La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 33 Percepción

 

Aunque no hay pruebas científicamente aceptadas, el ser humano en general posee una percepción extrasensorial a la que se suele llamar sexto sentido, como, por ejemplo, el caso de las madres que perciben cuando un hijo está en peligro antes de que suceda. En el caso de los devrigs, siendo seres sobrenaturales, esa percepción es un hecho y se extiende desde la telepatía hasta la psicometría. Por supuesto, la agudización de la percepción y si bien les es común a todos los devrigs, aquellos cuyo elemento es el éter, y aunque este puede otorgar diversas habilidades, si es específicamente la del control mental, como en los casos que conocemos como Iván, Yves, Istval, Irakli o Henri, esas habilidades se potencian al máximo, y si adicional a ello, han recibido un entrenamiento tan estricto como el impartido en el Laki, es lo que hace de ellos sujetos tan hábiles y peligrosos de diversas maneras y según sea el caso.

Iván, por ejemplo, tenía un dominio excepcional con cualquier mente, algo que había quedado demostrado al enfrentarse a Viorica, y la excepcionalidad del hecho radicaba en que los Siglair eran herederos directos de los dones de Maikata Priroda y no cualquiera podía ingresar a sus mentes como él lo había hecho, abriendo, además, el camino a los demás portadores de ese poder.

Istval en lo que más destacaba era en la telepatía, pues él podía hacer que no una, sino grandes grupos de personas viesen lo que él quisiera.

Irakli lo hacía en uno muy poco común, como era la retrocognición, pues a él le bastaba con un mínimo atisbo de un evento pasado, para poder verlo y reconstruirlo con tanto detalle como si hubiese estado allí.

La ventaja de Yves estaba en la psicometría, algo bastante útil para un individuo tan curioso como él y quizá por eso la naturaleza le había concedido aquella especial habilidad, ya que, con solo tocar un objeto, podía no solo saber de dónde procedía en términos geográficos o temporales, y si ponía empeño, podía incluso saber a quién pertenecía, pero suponiendo que no fuese así o que la energía le fuese desconocida, igual podía rastrearla con mucho más éxito que cualquiera. Esto aplicaba con ciertas variantes a las personas, pues si las tocaba, podía determinar con fidelidad el estado de su energía, y si lo que tocaba era un objeto que hubiese pertenecido a alguien, podía rastrear a ese alguien con muchísimo éxito y de ahí su frustración con relación a Viorica, pues a pesar de que habían llegado a la conclusión de que no estaba en ningún lugar accesible, como no lo habían estado los desaparecidos, él seguía sintiéndose igual de frustrado y furioso.

Y el caso de Henri, su habilidad era la precognición, pero era una de muy difícil manejo, porque aparte de que no se trataba de que pudiese ver con antelación un evento futuro, pero alejado en el tiempo, como era el caso de Michel, lo que le habría permitido prepararse, sino que se presentaba con mucha inmediatez, podía verse afectada por las emociones, precisamente porque sabía que estaba sucediendo o sucedería en los próximos minutos. Si bien todos los devrigs podían percibir la alteración de la energía en cualquiera de sus formas, en el caso de Henri se volvía caótico, porque él podía ver con exactitud lo que estaba sucediendo, aunque no supiese exactamente dónde. Iván sostenía que aquella habilidad era muy problemática, porque podía llevar al individuo a tomar decisiones equivocadas. Aquello lo había descubierto Liever durante el entrenamiento de Henri, de modo que el pobre sujeto, y si hubiese sido otro, posiblemente, o bien habría enloquecido, o habría abandonado, porque fue sometido a un entrenamiento atroz en un intento por evitar desastres.

Derek, que sabía lo anterior, solía burlarse malignamente de Henri, porque en su opinión, todo lo que habían hecho en el Laki, era exacerbar su aprensión, y sostenía que era por ello que, en todo, su amigo veía desgracias donde no las había. Louis, por el contrario, y aun siendo como era, siempre sintió un saludable respeto y prestaba atención cuando Henri lo detenía de forma súbita impidiéndole hacer algo, pues había tenido oportunidad de comprobar su asertividad al respecto.

En un inicio, Henri manejaba aquello de forma rudimentaria e instintiva, y aunque trabajando con André, le había sido útil más que todo, para proteger su propio cuello de las locuras del susodicho, ahora que tenía los conocimientos y el entrenamiento, había aprendido a identificar cuando se trataba de simple instinto, y cuando obedecía a algo más serio.

Por todo lo antes expuesto, una vez que abandonó el Haigala, después de lo sucedido con Sofía, y fue llamado a Levzheir, apenas puso los pies en el castillo, supo sin sombra de duda lo que le dirían, casi palabra por palabra y se sintió el individuo más miserable del planeta.

Él no había tenido mucho tiempo para pensar después de caer, pero cuando recuperó la consciencia plena, lo hizo y mucho. Él siempre se había juzgado de forma muy dura, pues eso era lo que había aprendido de su progenitor, quien no perdonaba ninguna clase de falta por mínima que ésta fuese y nunca le importó que Henri fuese su único hijo para apalearlo si las cometía. De modo que, si bien Henri podía ser amable y delicado con los demás, no lo era con él mismo, así que una vez que estuvo consciente, comenzó a insultarse de las formas más venenosas, porque tuvo que reconocer que efectivamente se había enamorado de Sofía y ni siquiera lo había notado. Tras el reconocimiento llegó el dolor demencial al recordar quién era ella, porque más allá del hecho de ser una princesa, a quien en cualquier caso y siendo quién era él mismo, podría haber aspirado sin problemas, en principio él era un levjaner que había jurado su lealtad y su servicio a aquella familia, segundo, que ella era una sentencia de muerte, y, por último, el convencimiento de que morir era lo mejor que le podía suceder, pues no se imaginaba una vida, alejado de ella.




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