La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 34 Lo que puede suceder, sucede

 

El enunciado basado en: <<Si algo puede suceder, sucederá, sea bueno o malo>> es un hecho, y quienes se hallaban en aquel momento en Francia, iban a comprobarlo de la peor manera.

El lugar que había escogido Edin, era uno que le gustaba mucho por su tranquilidad, ya que no se encontraba en un emplazamiento muy congestionado, y porque pertenecía a un devrig sobreviviente de las Segunda Guerra Mundial. Claude Moret debía haber muerto en junio de 1940 cuando el bombardeo a París, pero estuvo en el grupo que los Varhidi habían salvado; después de su recuperación, y como con casi todas la víctimas de aquella tragedia, Alexander y Edin se habían ocupado de la reinserción a su entorno, así que Claude, quien había sido cocinero, fue ayudado por ellos a instalar un pequeño restaurant que con el tiempo se volvería famoso, y a la fecha, conseguir una reservación en La nouvelle vie no era cosa fácil, aunque naturalmente eso nunca aplicaría a Alexander, Edin, los Varhidi y Dennis, aunque quien más iba era el segundo, y así estuviesen a punto de cerrar, era recibido lo mismo.

Aquel día no había sido la excepción, pues otra característica de aquel lugar, era que cerraba aproximadamente entre 4 y 5 de la tarde y volvía a abrir a las 8, y como el evento de Norman había finalizado hacia las tres de la tarde, llegaron casi cuando estaban cerrando, pero fueron igualmente recibidos, aunque eran los únicos allí. En cuanto terminaron, después de haber disfrutado de una deliciosa y larga comida, pues ésta se había extendido más de lo usual, ya que las chicas habían mantenido una animada conversación con Norman, Edin agradeció a Claude y abandonaron el local.

En el momento en el que Amaranta se despedía de Janos, escucharon un enfurecido grito, y al menos varios de los presentes conocían bien aquella voz.

  • ¡Dvòrak!

Quien acababa de hacer acto de presencia era Giorgio, y si ya él le tenía tanta inquina a Janos como éste se la tenía a casi cualquier Savaresce, de forma inexplicable, al menos para quienes sabían que Giorgio la única cosa que sentía por Zharià y por su hija, era un desprecio supremo, parecía enormemente indignado al ver a su hermana al lado de aquel individuo. Sin embargo, más pronto que tarde, se enterarían que Giorgio se mantenía fiel a sus pensamientos con lo que diría a continuación.

  • Ya sabía yo que eras una sucia mujerzuela traidora como tu asquerosa madre, y que no merece portar mi apellido

La suerte de Giorgio, y sin duda tenía mucha, fue que estuviesen allí no solo tres levjaners del tipo muy peligroso, sino que estuviese Sofía, porque no había terminado de hablar, cuando salió despedido con violencia impactando contra uno de los vehículos. Pero si bien Sofía había descargado su ira de aquella manera, Janos era otro asunto y solo quería sacarle el corazón al muy bastardo, pero Edin y Andro se estaban aplicando al máximo, algo agotador siendo Janos un primigenio y ellos no, mientras que Germain se había ido derecho hacia Giorgio, posiblemente con la intención de sacarlo de escena y llevarlo a Zatvor, porque a pesar de que no había atacado físicamente a nadie, debían evitar que lo intentase por una parte, y por la otra, evitar que fuese Janos quien lo hiciese polvo.

Sin embargo, y aun estando en ejecución todo lo anterior, se escuchó el inconfundible sonido disparos, pero no de cualquier disparo, sino que aquello era sin duda una ráfaga de algún arma de asalto.

Edin le dio una rápida orden a Germain en el sentido de olvidarse de Giorgio para atender la emergencia, pues tenían allí a una princesa, a la hija del jefe de los Savaresce, al bambino de Gianfranco, a un ikedev y a Janos, y la cosa que menos le gustaría a Edin sería tener que dar malas noticias de la primera y el último, especialmente a Iziaslav.

En condiciones normales, y entiéndase por normal, un ataque solo devrig, por quien menos habría tenido que preocuparse Edin, ni nadie en realidad, salvo los que los atacaban, era por Janos. De una u otra forma, Edin sabía eso, pero lo que lo preocupaba era que, de acuerdo a lo sucedido en los últimos ataques grandes y evidentemente organizados, siempre era con la intención de secuestrar a algún miembro de la familia real, y de ahí tanto su preocupación como su orden de proteger a los dos que tenían allí, de un eventual intento de secuestro.

No obstante, la situación era en extremo peligrosa, pues enfrentar un ataque de artillería pesada, como evidentemente era el presente, no era cosa sencilla.

Aunque Janos había querido masacrar a Giorgio al escucharlo hablar en términos tan inaceptables de Amaranta, y había estado dándole mucho trabajo a Edin y a Andro, al presentarse la otra situación, saltó hacia Amaranta cubriéndola con su cuerpo, pero si bien ellos eran muy veloces, una bala también lo era, y en aquel caso, que se trataba de armas de repetición, Amaranta recibió varios proyectiles, así que la primera imagen que inundó los ojos de Janos, fue la de la sangre brotando del cuerpo de la chica, y esta trajo a su memoria la de un cuerpo mutilado y ensangrentado, y que era la que había destruido su vida.

  • ¡No, no, no! – exclamó mientras la sujetaba
  • Jan…
  • No hables, kandly

Aunque era obvio que ella quería decir algo, las heridas recibidas se lo dificultaban, así que clavó sus ojos en los de Janos posiblemente con intención de transmitirle lo que quería decir, pero Janos no se enteraría de nada, porque al ver aquellos ojos, sintió un vacío en el estómago, su mundo comenzó a girar de forma demencial, y el dolor que había estado sintiendo pareció multiplicarse, y fue en ese momento que reconoció lo que había estado negando.

  • Sarì, déjame… – estaba diciendo un levramzyk




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