La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 39 Reacciones II

 

Cuando los ZD habían visto como había finalizado el encuentro entre Istval y Aureliè, habían salido en carrera hacia Korszemel, y aunque ellos eran visitantes frecuentes de aquel lugar, en aquella ocasión llegaron con tanto escándalo que sobresaltaron a Jovanka, pero más allá de eso, como todos estaban hablando al mismo tiempo, y del disparatado discurso lo único que rescató fue el nombre de su hijo y esté no estaba entre ellos, alteró mucho más a Jovanka. Si bien los ZD, al igual que Iván e Iliar, mortificaban mucho a Milorad con el asunto de lo fácilmente que su adorable esposa podía sacudirlo, en ese momento comprobarían en ellos mismos la veracidad de aquello, pues Jovanka entre el susto y su poca paciencia, le acomodó varios golpes a Axier, Slavik y Silvano que eran los que estaban más cerca.

  • ¿Dónde está Istval? – preguntó cuando ellos hicieron silencio, pero comenzaron de nuevo todos
  • ¡Isilier! – les gritó ella – Axier, contesta tú
  • Es lo que hemos estado intentado decirte, Jovanka – y volvió a explicar

Finalmente, Jovanka había logrado entender y comenzó a reír con alborozo, pero luego tuvo un momento de aprensión.

  • ¿Están seguros que Aureliè no quiso matarlo después de…?
  • Dudoso – la interrumpió Slavik – porque fue ella la que tomó la iniciativa – puntualizó y todos rieron
  • ¿Y saben dónde están?
  • Vamos Jovanka, encontramos mejor venir a decírtelo que seguirlos, porque eso con seguridad nos habría costado nuestras cuestionadas cabezas – dijo Silvano

Como cualquier cosa que tuviesen pendiente había quedado suspendida, los chicos se quedarían ese día por ahí incordiando, y por primera vez en muchísimos años, Jovanka no protestaría. Sin embargo, llegada la noche ella comenzaría a preocuparse, y por ese mismo camino empezó a pelearse con ellos para que fuesen a buscarlos. Posiblemente estaba a punto de comenzar a apalearlos también, cuando la feliz parejita hizo acto de presencia y comenzó el escándalo de nuevo.

Tal vez otros, habrían encontrado poco juicioso decir las pesadeces que estaban diciendo, o las bromas muy subidas de tono que estaban haciendo, pero como todos aquellos individuos carecían de juicio, no guardaron silencio, y aunque sin duda en otro tiempo, Aureliè se habría sentido incómoda o apenada, ya llevaba cientos de años conociéndolos a todos y los consideraba tan familia como a sus propios parientes. Y en el caso de Istval, estaba en la misma posición de ellos y nada de lo que dijesen podía causarle ni la más mínima incomodidad.

Si bien sus amigos no podían fastidiarlo, definitivamente Aureliè sí, porque después de un rato de estar hablando con los chicos y con Jovanka, se puso de pie.

  • Bueno, ya debo marcharme – le dijo a Jovanka haciendo que Istval suspendiera lo que le decía a Slavik y se girara
  • ¿Marcharte? ¿Marcharte a dónde?
  • A mí casa – contestó ella con extrañeza
  • Veamos, kandly – comenzando muy mal en opinión de los ZD – Supongo que recuerdas que, aunque no venga mucho, esta es mi casa ¿no es así?
  • Y también la de ella – dijo Jovanka, aunque fue ignorada
  • Creo que eso lo sé yo mejor que tú, necio
  • Bien, porque si es mi casa y tú eres mi mujer, entonces…
  • No soy una cosa, estúpido
  • Y ahí vamos de nuevo – murmuró Axier
  • Y no dije que lo fueras, solo aclaraba el asunto de la vivienda
  • Supongo que recuerdas que tengo un trabajo, y resultaría muy…
  • Un trabajo que no necesitas si va a alejarte de donde debes estar

Aunque los chicos ya se habían preparado para escoltar a Aureliè de vuelta a Likke, a pesar de que Emile estaba allí, porque a diferencia de los ZD, él sí había seguido a la parejita, aunque se había mantenido a prudente distancia, porque ni quería ver nada, ni tenía ganas de que Istval intentase asesinarlo, se sentaron a ver cómo se peleaban aquellos dos, y ciertamente estuvieron haciéndolo por una indecente cantidad de tiempo y hasta que Milorad llegó.

  • ¡Istval! – interrumpió al aykeri cuando decía algo especialmente desagradable

Jovanka se ocupó de informar a su marido no solo de la novedad, sino del motivo por el que los dos angelitos se estaban peleando, así que Milorad se fue derecho a sacudir a Istval.

  • Escucha cretino, en principio, no puedes obligarla a nada. Segundo, suponiendo que en esa cabeza tuya haya un mínimo de lógica, antes de pretender que viva contigo, tendrás que casarte – puntualizó – Y tercero, dejarás de fastidiar ahora mismo si no quieres que te encierre en un calabozo ¿has comprendido?

Milorad no esperó a enterarse si Istval había comprendido o no, porque sujetó a Aureliè y él mismo la llevó de vuelta.

  • Bueno, tenía la peregrina idea de que ahora las cosas se tranquilizarían – dijo Niko
  • Eso solo demuestra que eres estúpido o crees en milagros que es la misma cosa – dijo Admir con su característica acidez




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