La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 5 Sofía

 

Después de la dramática declaración hecha por Sofía, con relación a lo que sentía por Henri, y siendo que ésta se había dado en un momento en el que estaban sucediendo demasiadas cosas, el asunto había quedado momentáneamente olvidado, pero una vez que todo, si bien no se había resuelto pues Dylan seguía en el Haigala y Mikha seguía ocupando la materia de Lucía, al menos estaban relativamente en calma, Istziar decidió hablar con su hija, porque Derek sí parecía haber borrado aquello de su mente.

  • ¿Se puede? – preguntó antes de entrar a la habitación
  • No fastidies, madre

Aquello en el particular lenguaje de Sofía, significaba que podía pasar. A pesar de que Istziar había asistido a todos los cambios sociales y a la evolución de las modas, casi se sentía enferma cuando entraba a las habitaciones de Michel y de Sofía, porque aquellos dos parecían más gemelos que los que realmente lo eran, y tenían los mismos horrorosos gustos. Durante los primeros años de vida de Sofía, ella no protestó por la decoración y en realidad no parecía interesarle, pero a partir de la década del sesenta, los gustos de la chica comenzaron a cambiar y en una dirección que Istziar encontraba catastrófica; en opinión de Istziar, su hija no había redecorado, sino que había destruido su habitación, y esperar que Derek encontrase algo cuestionable en el asunto, era tan iluso como esperar que él mismo se comportase con algo de juicio. El asunto era que, en la actualidad, la mencionada habitación estaba literalmente forrada con fotografías autografiadas por los miembros de las agrupaciones musicales que le gustaban a la niña, así como había un par de guitarras, y para coronar todo el asunto, cada vez que se entraba a ella, era como hacerlo a un concierto, pues todo el tiempo estaba sonando algún escándalo de los que tanto Sofía como Michel sostenían que era música.

  • ¿Podemos hablar un momento?
  • Esa es una de las preguntas más estúpidas del mundo, ayhyr, porque es obvio que lo hacemos
  • De acuerdo, pero me cuesta hacerlo si apenas puedo escucharte

Sofía la miró con fastidio, porque si bien casi cualquier devrig habría sentido el escándalo mencionado, en realidad era por lo sensible de su aparato auditivo, porque la verdad era que, no estaba tan alto, pero se mostró lo bastante generosa como para accionar un mando y bajar el volumen. Istziar había planeado cuidadosamente aquella charla, no solo por lo delicado del tema, sino por el carácter de su hija, sin embargo, iba a costarle lo mismo, porque ella sabía mejor que nadie lo que Sofía podía estar sintiendo, ya que ella había pasado por eso, solo que, si sus esperanzas habían sido lejanas, las de su hija eran nulas. De manera que se sentó al borde de la cama y le sujetó las manos.

  • Kaisyn, tenemos que hablar acerca de Henri
  • No, no tenemos que hacerlo
  • Sofía
  • No soy estúpida, ayhyr, así que sé lo que vas a decirme y no necesito escucharte
  • ¿Debo concluir entonces que…?

Sofía se levantó y caminó hacia la ventana, pero como Istziar la siguió, le dolió el corazón al ver las lágrimas en los ojos de la chica, pero su voz sonó tan firme como la de Iziaslav.

  • Lo que dije es cierto, pero yo soy una Saint-Claire y él es un Lothian de sangre, así que sí, madre, sé que soy una sentencia de muerte para él, y aunque estoy muy orgullosa de mi sangre, en este momento más que en ningún otro, la siento como una verdadera maldición

Dicho esto, abandonó la habitación y la casa a una velocidad que no le daría tiempo a Istziar de nada más que sentirse sumamente desdichada, por una parte, y por la otra muy angustiada, porque si bien entendía por qué Sofía estaba diciendo aquello, si Derek la escuchaba, posiblemente sufriría un ataque cardíaco antes de entender por qué lo hacía.

Istziar se había acostumbrado a que el único que avisaba si se retrasaría o si de ninguna manera llegaría para la hora de la cena, era Armand, mientras que Derek podía presentarse a las horas más insólitas y que iban desde unas pocas después de haber salido, hasta altas horas de la noche; Michel era un incordio que podía pasar días sin aparecer, pero Sofía llegaba a la hora de la cena independientemente de qué o dónde hubiese estado. Sin embargo, aquel día, y si bien Armand envió aviso de que no llegaría para la cena, había pasado la hora y Sofía seguía sin aparecer, así que la angustia de Istziar había ido en aumento cuando percibió la presencia de Michel y un segundo después su habitual escándalo.

  • ¿Dónde están todos? – preguntó después de sujetarla y darle vueltas en el aire
  • Armand sigue en el Haigala, pero…
  • ¿Pero? – preguntó con suspicacia

Istziar suspiró con resignación y comenzó a referirle la corta conversación que había sostenido con Sofía, pues sabía que de nada le valdría intentar ocultárselo, porque Michel estaba siendo delicado, algo que solo sucedía con ella, pero aquel chico no tenía paciencia, y si ella se hubiese empeñado en no decirle nada, él lo habría averiguado de igual modo.

  • Madre, sabes bien que cuando Sofía se molesta por algo, sale huyendo, algo en lo que se parece de forma extraordinaria y muy inconveniente si me preguntas, tanto a ymharyk en sus dos versiones, como al ergelar, y dependiendo del tamaño de su disgusto, la ausencia puede durar solo unos minutos o varias horas
  • Lo sé, Michel, pero ya es muy tarde
  • Bien, pero igual no debes preocuparte, porque Czersk está con ella esté donde esté




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