La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 24 Aceptación

Cuando Ilian había despertado, y como era lógico, antes de abrir los ojos, experimentó dos sensaciones contrapuestas, porque por una parte sentía como si hubiese estado en un accidente que la había dejado aporreada, y por la otra, una sensación de bienestar que no se correspondía con lo anterior. Abrió los ojos y al no reconocer nada a su alrededor, se reforzó su anterior idea, pero lo confuso era que aquello no parecía un hospital, aunque sin duda era una habitación. Se incorporó de forma súbita preguntándose dónde estaba, y sus ojos tropezaron con trozos de tela que parecían haber sido rasgados y fue cuando los recuerdos comenzaron a desfilar por su incrédula mente y a tomar las posiciones correspondientes con independencia de que ella lo creyese o no.

Las mejillas le ardieron al recordar todo lo sucedido, y aunque hizo el inútil ejercicio de sentirse indignada, con la practicidad que la caracterizaba, olvidó eso y sintió curiosidad, porque si bien estaba convencida que todo a su alrededor le pertenecía a Aleksèi, quien no estaba era él. Intentó mirar la hora, pero comprobó con extrañeza, que su reloj estaba inservible, así que se lo quitó y el objeto casi se hizo pedazos, pues la mica se volvió polvo y las pequeñas piezas se desparramaron sobre la sábana. Al ver aquello recordó que Aleksèi la había sujetado por las muñecas, así que se miró éstas y vio unas sombras oscuras alrededor, sin embargo, hizo a un lado las sábanas mientras murmuraba:

  • Lo afortunado es que no te haya hecho pedazos, Ilian Stolnic

Miró a su alrededor y sabiendo cuál era la puerta de la habitación, se encaminó hacia la otra, entró y ahogó una exclamación, porque aquel cuarto de baño tenía casi las mismas dimensiones de la habitación. La porcelana era sin duda muy fina, y los engarces de los sujetadores de las toallas, así como los dispensadores de jabón, era de un metal que estaba dispuesta a apostar a que era plata maciza.

  • Muy ostentoso este sujeto – murmuró

Se metió a la ducha y sintió mucho alivio mientras el agua corría por su cuerpo, pero mientras se bañaba, pensó en algo muy inconveniente. De acuerdo a lo que había visto y podía recordar, su ropa había quedado hecha jirones, así que sin duda tenía un serio problema, y no le entusiasmaba para nada ponerse a dar voces llamando a Aleksèi. No obstante, para cuando terminó y se envolvió en una bata enorme para ella, ya había decidido que no tenía más alternativa, pero cuando salió, se encontró la cama hecha, los restos de las ropas habían sido retirados y sobre la cama habían dejado todo lo que pudiese necesitar. A pesar de que aquello le lució fantástico en un primer momento, después de vestirse y cuando se estaba peinando, junto las cejas al pensar que posiblemente aquella era una práctica común de Aleksèi y se enfureció, así que tiró el peine y se encaminó a la puerta.

Ella no tenía ni la más mínima idea de la disposición de aquella casa, así que miró a ambos lados del pasillo preguntándose hacia donde caminar, cuando vio a una chica.

  • Hola – la saludó, pero la bizlyki se limitó a sonreírle – Disculpa, pero podrías decirme dónde está la salida

La chica no contestó, sino que le hizo una seña que Ilian interpretó como que debía seguirla y lo hizo, pero cuando bajaban las escaleras, volvió a preguntar.

  • ¿Dónde está Aleksèi? – pero tampoco recibió una respuesta lo que comenzó a molestarle

A pesar de que Ilian ya sabía muchas cosas de los devrigs, lo que evidentemente no sabía, era que las bizlykis no solían hablar, porque si bien se había abolido la orden que se los impedía, las muy antiguas hablaban poco o no lo hacían en lo absoluto. Antes de llegar abajo, vio a un sujeto con pinta de mayordomo de películas según lo que pensó.

  • Kasny din, zhytsanì – saludó el hombre – Si me acompaña, la conduciré hasta el comedor   
  • Gracias, pero solo quiero hablar con Aleksèi
  • Nym sarì no se encuentra en casa, zhytsanì

Aquello la enfureció aún más y Jakub lo notó enseguida, pero lo que no tuvo fue tiempo de decir nada.

  • Bien, necesito un taxi
  • ¿No desea…?
  • Lo único que quiero es lo que acabo de pedir

Aunque sintió cierto pesar por tartar así a alguien que nada le había hecho, no tuvo ocasión de disculparse, porque ya el individuo no estaba. Si Jakub la encontró desagradable o no, sería algo de lo que posiblemente nunca se enteraría, y en realidad no era así, pues Jakub era un sirviente muy antiguo, y como le había dicho Janos en una ocasión a Dylan, a éstos solo se los entrenaba para obedecer y poca cosa más, y aunque la generalidad de los devrigs que tenían sirvientes eran menos estrictos, todos aquellos que servían a la familia real estaban apenas un poco por encima de los actuales robots, y Jakub había sido un regalo de Lucien a su amigo, así que estaba en la misma posición de los anteriores y era incapaz de juzgar los actos de su amo ni los de cualquier criatura que le perteneciese.

Si Ilian hubiese sabido todo lo anterior, posiblemente se habría sentido más furiosa aún con Aleksèi, pues ciertamente no podría entender de ninguna manera una situación que pertenecía a un pasado muy lejano e incomprensible para ella.

Un momento después, el individuo regresó y le dijo que lo siguiera, y aunque antes de subirse al auto, estuvo a punto de dejarle un mensaje poco agradable a Aleksèi, finalmente no lo hizo.

  • Gracias
  • Vanedarma, zhytsanì




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