La Dinastía (libro 10. Borelishka et Varetskhy)

Cap. 47 Mal asunto

 

Riùrik. Diciembre 2007

Si bien los levjaners habían estado teniendo poco éxito para separar a Dylan y a Lucien, lo que sí tenían, era sus instintos en estado de alerta, de modo que ellos escucharon lo que aquellos dos no, es decir, la exclamación de ira de Lucía, pero no tenían tiempo para ocuparse de ella. Sin embargo, las alarmas se dispararon en el cerebro de ambos al sentir la vibración anormal, pero no tuvieron tiempo de nada, y aunque el ataque de Lucía iba dirigido a Lucien, todos se vieron afectados, aunque con menos intensidad.

Radek echó un rápido vistazo y concluyó lo obvio, de modo que se arrodilló al lado de Lucien, lo giró y el pobre Itlar casi sufre un colapso al ver la mancha roja que se extendía con rapidez por un costado del sizvitel. Radek cerró los ojos, colocó las manos a unos centímetros de la herida y comenzó a recitar algo que no entendieron.

Yvaylo se había golpeado la cabeza con un sillón y tenía una herida sangrante, Dylan solo había recibido el batacazo que le produjo la caída al ser expulsado con tanta violencia, pero no estaba herido, de manera que apartó a Yvaylo y caminó en actitud amenazante hacia la cama.

Sin embargo, cualquier cosa que pensase decir o hacer, se quedaría solo en la intención, porque a Lucía parecía habérsele pasado la resaca al ver lo que acababa de suceder, y aunque se había quedado brevemente paralizada, en el momento en que Dylan se acercaba, ella se estaba tirando de la cama y lo apartó con escasa delicadeza corriendo a continuación hacia  donde estaba Radek.

Itlar e Yvaylo habían conocido, tratado y sufrido a Mikha, y era algo de lo que nadie se salvaba, pero si había algo que todo el mundo sabía en su tribu, era que él podía fastidiar o golpear a todo el mundo, incluido Iziaslav, pero que nunca le había hecho verdadero daño a Lucien. De modo que en aquel momento pudieron sentir no solo la preocupación, sino como pasó de eso a experimentar una ira peligrosa, y acto seguido se giró con una mirada rojo sangre que anunciaba la desgracia para el receptor de la misma, y que en aquel momento eran los dos levjaners.

  • ¿Cómo se atreven?
  • Lucía…
  • ¡Cierra la maldita boca, Andrei!

Mientras ordenaba eso, había comenzado a avanzar hacia los levjaners, pero si Dylan no sabía, no entendía o ambas cosas, ellos sí, y era que ella los estaba haciendo responsables del ataque a Lucien, porque Mikha no podía hacer aquella clase de cosas. Si Dylan no entendía, era porque él sabía que Lucía era capaz de aquella clase de ataque, mientras que Mikha no, y era por eso que en aquel momento ella pensaba que habían sido los levjaners los que habían atacado a Lucien.

  • Mikha –escucharon a Radek
  • Tú ocúpate de atender a mi hermano, que yo…
  • Ellos no hicieron nada, y el único responsable eres tú –le dijo y aquello sí la paralizó, pero como no podía guardar silencio en casi ninguna circunstancia, no lo hizo
  • ¿Han khlegar[1]?
  • No, no lo estoy. Y ahora tranquilízate para terminar de atender al kicyk sizvitel

Aunque ella no parecía muy convencida, al menos los levjaners sabían que confiaba de forma ciega en Radek, de manera que los dejó en paz y caminó de nuevo hacia donde estaba Lucien, lo alzó y comenzó a caminar hacia su cama. Radek que era muy práctico, no iba a ponerse a discutir con ella, sino que se apresuró hacia la cama también para continuar con lo que hacía, pero Dylan era otro asunto.

  • Lucía, debe ser llevado al Haigala o…
  • No digas estupideces ¿No ves que necesita atención?
  • Sí, pero esa es tu cama y no debe…
  • No te lo voy a repetir, Andrei, cierra la boca y lárgate de aquí
  • ¡Lucía!

En aquel momento quien hacía su entrada era Alexander que había demorado un poco más en llegar, porque si bien sintió la alteración de su hermana, pensó que solo seguía furiosa por su tragedia de ser mujer. Lucía por su parte y al escucharlo, gimió internamente, porque era verdad que estaba haciendo su mejor esfuerzo, pero aquel individuo era en verdad una espina clavada en su garganta y ese era el peor momento para que fuese a fastidiar.

  • Ahora no, Seren
  • Alexander –puntualizó – Y me trae sin cuidado si te fastidia, si quieres o no, o todo lo anterior, pero vas a disculparte con nuestro padre de forma inmediata

Tanto Dylan como los levjaners, sintieron que un frío recorría sus espinas dorsales cuando Lucía se giró y vieron que sus ojos pasaban velozmente del azul al violeta y de ahí al rojo encendido, y detuvieron sus respiraciones cuando la vieron acercarse a Alex y sujetarlo por un brazo.

  • Escucha… niño –acentuó en forma venenosa – pero escucha bien, porque no es juicioso hacerme repetir una maldita cosa. Ya me cansé de todo esto, ni pedí lo que está sucediendo, ni lo entiendo, ni me importa. Si tú estás fastidiado, yo lo estoy el doble, así que mátame o déjame en paz, y toma una decisión, pero tómala ahora, porque si no me matas y vuelves a fastidiarme, el muerto vas a ser tú.




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