Aunque no se suponía que Ilian estuviese en el área de atención de los devrigs, aquella chica era muy terca y se había propuesto aprender tanto como le fuese posible de individuos como Haliq, Haris, el bellísimo Armand, y del antipatiquísimo Aleksèi, pues obviando las características personales de cada uno, ella tenía muy claro su brillantez y el caudal de conocimientos de los que eran portadores.
Ella sabía que era muy improbable que llegase a alcanzar los niveles de destreza y conocimiento de ellos, porque por empezar, ella no viviría tanto, y, por otra parte, ya sabía que mucha de la habilidad que exhibían, era diferente a la de los otros médicos o lijeniks, como eran llamados en su idioma, y que procedía de un ente, energía o como fuese que lo llamaran, muy superior y que parecía fuera del alcance no solo de un mortal común, sino de sus mismos congéneres.
Con Haris le resultaba difícil entenderse, pero no por antipatía, sino porque aquel sujeto apenas si hablaba, pero era muy hábil y rápido, de modo que ella se dedicaba a prestar atención a sus procedimientos y técnica, pues era evidente que Haris era muy bueno para la atención de emergencias.
Haliq por su parte era totalmente lo opuesto a su hijo, porque era paciente, conversador y le gustaba explicar las cosas paso a paso. A Ilian le gustaba especialmente ir a su laboratorio, porque los avances eran inimaginables, o al menos lo eran para ella, aunque sabía que en su propio mundo los había, pero también era un hecho que casi nadie tenía acceso a los grandes institutos de investigación científica.
El caso de Armand era un enigma para ella, porque lo veía atender a sus pacientes con una dedicación y conmiseración infinitas; lo había visto esforzarse hasta casi el agotamiento, con pacientes que ingresaban en estados insalvables, aun para ellos, pues Haliq le había explicado que si bien en teoría un devrig no podía morir por enfermedades o heridas, aunque éstas fuesen muy graves, el caso de los nyas era diferente, porque a sus organismos les tomaba algún tiempo que podía variar dependiendo de la constitución de cada quien, en adaptarse a su nueva condición, y en ese tiempo, eran susceptibles a morir, sin embargo, Armand literalmente se los arrebataba de las manos a la muerte. No obstante, si bien se comportaba de aquel modo con los pacientes, con ella era distante y frío, así que casi había llegado a la conclusión de que le caía muy mal y así se lo dijo a Haliq, pero para su sorpresa, el veldeky había sonreído.
Haliq no se estaba burlando, y si había reído con más ganas, era porque ya había notado que cuando Ilian estaba molesta, lo llamaba doctor.
Aquello también lo sabía Haliq, pues el necio de Aleksèi, y aunque no era que él lo considerase uno en líneas generales, sin duda lo estaba siendo con Ilian y se negaba a llamarla de otra forma que no fuese kandly en lugar de hacerlo por su nombre.
Aunque ella había preguntado específicamente por Armand, Haliq los había incluido a ambos en su petición de comprensión, pero Ilian estaba bastante segura de caerle como una patada en el hígado a Aleksèi, y se sabía, además, culpable de ello por la forma en la que se había comportado con él cuando lo conoció.
Sin embargo, un poco después de aquella conversación, que incluyó algunos otros comentarios acerca de lo difícil que le resultaba a un devrig el amor, especialmente si éste no era correspondido, Ilian ignoró el comportamiento de Armand, pero comenzó a asegurarse de que él recordase que ella no era una nya y las cosas, si bien no habían variado mucho, él había comenzado a ser un poco más amable y conversaba más con ella.
Con Aleksèi no había caso, pues aquel individuo parecía decidido a odiarla y no estaba ni cerca de permitirle siquiera disculparse por su comportamiento inicial. No se trataba de que fuese grosero o mal educado, pero la hacía objeto de una fría cortesía que era a todas luces obligada. Si ella llegaba a algún lugar en el que él estuviese y que no se tratara de la habitación de un paciente o una sala de atención, se disculpaba marchándose a toda prisa, y si era al revés, y era él quien llegaba y ella estaba, ni siquiera terminaba de entrar. Sin embargo, cuando se trataba de que tuviesen que compartir la atención de un paciente, Aleksèi desplegaba y compartía todos sus conocimientos con ella, le explicaba con paciencia y la guiaba en los procedimientos, de modo que a Ilian le sorprendió poco enterarse de que él era uno de los profesores de la Facultad de Medicina, y era por ello que casi nunca estaba en el Haigala en las mañanas.
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Editado: 11.02.2023