La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 10 Cenizas del pasado

 

Janos, y como todos los miembros de la familia, e incluso algunos levjaners, poseía un Dvorets propio, y aunque nunca había hecho uso del mismo, pues siempre estaba cerca de Iziaslav, una vez que éste había contraído matrimonio, había decidido que había llegado el momento de mudarse. No era una cuestión de espacio, obviamente, pues por empezar, Illir era enorme, así que no había modo de que interfiriese con la privacidad de la pareja, sino una cuestión de salud mental, porque al igual que la mayoría, y aunque nadie lo dijese en voz alta, estaba bastante seguro que en el momento menos pensado, Iziaslav iba a acabar con la vida de aquella criatura, así que la última cosa que Janos quería, era encariñarse con la niña.

Inicialmente no había pensado en trasladarse a su Dvorets, pues lo encontraba grande, ostentoso y, en suma, no se parecía en nada a él, pues quien se había encargado no solo de mandarlo a construir, sino de ordenar su decoración interior, había sido Iziaslav. Así que, en principio, pasaba mucho tiempo en la Villa de Florencia donde se encontraba Norman, y como Iziaslav estaba de viaje, no hubo mayores problemas, pero cuando regresó, y la primera vez que mandó a llamar a Janos y le dijeron que éste no estaba, montó en cólera y ordenó a un levramzyk encontrarlo donde quiera que se encontrase. Como no era que Janos se estuviese escondiendo, no hubo problema y un poco después hacía acto de presencia.

  • ¿Dónde demonios estabas?
  • En Florencia
  • ¿Lucien está bien?
  • Hasta donde sé, así es, pero, en cualquier caso, no estaba con él, sino con Norman
  • ¿Qué tanto tienes que hacer con ese individuo?

Janos emitió un suspiro de resignación, y después que el malcriado soberano dijo todo lo que le pareció, él dispuso el tablero de ajedrez, pero no pudo evitar hacer un maligno comentario.

  • ¿Ya te aburriste de tu nueva esposa?
  • ¿Qué sucede contigo, estúpido?
  • ¿Conmigo? No soy yo quien está casado con una joven y linda ledzidy y decide que la mejor manera de emplear su tiempo, es jugando ajedrez

Faltó poco para que le tablero terminase en su cabeza, pero el asunto no pasó a mayores.

Todo aquel circo se repitió en varias ocasiones, aunque no siempre era requerido para las habituales partidas de ajedrez, sino cuando por cualquier motivo Iziaslav quería decirle algo específico, o simplemente conversar. No obstante, el soberano pareció irse habituando a las ausencias de Janos y armaba menos escándalo, porque, en cualquier caso, no era que hubiese desaparecido, pues iba a casa a todos los días.

Janos por su parte, y aunque la mayor parte del tiempo, cuando no estaba en Illir estaba en Florencia, más bien pronto pensó que vivir en el mismo lugar en el que lo hacía Gino, era como regresar al pasado, porque el niño aquel era hiperactivo y parecía imposibilitado para guardar silencio, lo que le recordaba de forma extraordinaria a Mikha por lo segundo, y a Lucien por lo primero. Así que comenzaría a pensar en adquirir uno de esos departamentos que parecían tan populares, o al menos eso pensaba por la forma en la que Michel hablaba de ellos, pero cuando fue a ver uno, casi salió corriendo.

  • ¿Qué sucede contigo, hombre? – le preguntó Michel
  • Nada, pero me pregunto cómo puede vivir alguien en un lugar así sin asfixiarse

Michel soltó la carcajada, pero como no era él, el más inclinado al silencio tampoco, y de misericordia anda más escaso, comenzaría a burlarse de él.

  • Vamos hombre, hasta al abuelo le gustó
  • Seguro que no, porque no se avino a vivir en ninguna de estas cosas
  • No tuvo tiempo, porque le echaron el alzo al cuello
  • Eso dices tú, pero te aseguro, que de ningún modo habría podido
  • Pues no entiendo por qué, y no me vengas con que es por el espacio, porque hasta donde sé, y créeme, sé bastante gracias a Iliar y a algunos otros que me han mostrado cómo eran sus viviendas en la antigüedad
  • Independientemente de lo que creas saber, rybik, nuestros avaris no parecía que fueran a asfixiarnos, y, en cualquier caso, no era como que estuviésemos mucho tiempo en ellos, porque pasábamos la mayor parte del tiempo fuera o muy lejos
  • Mmmm… entiendo eso, pero cuando volvían, solo los utilizaban para estar con sus chicas, y te aseguro que estos sirven exactamente para lo mismo

Janos decidió dejarlo por imposible y, de hecho, pensó que no debió aceptar la compañía de aquel descocado. Después de aquella caótica salida, fue que Janos comenzó a pensar en su Dvorets, y eventualmente, fue al mismo, pero seguía sintiéndolo enorme y vacío, de modo que invitó a Norman y a Gino, aunque con cierta aprensión a este último, a pasar unos días allí. De más está decir que Norman estaba atónito, porque si bien había estado en Riùrik en algunas ocasiones, e incluso en el palacio real, no se imaginó de ninguna manera que aquel fuera la casa de Janos. Y en el caso del incordio, casi parecía más emocionado que Norman, aunque por diferente motivo, pues con lo que no había contado Janos, era con la pasión que sentía aquel chico por el arte.

Después del primer encuentro con Amaranta, Janos no estaba mucho más cerca de haber aclarado nada, así que había comenzado a cuestionarse su asertividad al escuchar a Nadège, sin embargo, al día siguiente del mencionado encuentro, recibió una nota de Amaranta, en su opinión muy almibarada, agradeciéndole por la agradable charla y por el paseo. Janos se preguntó qué le sucedía a la niña aquella, porque él no recordaba haber dicho casi nada. Aun así, y no sabiendo muy bien por qué, decidió volver a verla, pero en esta ocasión, se juró prestar la debida atención, pues estaba consciente que había hecho grandes esfuerzos por no mirarla mucho, pero cuando iba de salida, fue detenido por Norman.

  • Te marchas temprano hoy – le dijo – Tu soberano debe tener una extraordinaria prisa por ganarte otra partida de ajedrez – bromeó
  • No voy a Illir, sino que tengo una entrevista con una señorita y…
  • ¿Una señorita? – escucharon y Janos gimió internamente, pues una cosa era Norman que era discreto, y otra Gino que parecía no tener idea del significado de esa palabra
  • Me marcho
  • Espera, espera ¿Vas a ir así?
  • ¿Cómo así? – preguntó, aunque sin ningún deseo de saber
  • Vamos hombre, cualquiera diría que, con tus años, deberías saber que no puedes presentarte a una cita…
  • No es una cita
  • … sin llevarle nada a la damita – continuó Gino sin prestarle atención y Janos lo miró como si le hubiese salido otra cabeza – Ya sabes, chocolates, flores…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.