La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 26 Desorden

 

Después que los veldekys les habían informado cómo estaban Domenico y las nyas, Edin se despidió para ir a Zatvor, mientras que Derek y Henri fueron a casa a bañarse y a cambiarse, pero a Henri le quedó claro que debía darse la mayor de las prisas, pues Derek quería volver al Haigala. Sin embargo, Derek había perdido algunos minutos asegurándole a Istziar que estaba bien, así que Henri estuvo listo primero que Derek y estaba tomándose un café en el salón cuando entró Sofía en carrera, pero se detuvo en forma súbita al ver a Henri.

  • Bonjour, Sofía

Ella no solo no contestó, sino que abandonó la estancia a toda prisa. Henri se había puesto de pie al verla entrar, pero se sentó de nuevo y sintió un enorme peso y un dolor sordo en el corazón. Desde hacía meses que Sofía ni siquiera lo saludaba, pero él se había repetido una y otra vez, que era mejor así, pero no por eso le dolía menos, y como sabemos, cualquier sentimiento en un devrig, podía ser devastador. Sin embargo, habían estado sucediendo tantas cosas, que eso había contribuido a que Henri no pensara mucho en eso.

En cuanto Derek estuvo listo, partieron y cuando llegaron al Haigala, Alexander iba entrando también y subieron juntos. Llegaron al pasillo cuando Iziaslav y Lucien estaban en medio de su discusión, de modo que no anunciaron su presencia de ninguna manera y un momento después salió Dylan.

Henri se alegró de verlo bien, mientras que Derek y Alexander veían con tristeza que hasta Tommy podía saludar a Dylan y ellos no. Sin embargo, en el momento que Dylan exclamó el nombre de Derek, Alexander pasó de la tristeza a la preocupación, mientras que Derek perdió la concentración y con ello la capacidad de mantenerse invisible.

Las respiraciones de todos se suspendieron al verlo aparecer casi encima de ellos, pero el más sorprendido sin duda era Dylan, solo que, de entrada, él a quien estaba viendo era a…

  • ¿Lord Saint-Claire?

Sin embargo, con rapidez él mismo se dijo que aquello era imposible, pues aquel sujeto, y de acuerdo a lo que le habían dicho con respecto a la fecha, debía estar muerto hacía cientos de años y, aunque por un caótico momento se planteó que lo estuviesen engañando, a la misma velocidad lo desechó.

  • Disculpe, pero… – estaba diciendo, y Derek intentó hacer como que solo se habían tropezado
  • Lo lamento, no lo vi – y se giró mientras que todos veían sin posibilidad de error, que Dylan lo había reconocido
  • ¡¿Derek?! – preguntó en un tono que estaba a medio camino entre la incredulidad y el horror

Derek había cerrado los ojos preguntándose qué hacer a continuación, pero no tuvo ocasión de tomar una decisión, porque Dylan ya lo había sujetado y lo estaba haciendo volverse.

  • Pero… ¿qué…?

Los que lo recordaron, pensaron que Lucien podía tener todos los defectos del mundo, podían incluso pensar que no estaba mentalmente bien, pero había algo que era una verdad indiscutible, y era que en rarísimas ocasiones se equivocaba, y estaba quedando demostrado que en aquello también había tenido razón. Sin embargo, eso no los ponía más cerca de saber qué hacer a continuación.

  • Dylan – intentó Lucien al verlo llevarse una mano a la cabeza
  • Creo que… estoy perdiendo el juicio

Aunque Lucien intentó apartarlo de Derek, Dylan seguía teniendo fuertemente aferrado el brazo del chico. Armand decidió hacerlo perder el sentido, pero Alexander se lo impidió, pues pensó que, si habían llegado hasta allí, era mejor continuar y ver qué sucedía, pero, además, le pidió a Armand estar pendiente del estado físico mientras él se dedicaba a evitar que cualquiera, como Lucien o Henri, tuviesen la misma idea de Armand.

Lucien en realidad no estaba pensando en ello, sino que intentaba no perderse en el caótico revoltijo que eran los pensamientos de Dylan.

En el caso del directamente afectado, no tenía ni la más mínima idea de por qué pensaba que Derek era el sujeto al que estaba viendo, pero de eso, su mente pasó velozmente a llenarse de las imágenes del Derek niño que vivía en sus recuerdos. Recordó al rubio jovencito colgado de cabeza de la rama de un árbol, misma que se mezcló con la propia en la misma situación y siendo reñido por Kendall por arriesgar el cuello siendo el único heredero del título; a igual velocidad cambió a la del niño al que Lucien sacó del río y que lo hizo pescar un resfriado; al jovencito herido por intentar defender a Tommy del ataque de unos criminales; recordó su pleito con Lucien por no poder evitar que los niños notasen lo que eran y el horror de Cristopher; al Derek adolescente que estaba con él cuando transformó a Tommy; al que resultó sumamente lastimado cuando Kendall cometió la enorme estupidez de asociarse con quienes no debía; y la última imagen que pasó por su cabeza, paralizó de nuevo todos los corazones, porque fue el recuerdo del día que le dijeron que habían tenido que transformar a Derek para salvarle la vida, pero los recuerdos parecían detenerse allí, es decir, sin nada que explicase por qué el chico podía haberla perdido, y estaba seguro que no había sido en el enfrentamiento que había recordado.

  • ¡Por San Jorge! – exclamó y Lucien juntó las cejas, pues aquella era una expresión que Dylan había dejado de utilizar hacía siglos – ¿Derek? – repitió
  • Culpable – contestó él
  • Pero… ¿Qué…? ¿Cómo…?




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