La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 44 Rescate

 

El chillido de las mujeres, y de algunos de los hombres que estaban allí, hizo que Iliar los mirase con desdén, pero cuando se movió hacia la chica a la que había estado amenazando, ésta agarró un escalpelo e intentó atacarlo.

  • En verdad eres estúpida, niña – dijo ladeando la cabeza – Te has pasado no sé cuánto tiempo jugando con mi cuerpo y, aun así, no has aprendido nada

Edin por su parte, había elevado la cabeza y estaba mirando a quienes, en la parte superior, parecían haberse convertido en estatuas de piedra, aunque a Lenz no le duró mucho.

  • ¡Activen el maldito gas! – vociferó

A Edin que no había dejado de mirarlo, se le dibujó una sonrisa en los labios, y a continuación, vieron saltar los dispositivos por donde se suponía tenía que haber salido el gas, y lo hizo solo por fastidiar, porque ciertamente ya aquello les habría servido de poco. En ese momento, escuchó la voz desesperada de uno de los técnicos, porque si bien él podía seguir escuchando las órdenes de Lenz, los demás no, porque con el desastre que había causado un momento antes, había destrozado también el sistema de sonido.

  • Voy a matarlos a los dos – estaba vociferando Lenz, pero se quedó momentáneamente paralizado
  • Eres una rata asquerosa y una vergüenza para tu especie, Holger Lenz

Más que la amenaza en sí, y la muy aterradora voz que estaba escuchando en su cabeza, curiosa y estúpidamente, en opinión de los levjaners, lo que causó la absurda sorpresa de aquel indeseable, fue que supieran su nombre.

  • Señores, por favor – dijo uno de los médicos con más valor del en realidad sentía – cálmense, porque, en cualquier caso, no podrán salir de aquí, ya que las paredes de esta sala están construidas con policar…

Independientemente de lo que fuese a decir, hizo silencio cuando vio a los dos sujetos elevar sus brazos flexionados hacia su pecho, extenderlos a continuación como si quisieran aparatar algo, y un segundo después, las transparentes paredes habían estallado.

  • ¿Decías? – preguntó Iliar

Aunque todos los presentes eran científicos, la única palabra que acudió a sus mentes fue: magia, algo bastante estúpido, pues era física simple; la presión que generaron actuó de forma parecida a la descompresión en la cabina de un avión, y aparte de hacer estallar el policarbonato, los hizo sufrir de una hipoxia transitoria.

Pero, adicional a lo anterior, sintieron un violento temblor seguido del ruido que hace algo muy pesado estrellándose contra un metal.

  • Vas a sepultarnos a todos, Iliar – advirtió Edin pensando que era el causante del sismo
  • Te aseguro que no soy yo – dijo él, y a ambos les quedó claro que eran sus compañeros

Como Edin concluyó que ninguno de los que estaba allí, representaba un peligro, corrió y dando un salto se aferró al ventanal, quedando a la altura del panel transparente de la cabina de observación, y aunque en algún lugar de sus cerebros se preguntaban cómo había podido hacer aquello, tenían problemas más urgentes por resolver. Edin notó que Kurz y el joven Von Esser intentaban abrir la puerta, trabajo difícil, pues el dispositivo para hacerlo también había quedado inutilizado, mientras que los demás, al ver a Edin, se habían pegado a la pared opuesta. Lenz, que o bien era el único que llevaba un arma, o el único lo bastante estúpido como para intentar utilizarla, comenzó a disparar hacia Edin, pero aquel material era antibalas y muy resistente, el problema fue que uno de los disparos al rebotar, alcanzó a Karl, otro a Judith, y otro a Akad.

  • ¡Lenz, vas a matarnos a todos! – exclamó Meissen intentando detenerlo
  • Todos vamos a morir y nos lo tenemos merecido – escuchó Edin que decía Akad

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Mientras lo anterior sucedía en el interior de las instalaciones, los grupos de asalto habían ingresado a la fábrica, pero como no iban a perder el tiempo buscando el acceso a las instalaciones que estaban a muchos metros por debajo, fue que Kireg, y todos los levramzyks que manejaban el poder de la tierra, habían ocasionado el sismo que Edin había pensado era obra de Iliar. Sin embargo, como su intención solo era la de abrir el piso para acceder, se detuvo relativamente pronto y en cuanto la grieta les permitió ver la placa de metal.

Quienes normalmente estaban en aquel lugar, que no era especialmente grande, eran científicos. Los tres médicos que habían formado parte del grupo que se ocupó de Edin, que eran dos genetistas y una especialista en neurología, trabajaban para aquel grupo desde hacía algún tiempo, aunque a los únicos que conocían era a Holzinger y a los Von Esser; había otro grupo conformado por varios bioanalistas; y, además, estaban dos arqueólogos, un historiador y un lingüista.

No obstante, desde la captura, se habían adicionado tres médicos más, el personal de seguridad y el grupo de Holzinger que no había abandonado el lugar desde que fueron advertidos que los tenían.

La estructura y como había dicho Lenz cuando discutía con Holzinger, era de concreto en primer término, con una cobertura de acero, pero todas las paredes interiores y que separaban las diversas salas, eran de policarbonato transparente.




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