La Dinastía (libro 10. Borelishka et Varetskhy)

Cap. 60 ¿Interés o crueldad?

 

Riùrik. Diciembre 2007

 

Lucía había pasado los últimos días de un humor asesino, algo que casi nadie entendía, porque si con alguna dificultad, durante los dos primeros días que siguieron al enfrentamiento, Yvaylo había logrado atribuirlo a que en las actuales circunstancias de la energía de Lucía, no entendía por qué debía sentirse mal solo porque Alex lo estuviese, una vez que su gemelo se recuperó, ella seguía igual.

Lo que nadie sabía, era que desde la conversación que ella había tenido con Radek, y que éste se comprometiese a ayudarla con el asunto Viorica, lo que la tenía de aquel modo era que Radek prácticamente no había salido del Haigala, y en esas condiciones ella tampoco podía hacerlo, pues Radek se había comprometido con Alexander a cuidar de que Lucía no hiciese disparates, y para cumplir con lo que había prometido, debía tenerla siempre a la vista.

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De manera taxativa, Lucien se había hecho con el mando de las investigaciones con respecto al último enfrentamiento, aunque no era que le gustase en forma especial y simplemente había actuado por instinto. De modo que por lo anterior, y siendo que Iziaslav no lo había objetado por estar consciente de que su hijo tenía perfecto derecho a ello, Istvan seguía rindiéndole los informes a Lucien o consultándole acerca de cualquier cosa relativa a aquel caso, y ese día cuando Anastasia le anunció la visita de Istvan, Lucien compuso expresión de fastidio.

Cuando Lucien había abandonado la reunión del concejo, como lo había hecho de pésimo humor, se había ido derecho a Florencia, así que Anastasia concluyó que la muchachita estaba fastidiando de nuevo, y aunque no era así, como sabía que su presencia no sería apreciada y ni siquiera aceptada, en cuanto llegó Istvan y después que le dio aviso a Lucien, ella se encerró en su habitación.

  • Kasny din –saludo Istvan
  • ¿Y ahora qué? –preguntó Lucien ahorrándose el saludo y mientras caminaba hacia la licorera

Istvan juntó levemente las cejas y no por la descortesía de Lucien, algo a lo que todos estaban acostumbrados, y más cuando sabían que algo lo molestaba, sino que eran apenas las nueve de la mañana y ya Lucien estaba maltratando su estómago, como solía decir Dylan.

  • Y como es el mío y no el tuyo, limítate a decir lo que viniste a decir

Istvan se insultó en todos los tonos, porque si alguien tenía bien aprendido que no le asistía el derecho a opinar acerca de nada que decidiesen hacer los miembros de la familia real, y menos aquel, su descuido era imperdonable.

  • Biagyzlim sa… Lucien –se disculpó corrigiéndose a tiempo o emporaría el mal humor de aquel sujeto
  • Deja la necedad, Istvan, todos tenemos derecho a pensar lo que nos venga en gana y nadie tiene derecho a cuestionarnos por ello

Istvan casi podría haber reído, pues aquel era un discurso muy inconsecuente, porque ciertamente Lucien lo cuestionaba todo y a todo el mundo, pero decidió darse prisa con lo que lo había llevado allí.

  • Vine a tratar el asunto de la señorita Stolnic
  • ¿Y esa quién es? –preguntó, pero casi inmediatamente y antes de que Istvan contestara, recordó a la chica
  • Es…
  • Ya recordé –lo interrumpió – ¿Qué sucede con ella?
  • Como sabes, no podemos continuar manteniéndola dormida, pues a pesar de que no se le está administrando ninguna sedación, ella debe volver a su vida

Lucien no dijo nada, sino que se llevó el vaso a los labios y su mirada se perdió en el vacío. A pesar de lo que muchos pensaban de él, en verdad no era tan descorazonado como creían, de modo que en ese momento estaba pensando no solo en lo que había leído acerca de la chica en el informe que le habían dado, sino en el cuadro completo, pues como decía Iziaslav, Lucien nunca se enfocaba en una sola cosa, sino que evaluaba el conjunto.

De acuerdo a lo que sabía, Ilian Stolnic era médico, y aunque había estudiado su carrera porque su padre era un eminente neurocirujano que  había querido solo dos cosas en la vida: la primera, tener un hijo varón, y la segunda, que éste siguiese sus pasos, y si bien no había conseguido lo primero, sí lo segundo, pero según el informe, nunca pareció especialmente satisfecho con los logros de su hija, y de hecho, la mencionada hija, y aunque efectivamente le gustaba su carrera, casi la había abandonado para no tener que soportar las críticas constantes de su progenitor.

Aquello no era muy novedoso, pues es algo que suele ocurrir muy seguido con algunos padres, pero adicional a lo anterior, la madrastra de Ilian era una auténtica bruja que aparte de haberle hecho la vida miserable, también la había alejado mucho del señor doctor, con la consecuencia natural de que la chica se hubiese alejado no solo de él, sino de casi todo el mundo.

Hacía relativamente poco tiempo, que habiendo tenido tantos problemas con su padre, había decidido marcharse lo más lejos posible y era como había llegado a Nilak, y fue allí donde encontró algo parecido a un amigo en Liam, si no se tenía en cuenta  que la mayor parte del tiempo ella estaba apaleándolo verbalmente. Según el mismo informe, los jóvenes Hardy y Lisieux, habían entrado a su vida en forma reciente y no había mucha evidencia de que tuviesen una relación muy sólida, sin embargo, cuando Lucien había hablado con ella, había notado que estaba en verdad muy mortificada por todos, y como en su experiencia, la gente no solía preocuparse por quien no le interesaba y a veces ni por éstos, hizo su propia averiguación, notando de esa manera que les tenía verdadero afecto, así que no, no era cuestión de trasladarla a un hospital, dar alguna sucinta explicación y borrar su memoria, pues aquello le parecía a Lucien muy cruel teniendo en cuenta la soledad en la que se sumiría la pobre chica.




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