros que nada le habría dado mayor placer que despojar a Giorgio de su desquiciada cabeza.

Ambos opinaban que Giorgio había tenido mucha suerte, pues Gianfranco tal vez logró recordar que el muy desgraciado era su hermano, así que solo ordenó que fuese encerrado en un antiguo castillo que poseían en Gales, y si había escogido aquel, era porque sabía que Giorgio detestaba el Reino Unido casi más que a cualquier Yaroslávich. En cualquier caso, y si bien Massimo y Lorenzo pensaron que de momento se habían librado de tener que soportar la ira de Giorgio, con seguridad cuando saliese de allí, en verdad iban a necesitar una camisa de fuerza.

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Otro que no estaba de mejor humor, era Boyko, porque lógicamente, y aunque él no hacía vida pública, se había enterado lo mismo de la aparición de Lucía, Iván y el necio de Radek, pero como a diferencia del resto de los devrigs, él si sabía que estaban vivos, aunque no dónde, lo que lo molestaba era justamente eso, porque si Viorica se lo hubiese dicho, él se habría ido derecho a acabar con ellos, pero no, aquella estúpida mujer quería a la niña para un ritual más estúpido aún, y a pesar de que era ella quien los había perdido, ahora sería en él en quien descargaría su ira por no haberlos encontrado.

A pesar de que los espías de Boyko hacían un buen trabajo, porque fue por ellos que se enteró de las apariciones, así como del hecho de que tanto la muchachita como Radek, iban por ahí con el maldito Lucien, emborrachándose en las tabernas, y si bien pensó que tendría una oportunidad, no había sido así. En primera instancia, la dificultad radicaba que en no habían salido de Riùrik, y él no podía entrar a aquel lugar de ninguna manera, y por otra parte, uno de sus espías le había informado que Lucien ya no estaba en Riùrik y que no habían vuelto a ver a los demás.

Como Viorica no lo había contactado, y ciertamente él no sabía cómo o dónde hablar con ella si no le enviaba un mensaje indicándoselo, dedujo que no estaba al tanto de lo ocurrido, de manera que comenzó a trazar sus propios planes.

Después del enfrentamiento que habían tenido y que culminó con las desapariciones, él llegó a pensar que la misma Viorica había muerto también, pues sabía de primera mano lo peligroso que eran tanto Iván como Radek debido a que los había visto nacer y crecer, así que no le habría extrañado que uno de ellos, o ambos, la hubiesen despachado.

Esto hizo que se mantuviese un tiempo inactivo, pero al acecho, y pasado un tiempo más bien largo sin noticias, volvió a sus actividades, porque Lucien seguía vivo y eso era inadmisible para él.

No obstante, aquellos desgraciados contaban con una fuerza malditamente bien organizada, y no solo desbarataron sus planes, sino que casi acabaron con sus hombres, así que, aunque él no lo sabía, había actuado del mismo modo que Giorgio lo haría un poco después, pues comenzó a hacer transformaciones indiscriminadas durante los muchos conflictos que habían asolado a Europa, pero también lo hizo en otros lugares menos vigilados, como Asia, África y América, aunque en esta última tuvo un poco más de dificultad, pues el levjaner a cargo de aquella zona era del tipo curioso y peligroso, y lo hizo perder a muchos de aquellos que había transformado durante la Guerra de Secesión americana entre 1861 y 1865, pero en conjunto, aquellos individuos habían resultado inmanejables y los había perdido lo mismo.  El asunto era que, aunque había demorado, había logrado hacerse de un ejército considerable preservando las vidas de los itslievs y primigenios que lo acompañaban; pero también perdió mucho tiempo, pues los nyas necesitaban adaptación y entrenamiento, pues no se enfrentarían con escolares, sino con individuos que les llevaban una larga ventaja no solo en años, sino en experiencia estratégica en batalla.




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