La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 1 Janos

 

Janos fue hijo de Dvòrak, un feroz guerrero devliano hijo a su vez de Dahen, una media hermana de Iolan, pero si los varones que no fuesen nacidos dentro del matrimonio, no eran susceptibles a ser reconocidos como herederos del Hlavary, las hembras estaban mucho más lejos y eran simplemente ignoradas, porque de acuerdo a sus ideas y costumbres, los varones por lo menos eran útiles como guerreros, pero las mujeres no, de modo que Janos nunca fue considerado ni reconocido como miembro de su familia por Iolan, y en el caso de Iziaslav, no se habría enterado nunca de aquel parentesco de no haber sido por la transformación y cuando llegaron a la conclusión de que el resto de los devlianos que habían sido víctimas de la transformación, no habían sido alcanzados por esta por su adhesión al Hlavary como era el caso de los levjaners, sino porque por sus venas corría sangre Yaroslávich.

Janos tenía muy escasos recuerdos de Dahen, pues su madre murió cuando él aún estaba pequeño, pero si a Janos no le sucedió lo mismo que le había ocurrido a muchos primigenios, en el sentido de que casi habían olvidado el aspecto de sus progenitores, era porque él veía la cara de su madre a diario, repetida en Iziaslav, ya que, físicamente, Iziaslav se parecía más a su abuelo que a Iolan, y Dahen era idéntica a su progenitor, salvando las distancias de género. Aunque lógicamente y sabiendo que no le estaba permitido hacer referencia a aquel parentesco, Janos nunca se lo mencionó a Iziaslav.

A pesar de que Iolan nunca lo reconoció como pariente, nadie sabía si la razón para que le permitiese estar cerca de su hijo menor obedecía a un reconocimiento tácito, o porque Iziaslav era en verdad un dolor de cabeza que en opinión de Iolan necesitaba más vigilancia de la usual. De modo que fue por esto que la relación entre Iziaslav y Janos creció y se fortaleció con el tiempo, y el livlje tendría, además, otro motivo para estarle agradecido a Janos, pues él evitó que se llevasen a Anitchka pidiéndola en matrimonio.

Para aquella época Iziaslav solo vio aquella acción como un servicio que le estaba prestando su amigo, y no sería, sino hasta más adelante que entendería que Janos no lo había hecho por él, sino porque amaba a Anitchka, pero sería algo que no entendería hasta muchísimo después.

Habitualmente, los devlianos se dedicaban a explorar y hacerles la guerra a quienes se interponían entre ellos y los territorios que quisiesen, pero aquello no suponía que odiasen a nadie y solo era una cuestión de supervivencia. Sin embargo, cuando Anitchka fue secuestrada y asesinada por los Savaresce, sus acciones pasaron de ser puramente actos de guerra, a una persecución encarnizada y sangrienta vestida de un odio feroz, pero después que habían descuartizado con sus propias manos a los responsables directos de su desgracia, si bien Iziaslav no los quería más y seguiría persiguiéndolos, mucho tiempo después, y cuando comenzó a entender y a concientizar las cosas importantes, ese odio pareció ir diluyéndose; no era que fuesen los mejores amigos, pero al menos él podía hablar con Avitzedek, aunque fuera para molestarlo, mientras que Janos nunca superó aquel odio visceral que le producía cualquier miembro de aquel desgraciado clan.

Aunque no era lo habitual, y Janos en realidad no tuvo mucho tiempo para haber establecido una relación con Anitchka, estaba convencido que su amor por ella era superior a cualquier otro. Él había visto a Iziaslav, por ejemplo, enamorarse y matar a las mujeres que había amado, así que pensaba que, si bien podía ser cierto que las hubiese amado, de ningún modo como él amó y seguía amando a Anitchka, pues primero habría renunciado a la vida antes que quitársela a ella.

Hasta que se sucedió la tragedia de Dylan y Sophie, Janos pensaría que ningún hombre había amado a una mujer como lo había hecho él, pero a raíz de lo anterior, colocó a Dylan por encima de sí mismo, porque, también estaba segurísimo, que de ninguna manera él habría podido respetar una decisión como la de Sophie en el sentido de no ser transformada, con lo que, a su juicio, quedaba demostrado que el amor de Dylan era muy diferente si había sido tan poco egoísta como para ser capaz de dejarla ir, solo porque era lo que ella deseaba, sin pensar en sí mismo.

 

Después de los últimos acontecimientos, y que las cosas habían vuelto a la relativa calma, si no se contaba con la inconsciencia de Dylan, Janos pasaba un momento por el hospital y el resto del tiempo se iba al lugar que fue su primer hogar. A veces caminaba por los alrededores, y otras se quedaba sentado sobre la tumba de Anitchka rememorando el escaso tiempo en el que la tuvo como su esposa. Aunque él pensaba que después de tantos años casi no le quedaban lágrimas, y que las mismas eran tan pocas que solo fluían el día que según su cuenta, se cumplía otro año de su terrible partida, en esta ocasión estaba derramando tantas como el día que habían recibido el cuerpo de Anitchka hecho pedazos.

En las pocas ocasiones en las que se paseaba por el lugar, se preguntaba cómo era que habían podido vivir en aquellas áridas estepas donde incluso ahora, nadie lo hacía, pero también recordaba que era por eso que habían comenzado a desplazarse hacia otros lugares cuyos entornos fuesen más amables. Sin embargo, durante mucho tiempo, no fueron muy lejos, razón por la que sus primeros asentamientos se hallaban en los alrededores.

Por supuesto, ningún ikedev había descubierto los restos de los mismos, sino aquellos que establecieron más al sur y muchísimo tiempo después de la transformación, de manera que, de no haber sido por esta, cualquier vestigio de su civilización habría desaparecido tragado por las nieves de las estepas siberianas.




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