La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 16 Dylan

 

Dylan sintió una cosa muy extraña, pues si bien podía ver a su alrededor, lo que no había era algo que ver, pero, además, se sentía tan ligero que podría jurar que estaba flotando. Por un momento tuvo el absurdo deseo de reír al recordar a Derek y sus aviones, y hasta le pareció escuchar su entusiasmo.

  • Es lo más maravilloso que te puedas imaginar, haryk. Poder volar te hace sentirte verdaderamente libre

Él había reído en aquella ocasión, pues recordó que Cris en una oportunidad y cuando tanto él como Derek eran niños y en una de las muchas tardes en las que compartían con ellos, había mencionado la manía de su hermano por lo que para entonces eran, y en opinión de Cris, locas fantasías, pero la mencionada manía no cambió nunca a lo largo de la vida de Derek, pues era un verdadero apasionado de las ciencias y la tecnología. No obstante, así como recordó eso, otro recuerdo que era en sí mismo hermoso, también le producía un dolor sordo en el corazón, porque aquella alegría y entusiasmo de Derek, eran una herencia materna, y Dylan recordaba con dolor las muchas veces que, de niño, se había burlado cruelmente del entusiasmo de Sophie ante cualquier cosa o evento que le resultase nuevo.

  • Señorita Saint-Claire, modérese, porque parece usted una ardilla muy inquieta
  • ¡Dylan Danworth! –exclamó ella volviéndose en actitud combativa – Que tú tengas tantos sentimientos como una roca, no nos hace a los demás iguales

Aquel recuerdo, como muchos otros, era tan dulce como amargo, porque en los muchos años que ya hacían desde la partida de Sophie, él había repasado millones de veces cada instante que habían compartido, y aunque finalmente, durante un breve lapso habían podido compartir el amor que sentían, éste era ínfimo en comparación con el tiempo que perdió y el que ya llevaba sin ella.

Como el dolor era algo a lo que ya se había habituado, aunque en ocasiones, éste tenía una forma muy cruel de recordarle que seguía allí, intentó ignorarlo y prestar atención al extraño lugar en el que se encontraba, pero se preguntó por qué razón, si apenas sentía su cuerpo, el dolor sí parecía no haber variado.

Repentinamente y sin motivo aparente, sintió que su corazón se había detenido, que le faltaba el aire y que su cabeza estaba a punto de hacer explosión al ver una figura muy familiar que se aproximaba. Aunque en ese momento no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que la vio a lo lejos, hasta que la tuvo más cerca, le parecía que habían sido siglos.

  • Hola
  • ¡Sophie!

Aquella exclamación era todo un coro de gloriosas notas de alegría que borraba de un plumazo todos los años de dolor y sufrimiento. A pesar de que seguía sintiéndose ingrávido y casi invisible, eso no le impidió estrecharla entre sus brazos.

 

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Ya Ilian había finalizado con la revisión y estaba mirando a Dylan como de costumbre, es decir, con una mezcla de pena e impotencia, y preguntándose por qué un hombre tan atractivo, y que según Aureliè podría haber tenido todo lo imaginable para ser feliz, pues era el paradigma de la caballerosidad y la dulzura, le había tocado un destino tan cruel, cuando el monitor que controlaba sus constantes comenzó a emitir un aterrador y conocido pitido. Ilian era una profesional, de manera que, ignorando la aterrorizada exclamación de Tommy, se trepó a la cama y comenzó a hacer compresiones mientras daba el habitual y casi innecesario aviso.

  • ¡Código azul! – gritó

Más tardó ella en hacer lo anterior, que lo que demoraron Armand y dos lijeniks en hacer acto de presencia, pero mientras uno de los lijeniks la sujetaba sin mucha delicadeza apartándola, Armand colocó una mano sobre el pecho de Dylan e Ilian vería con asombro, como el cuerpo de Dylan sufría el mismo espasmo que evidenciaban aquellos que recibían una descarga del desfibrilador.

Aunque Ilian ya llevaba un tiempo en el Haigala, no había visto una maniobra como aquella, pues en el área de emergencia ikedev, se hallaban los aparatos que ella conocía y se hacía uso de éstos, mientras que, en el ala destinada únicamente a los devrigs, no tenían aquel en particular, tanto porque era poco habitual que un devrig tuviese aquel problema, como por lo que acababa de ver. Sin embargo, salió de sus pensamientos al notar que la aterradora línea horizontal no había variado. Estaba viendo el monitor y a punto de decir, como era habitual, que el paciente seguía en paro, cuando vio que Armand, y aunque seguía con los ojos cerrados, volvía a acercar su mano y repetía la maniobra.

Ilian pensó por un momento que, aunque todo parecía indicar que aquello cumplía la misma función de un desfibrilador, no parecía tener el mismo resultado, porque fue necesario repetirlo tres veces más y hasta que finalmente la línea en el monitor varió. Ilian no había notado que había estado conteniendo la respiración, y, de hecho, sintió tanto alivio, que sus piernas se negaron a sostenerla.

  • ¿Zhytsanì? – preguntó el lijenik
  • Lo siento
  • ¿Se encuentra bien?
  • Sí, gracias

Ilian recuperó la compostura y prestó atención, pues Armand estaba efectuando el chequeo. Una vez que concluyó, pidió algo a los lijeniks y éstos abandonaron la habitación, y fue cuando él miró a la chica y a Tommy que parecía un cadáver.

  • Sufrió un paro cardíaco, pero va a estar bien, o al menos no muy diferente a cómo ha estado hasta ahora – informó con cierta tristeza




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