La Dinastía (libro 10. Borelishka et Varetskhy)

Cap. 69 Encerrados

 

Dylan era una excelente persona, pero, aunque eso no cambiaba su naturaleza compasiva, a fuerzas se había convertido en un individuo peligroso si alguien tenía la desdicha de llevarlo más allá de los límites, pero, aunque había recibido en la transformación muchas de las características de su izbretel, éstas estaban asociadas al físico y al poder destructivo, aunque él tenía mucho más éxito para controlar lo último. Sin embargo, de lo que no tenía ni un poco, era del don de Lucien para la percepción de la esencia, algo lógico debido a que aquel era un don de Maikata Priroda que no se transfería, de modo que si bien poseía la percepción de todo devrig, al igual que le sucedía a Iziaslav, él o bien prestaba escasa atención, o simplemente no le interesaba identificar a nadie, pues trataba a cada quien de acuerdo a sus propias costumbres y cortesía, y solamente variaba esto si la persona en cuestión tenía un comportamiento desagradable o decididamente agresivo, como le había sucedido siempre con Giorgio Savaresce por ejemplo.

Por todo lo antes expuesto, cuando despertó sintiendo un intenso dolor, debido a que estaba siendo golpeado de forma salvaje, y aunque logró enfocar a su agresor, no lo reconoció de forma inmediata a pesar de que ya lo había visto muchos años atrás cuando Boyko, que era el infeliz, lo había secuestrado en su manía por perseguir a Lucien.

  • Vaya, finalmente la princesa nos hace el honor

A pesar de que el dolor que estaba sintiendo Dylan era inhumano, pues el salvaje aquel no se había limitado a golpearlo para que despertase, sino que ya le había hecho una indecente cantidad de heridas, Dylan se había acostumbrado a vivir con un dolor infinitamente superior, pues dijesen lo que dijesen, en su opinión, el físico no superaba de ninguna manera al dolor emocional.

Sin embargo, siendo que tenía una materia y ésta se hallaba en aquel momento sumamente maltratada, intentó elevar la cabeza, pero ésta se negaba a obedecer. Dylan sentía que estaba en una especie de limbo que oscilaba entre la consciencia y la inconsciencia, de modo que apenas si estaba entendiendo lo que el infeliz de Boyko estaba diciendo. No obstante, escuchó otra voz que si bien no identificó de forma inmediata, sabía que la conocía.

  • Ten algo de misericordia y mátalo si eso es lo que quieres hacer, pero no lo hagas sufrir más

Quien había dicho aquello era Amaranta que había despertado antes y estaba siendo testigo de aquel salvaje tratamiento. Dylan había hablado en un par de ocasiones con ella, pero de eso hacía muchísimo tiempo, de manera que habría sido improbable que en su situación actual, supiese de quién se trataba a pesar de que el último recuerdo que podría tener, era el de haber intentado protegerla, y aunque se esforzó en mirar hacia la dirección de la voz, como se dijo, ninguna parte de su cuerpo parecía dispuesta a colaborar, y lo que escuchó a continuación fue la risa obscena de Boyko.

  • Si lo que quieres es un hombre, estás escogiendo mal, pequeña zorra, porque sin duda este no lo es, y ya comienzo a preguntarme si Lucien está en la misma situación, lo que no sería tan extraño, porque sus padres parecían estar criando a una niña y no…
  • Cierra…la boca –logró decir Dylan que ya comenzaba a estar más consciente, pero fue obsequiado con otra andanada de golpes

Como se dijo con anterioridad, Avitzedek había tenido a Amaranta prácticamente aislada durante toda su vida, y había sido en los últimos cincuenta o setenta años, que gracias a la insistencia de Gianfranco, la pobre chica había logrado ver algo del mundo, de modo que aquella muestra de salvajismo no había formado parte de su vida nunca.

Amaranta sabía la vida que habían llevado su padre y sus hermanos, pero ella nunca había formado parte de la misma, también estaba al tanto de las ejecuciones sumarias que se habían llevado a cabo en el harem, pero tampoco había sido testigo de las mismas, y en las ocasiones en las que su padre había apaleado a Giorgio, ella tampoco lo había visto; de manera que la pobre chica estaba aterrorizada con lo que estaba viendo, y siendo como era, una criatura dulce y delicada, aparte de una devrig, estaba experimentando un dolor que no era suyo, pero que la afectaba lo mismo.

Dylan escuchó un grito lejano, y aunque quiso ayudar, le era imposible, pues sentía que estaba cayendo en un precipicio sin fondo. Esto obedecía a que Boyko había hundido nuevamente el dykari en el abdomen y fue esto lo que ocasionó el grito de Amaranta.

En otro calabozo estaban Avitzedek e Yvaylo, pero ambos seguían bajo los efectos tanto del veneno como del fuerte narcótico que les habían inyectado nada más llegar allí, aunque en el caso de Yvaylo, la dosis había sido doble, pues ya le habían administrado otra antes del traslado cuando lo vieron moverse. De modo que los organismos de ambos estaban luchando contra el veneno de los dardos con los que habían sido alcanzados y con el narcótico, pero a ellos nadie los estaba atacando, al menos de momento.

Los casos de Michel y de Janos eran parecidos, solo que con Michel no tuvieron la precaución que tomaron con Yvaylo, pues en principio parecían confiar mucho en el veneno que llevaban los dardos y se contentaron con darles una dosis de narcótico, pero no era ni de lejos la que le habían administrado a Yvaylo y ahí estuvo su error, al menos en el caso de Michel, pues ellos ignoraban que él había recibido el mismo entrenamiento de un levramzyk, aunque nunca sería uno, lo que sumado a la poderosa sangre que corría por sus venas, y aunque ni él mismo Michel lo sabía, contribuiría a procesar con mayor rapidez la intoxicación.




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